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O. Kainz. “Por qué a nadie le importan las elecciones europeas”

Oliver Kainz

Traducción de Elisa Llop Cardenal

Nos enfrentamos a una situación paradójica en Europa. La Unión Europea está aumentando su importancia, pero cada vez menos personas ejercen el derecho a escoger a sus representantes en el Parlamento Europeo. ¿Qué explicación tiene este rompecabezas? Considero que la progresiva disminución de la participación en las elecciones europeas se debe a que no existen ni un verdadero público europeo ni verdaderos partidos políticos europeos. Tampoco los medios abordan de forma suficiente los asuntos europeos. Así, las elecciones europeas se han convertido en elecciones nacionales de segunda fila.


Antes que nada, quiero dejar una cosa clara: en este artículo no reconocerá uno de esos textos anti-Unión Europea que se quejan sobre la exorbitante burocracia que viene desde Bruselas. La Unión Europea permitió que se alcanzasen la paz y la estabilidad tras la Segunda Guerra Mundial, e introdujo políticas novedosas como la libre circulación de personas y bienes, o la moneda común. La UE será asimismo el actor crucial para resolver conflictos internacionales actuales, como la crisis de Ucrania, el cambio climático o la creciente desigualdad entre los Estados miembros. En otras palabras: necesitamos a la UE en el pasado y seguiremos necesitándola en el futuro.


El problema reside en que muy pocos ciudadanos votan a los miembros del Parlamento Europeo. En 2009, solo el 43% del censo electoral participó en las elecciones. Y no hay ninguna razón para creer que esta cifra vaya a aumentar en las elecciones del próximo día 25. Así pues, la única institución europea cuyos miembros son directamente elegidos por los ciudadanos tiene una débil legitimidad.

Gráfico.-Oliver-Kainz.png

Fuente: Parlamento Europeo

¿Por qué la participación es tan baja? “Los ciudadanos no entienden lo que es la Unión Europea, no comprenden cómo esta es gobernada, y no conocen a las personas que la dirigen”. Keith Richardson, un antiguo miembro del poderoso lobby Mesa Redonda Europea de Industriales, hizo estas afirmaciones en un documental muy ilustrativo titulado “El Negocio de Bruselas”. Es un buen resumen de los motivos por los cuales los ciudadanos no votan en los comicios europeos. La UE es un ente demasiado abstracto para el ciudadano medio.


Los politólogos Simon Hix y Andreas Follesdal desarrollaron un enfoque más sofisticado para explicar el déficit democrático que aqueja a la UE y la decreciente motivación de los ciudadanos para participar en la política europea. En primer lugar, no existe un público europeo que debata acerca de los asuntos europeos en todo el territorio de la Unión. Los austríacos debaten sobre asuntos austríacos, los italianos sobre asuntos italianos, y así sucesivamente. Es cierto que esto puede ser una cuestión identitaria, dado que nos sentimos más identificados con nuestra nacionalidad que con la abstracta “ciudadanía europea”. Pero a pesar de ello no es aceptable que los medios de comunicación se centren de forma casi exclusiva en el asunto de las “carreras de caballos”. La gran mayoría de la atención mediática se dirige a especular acerca de quiénes serán el vencedor y el perdedor tras la cita electoral.


Tal y como concluyen Hix y Follesdal, los comicios europeos son elecciones de segunda fila. Ello se debe a que sólo se discuten asuntos nacionales y la gente tiende a votar a los partidos de la oposición de su país para castigar a sus actuales gobiernos. Además, los ciudadanos no distinguen entre “la oposición al actual régimen político de la UE y la oposición al sistema de la UE en su totalidad”. (Hix/Follesdal 2006, 549).


No hay una discusión en profundidad en los medios de comunicación acerca de lo que debería ser la UE en el futuro. ¿Necesitamos avanzar hacia unos Estados Unidos de Europa, o los Estados miembros deben mantener sus competencias? ¿Quién debería fijar la política económica, Bruselas o los Estados? ¿Cómo podemos superar los enormes desequilibrios económicos dentro de la unión monetaria? Necesitamos crear una narrativa emocional para responder estas preguntas y conseguir emocionar a los ciudadanos, llenarlos de ilusión por el proyecto europeo. Las emociones ligadas a Europa no han surgido todavía. Aún asociamos ciertos sentimientos como el orgullo o la felicidad únicamente a los Estados-nación.


Es cierto que ha habido mejoras desde la aprobación del Tratado de Lisboa. Tras la actualización del Parlamento europeo la UE se hizo más democrática. La Iniciativa Ciudadana Europea también fue un paso en la dirección correcta, aunque es complicado recabar un millón de firmas en la práctica, y la Comisión con frecuencia actúa como un filtro renuente a esta forma de participación. Pero el hecho de que el Consejo Europeo deba respetar la elección de los ciudadanos al proponer su candidato para la presidencia de la Comisión permite una competición abierta entre el candidato conservador Jean-Claude Juncker y el socialdemócrata Martin Schulz.


Para el politólogo Robert Dahl, la participación y la impugnación son los dos principales prerrequisitos para una democracia. La participación en el ámbito de la UE es baja, pero menos somos testigos de acierta competición entre Schulz y Juncker por la presidencia de la Comisión. Esto no supone una revitalización absoluta de la democracia, pero sí puede ser interpretado como un progreso. En el pasado, el nombramiento del Presidente de la Comisión era el resultado de negociaciones a puerta cerrada, no transparentes. Hoy es una carrera abierta y las elecciones europeas tienen rostro.


En todo caso, aún se requieren muchas mejoras para la construcción de un público europeo vibrante y comprometido. En primer lugar, es necesario crear partidos políticos verdaderamente europeos, que vayan más allá de alianzas estratégicas en periodos electorales. También es preciso establecer la posibilidad de votar a candidatos de nacionalidades diferentes de la UE. En segundo lugar, necesitamos canales de televisión europeos, periódicos y medios de comunicación online que lleguen a grandes audiencias y den cobertura de forma objetiva a los asuntos europeos, desprendiéndose de puntos de vista estrictamente nacionales. El proyecto europeo es demasiado importante como para dejar que se venga abajo. Un público europeo comprometido sería un paso importante para evitar el fracaso de la Unión Europea.


Referencias


Dahl, Robert (1971). Polyarchy: Participation and Opposition. New Haven: Yale University Press


Follesdal, Andreas / Hix, Simon (2005). Why there is a democratic deficit in the EU: A response to Majone and Moravcsik. In: Journal of Common Market Studies, 2005, 44(3), 533‐562.


Hix, Simon (2008). Whats wrong with the European Union & how to fix it. MPG Books Ltd, Bodmin, Cornwall.


Moser, Friedrich / Lietart, Matthieu (2012).“The Brussels Business – Who Runs the European Union?, online: http://www.thebrusselsbusiness.eu/



Why nobody cares about European elections

By Oliver Kainz


We face a paradoxical situation in Europe. The European Union is getting more and more important but less people use their right to vote their representatives for the European Parliament. How can this puzzle be explained? I argue that the reason for the constant declining voter turnout of the European election can be explained due to the fact that there exist neither a real European public nor real European parties. Besides that, European issues are not covered sufficiently by the media. Hence, European elections are national second order elections.


Just to make things clear: this won’t be an EU-bashing text which complains about the exuberant bureaucracy that comes from Brussels. The European Union enabled peace and stability after the Second World War, it introduced path-breaking things such as the free movements of people and goods and a common currency. The EU will also be the crucial player for solving current international problems such as the crisis in Ukraine, the climate change and the growing inequality among the Member States. In other words: we needed the EU in the past and we will need the EU in the future.


The problem is that only few people go and vote the members of the European Parliament. In 2009 only 43 percent of the people eligible to vote participated at the election. There is no sign that this number will increase at the election this year. As a consequence the only European institution which gets elected directly by the people has got only a weak legitimacy.

Chart.-O-Kainz.png

Source: European Parliament


Why is the voter turnout so low? “People don’t understand what the European Union is, they don’t understand how it is governed, and they don’t know who the people are that are running it.” Keith Richardson, a former member of the powerful lobby group European Roundtable of Industrialists made this statement in the illuminating documentary “The Brussels Business”. It summarizes pretty well why people don’t vote at European Elections. The EU is a too abstract construct for ordinary people.


The political scientists Simon Hix and Andreas Follesdal developed a more sophisticated approach which explains the democratic deficit in the EU and the sinking motivation of the people to engage with European politics. First, there exists no European public that discusses the same European issues all over the continent. Austrians discuss Austrian topics; Italians discuss Italian topics and so on and forth. Certainly this may be an identity issue because we feel more connected to our nationality than to the abstract European citizenship. Still, it is not acceptable that the media focus almost exclusively on the horse-race topic. Most of the coverage now is full of speculations about who will be the winner and who will be the loser after the Election Day.


As Hix and Follesdal conclude, the European elections are second order elections. Because everybody is discussing national problems, people tend to vote for opposition parties in order to punish incumbent governments on a national level. Further, citizens cannot distinguish between “opposition to the current EU policy regime and opposition to the EU system as a whole“ (Hix/Follesdal 2006, 549).


There is no profound discussion in the media what the European Union should look like in the future. Do we need the United States of Europe or should the Member States keep the key competences? Should the economic policies be determined by Brussels or by the Member States? How can we outweigh the huge economic imbalances within the monetary union? An emotional narrative is urgently needed that answers these questions and fills the people with new enthusiasm for the European project. What has not been created yet are the positive emotions attached to Europe. Myths or feelings like pride or happiness are still linked to the nation states.


Certainly some things have improved with the Treaty of Lisbon. After the upgrade of European Parliament the European Union became more democratic. Also the European Citizens’ Initiative was a step in the right direction although it is quite difficult in reality to collect one million signatures and the Commission acts often as a reluctant filter. The fact that the European Council must honor the peoples’ choice when proposing a candidate for Commission President enables an open competition between the conservative candidate Jean-Claude Juncker and the social democratic candidate Martin Schulz.


For the political scientist Robert Dahl participation and contestation are the two major perquisites for democracy. The participation at the EU-level is low but at least we witness some contestation between Schulz and Juncker for the top position in the Commission. It is not a full revilitazation of democracy but it can be interpreted as a progress. In the past, the appointment of the Head of the Commission was the result of intransparent back door negotiations. Now it is an open race and the European elections are not faceless anymore.


However, many things have to be improved to build a vibrant European public. First, we need to create real European parties that are more than just tactical alliances during elections. It is also necessary to establish the possibility to vote for candidates with different nationalities from all over the EU. Second, we need TV stations, newspaper and online-media which reach a broad audience and cover European issues objectively and from a non-nationalist perspective. The European project is too important to let it break down. A functioning European public would be an important step to prevent the failure of the European Union.


References


Dahl, Robert (1971). Polyarchy: Participation and Opposition. New Haven: Yale University Press


Follesdal, Andreas / Hix, Simon (2005). Why there is a democratic deficit in the EU: A response to Majone and Moravcsik. In: Journal of Common Market Studies, 2005, 44(3), 533‐562.


Hix, Simon (2008). Whats wrong with the European Union & how to fix it. MPG Books Ltd, Bodmin, Cornwall.


Moser, Friedrich / Lietart, Matthieu (2012).“The Brussels Business – Who Runs the European Union?, online: http://www.thebrusselsbusiness.eu/

14 de mayo de 2014

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