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ENTREVISTAS – Yolanda Valdeolivas (II): “Lo primero que hay que hacer es votar a otro gobierno que n

Sandra Sáez

Elisa Llop Cardenal

Alejandro Ciordia Morandeira

Fotografías de Mario Gismera Chiapella

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Doctora en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y Catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social desde el año 2011, Yolanda Valdeolivas García ha sido recientemente nombrada Decana de la Facultad de Derecho tras las elecciones del pasado 24 de abril. A lo largo de su carrera, ha desempeñado una gran labor investigadora participando en diversos proyectos que han tratado temas como la negociación colectiva, las sucesivas reformas laborales, la temporalidad, la siniestralidad laboral o la prevención de riesgos laborales en el sector de la construcción en España, por citar algunos. Acompaña su currículum académico con una casi interminable lista de cargos de gestión y de representación en la UAM. Parece que no hay puesto ni comisión que Yolanda Valdeolivas no conozca de primera mano, y ahora como Decana se encuentra ante el reto de seguir mejorando la que sobre el papel es considerada la mejor facultad de Derecho de España, cuyos pasillos y aulas son casi su segunda casa. Los que la conocemos como docente sabemos que hay pocos momentos de respiro con ella, que parece tener las ideas siempre claras y así las transmite, de forma directa y sin vacilaciones. Acostumbrada al debate en público, su tono es apasionado pero no por ello menos respetuoso, intercalando afirmaciones incómodas para muchos con la mejor de sus sonrisas. Su reciente nombramiento, su extenso currículum así como la energía que nos transmite en todas sus clases, nos ha llevado a entrevistarla cuando apenas se ha instalado en su nuevo despacho.


En esta segunda parte de la entrevista le preguntamos su opinión acerca de la desigualdad entre hombres y mujeres, el sistema de cuotas, la conciliación entre vida laboral y familiar, el desempleo, el futuro de las pensiones, los sindicatos… Pese a que su condición de Catedrática en la materia le hace analizar en detalle todos los aspectos, no rehúye ningún tema ni se muerde la lengua en ningún momento. Recomendamos leer con detalle la entrevista, ya que aunque muchos temas son recurrentes desde hace varios años, el análisis de Yolanda Valdeolivas seguro que sorprenderá a más de uno.



Pincha aquí para acceder a la primera parte de la entrevista




PREGUNTA: Aprovechando su reciente elección como Decana queríamos hacerle algunas preguntas respecto a la posición que ocupan las mujeres en la universidad y en altos cargos. Me he fijado que en su equipo decanal de 11 personas 7 son mujeres, pero sus antecesores decanos han sido siempre hombres y en la historia de la UAM, con una excepción, también todos los rectores han sido hombres. Según las propias cifras que facilita la Universidad, hay apenas un 18% de catedráticas, lo cual contrasta con el dato de que en los últimos años el porcentaje de tituladas superiores en las universidades públicas es del 52%.

¿Por qué sigue habiendo tan pocas mujeres en altos cargos, tanto en las empresas privadas como en el sector público? ¿Cree que en el caso de la universidad esta situación cambiará con la incorporación de estas nuevas generaciones, o hay una mayor dificultad para las mujeres a la hora de acceder a este tipo de cargos?



RESPUESTA: Es un problema grave y solo podemos tener confianza en que el futuro cambie los estándares. Esto es no es más que el resultado de estándares sociales, de un reparto nada equitativo de las cargas familiares, de las cargas de atención al hogar y a los hijos entre hombres y mujeres. Esto se desenvuelve a todos los niveles, incluido el sector público. Es verdad que en el sector público, porque los mecanismos de acceso y promoción están más limitados por el merito y la capacidad, ese elemento está más compensado. Debo deciros que desde ese punto de vista en el ámbito de la universidad estamos en una situación privilegiada si nos comparamos con las empresas privadas y los consejos de administración. Pero yo soy la primera decana y está Facultad tiene más de 40 años. Es verdad, que nuestra Facultad ha ido generando en los últimos años un mayor número de promociones de mujeres catedráticas, pero que no era lo habitual a pesar de que había muchas mujeres en los niveles inferiores. Yo quiero pensar que todo eso irá cediendo naturalmente, pero no hay ninguna coherencia entre el número de alumnas que se gradúan y el número de cargos representativos.



“Las mujeres por mérito y capacidad ascienden hasta un determinado punto, y […] a partir de un determinado momento se valoran otro tipo de parámetros y criterios. No son el mérito y ni capacidad, sino elementos a los que presuntamente se prestan mejor los hombres”


La Facultad de Derecho está bastante bien equilibrada. ¿Queréis creeros que a mí me ha costado cubrir la cuota masculina? Lo he intentado, pero las personas trabajadoras y con compromiso que me venían a la cabeza rápidamente son mujeres. Seguramente porque muchos hombres compatibilizan la universidad con otras actividades fuera de la universidad, porque fuera es más difícil compatibilizar la vida familiar y profesional para las mujeres. Yo creo que la universidad no es un buen punto de observación, que debemos mirar fuera, porque si no aquí los datos pueden salir un poco deformados.

Pero me preocupa mucho la aplicación del género en esta materia. Tenemos un Observatorio en la Universidad Autónoma sobre igualdad y género que está llegando a conclusiones importantes y confío en que el propio devenir de los acontecimientos se vayan compensando estos elementos. Siempre contamos mucho con equilibrios en la universidad, que es especialmente celosa en esta materia. Pero no se os olvide que hay un techo de cristal. Las mujeres por mérito y capacidad ascienden hasta un determinado punto, y ahí aparece un techo invisible que somos incapaces de superar, ya que a partir de un determinado momento se valoran otro tipo de parámetros y criterios. No son el mérito y ni capacidad, sino elementos a los que presuntamente se prestan mejor los hombres.

Fijaros que en el mercado de trabajo la mayoría de puestos de trabajo a jornada parcial están ocupados por mujeres. Si preguntáis a esas mujeres la mayoría os dirán que quieren ocupar puestos a tiempo completo pero que el mercado las segrega naturalmente porque tiende a pensar que las mujeres están más preocupadas por los intereses familiares, el cuidado de los hijos, etc. Yo creo que la solución está en vosotros. En cuanto seamos capaces de cambiar el estándar social que atribuye la carga de cuidados de los hijos a las mujeres y ninguna carga a los hombres, seremos capaces de cambiar los efectos. En tanto no haya equiparación de esas tareas la batalla está perdida. Si somos capaces de cambiar el rol somos capaces de cambiar los efectos. Yo creo que, si hablamos en términos jurídicos, hay una discriminación indirecta.


“En cuanto seamos capaces de cambiar el estándar social que atribuye la carga de cuidados de los hijos a las mujeres y ninguna carga a los hombres, seremos capaces de cambiar los efectos”


P: Justamente, hablando sobre conciliación. Siendo la incorporación de la mujer al mundo laboral un hecho, aunque sigan existiendo desigualdades como la brecha salarial del 22%. Una pregunta que cabe hacerse es si la incorporación de las mujeres a altos puestos no se ha hecho a costa de una renuncia de la mujer a la compatibilización de la vida laboral y personal, adaptándose al horario tradicional del hombre cuando la mujer estaba en casa, en lugar de una adaptación de los puestos de trabajo a las necesidades de conciliación, tanto para hombres como para mujeres. Parece que la mujer que ambiciona llegar lejos en el mundo empresarial o en el sector público, ha tenido que hacerse al estilo de vida tradicional de los hombres.


R: Yo lo comparto plenamente. Creo que se está produciendo este efecto mimético: las mujeres reproducen el rol que los hombres supuestamente alcanzan en esos niveles. Esto supone renunciar a la vida familiar y su propia carrera personal. En la universidad tenemos ejemplos muy evidentes, donde la consolidación de carreras universitarias a nivel alto supone un retraso en la incorporación de la mujer a las obligaciones familiares, tener hijos, crear relaciones estables, etc.

Lo que tenemos que hacer es cambiar el estándar pero no solo de las mujeres sino también de los hombres. Creo que no es razonable trabajar de 9 de la mañana a 9 de las noche. En otros países hacia los que nos miramos para tantas otras cosas las empresas se cierran a las 5. Además teniendo en nuestro caso índices de productividad muy inferiores a los de otros países. Evidentemente algo estamos haciendo mal, tenemos que cambiar el modelo social: atribuir cargas por igual a los dos sexos y tener modelos de productividad y de trabajo muchísimo más racionales. Estamos a día de hoy en un modelo absolutamente irracional.



“Algo estamos haciendo mal, tenemos que cambiar el modelo social: atribuir cargas por igual a los dos sexos y tener modelos de productividad y de trabajo muchísimo más racionales”



No se nos olvide que no solo estamos ante una situación de conciliación de la vida laboral con la vida familiar, que ahí las mujeres estamos en desventaja porque lo familiar se nos asocia de forma prácticamente automática, si no que yo quiero en general tener posibilidades de conciliar la vida laboral y la vida personal. Es que la vida personal no solo es la atención de los hijos o ascendientes dependientes. El derecho a la vida personal y el derecho al ocio lo tienen por igual hombres y mujeres. Por eso yo no quiero ganarla a costa de los hombres, yo creo que es una reivindicación que debemos mantener toda la sociedad, para cualquiera de los sexos. Pero esto nos cuesta, poco a poco, se trata de un cambio que yo creo va a requerir generaciones, y todas y todos debemos ir poniendo nuestro granito de arena, rompiendo esos moldes que nos encorsetan y que han venido generándose como modelos inamovibles no sé en base a qué razones.




P: Hablabas antes de que te ha costado rellenar la cuota masculina en tu equipo decanal. Respecto a las cuotas femeninas, sobre las que se lleva hablando muchos años, recientemente hay una propuesta de una directiva europea que establezca el porcentaje mínimo de mujeres que debe haber en los consejos de administración de las empresas cotizadas. El objetivo es alcanzar el 40% para el año 2020. Ya ha habido varios países europeos que han puesto en marcha leyes en este sentido, siendo bastante exitosas en algunos casos. ¿Cuál es su opinión acerca de este sistema de cuotas, en la empresa privada y fuera de ella?





R: Sé que es un tema muy polémico, pero yo tengo que decir que tengo una posición muy clara: estoy a favor del sistema de cuotas, porque me parece que es el único elemento capaz de vencer una discriminación absolutamente constante. Lo he dicho antes, cuando hay una igualdad formal pero no hay una igualdad material hay que tomar acciones, y emprender acciones positivas de trato diferenciado a favor del colectivo desfavorecido. Algunos hablan de discriminación positiva, a mí no me gusta hablar de discriminación porque introduce un elemento peyorativo. Si una realidad produce resultados desiguales por razón de género nuestra Constitución obliga a remover los obstáculos, por lo que está perfectamente dentro de nuestro marco constitucional este tipo de medidas. Una remoción de los obstáculos se consigue mediante un sistema de cuotas, que ojalá dure lo menos posible para que la igualdad se haya impuesto y por tanto podamos prescindir de él. Ojalá llegue un momento en el que el sistema de cuotas lo tengamos que buscar del lado masculino, porque sea el sexo desfavorecido. En tanto eso no ocurra, no basta la tutela la igualdad formal, no bastan los mecanismos clásicos, porque tenemos que ir un paso más allá e intentar remover esta realidad que se muestra tozuda y para las que los instrumentos clásicos no nos valen. Por tanto el sistema de cuotas me parece válido para esos fines, porque además estoy segura de que detrás del sistema de cuotas se esconde mérito, capacidad, habilidades y formación. No se nos olvide: las mujeres tienen los mejores expedientes académicos, los más brillantes de media son de mujeres. Yo en mi experiencia mis mujeres alumnos han sido alumnas. No quiero decir que sea en sí mismo estadísticamente relevante, pero yo creo que es así, seguramente porque las mujeres tienen impresa en su carga genética la idea de que tienen que hacer el doble de esfuerzo [que los hombres] para ganar igual posición y esto se ve en el rendimiento. Eso nos hace ser a las mujeres mucho más autoexigentes. Todo esto con carácter general y basado en mi experiencia. Algo hay que hacer para cambiar esa estructura que, ya os digo, parece inamovible.




P: Ojalá dentro de poco no tengamos que hacer el bloque de preguntas de género y no sea novedoso la primera Decana o la primera juez…



R: Será muy buena señal. Eso sí, yo tengo que decir que soy la primera Decana y soy consciente de la carga simbólica que esto tiene, pero no pienso hacer mayor alusión a este tema. No ha habido desde este punto de vista mayor modificación que donde ponía en el correo institucional “decano.derecho” ahora pone “decana.derecho”. Yo tampoco quiero ser tratada como una mujer. No creo que sea un elemento que vaya más allá de lo simbólico y en todo caso si queréis pedagógico. Yo espero que no se me trate con más indulgencia ni con más rigor simplemente por el hecho de ser mujer.



“El derecho a la vida personal y el derecho al ocio lo tienen por igual hombres y mujeres. Por eso yo no quiero ganarla a costa de los hombres”



P: Cambiando de tercio queríamos hacerle algunas preguntas en relación con su condición de Catedrática de Derecho del Trabajo. La primera es sobre desempleo, seguramente el principal problema de España actualmente. ¿Qué cree que se puede hacer en el ámbito de la legislación laboral y de seguridad social para fomentar el empleo? ¿Cree que son positivas las medidas ya adoptadas de abaratamiento del despido, reducción de la cotización empresarial, flexibilización de la contratación, etc? ¿Son suficientes? ¿Qué más se podría hacer?.



R: Bueno… esto me llevaría mucho rato contestar porque es muy complejo y creo tener opinión al respecto. En primer lugar, yo me he mostrado absolutamente crítica con la reforma laboral, y muchos me lo habéis escuchado. Creo que lo primero que hay que hacer seguramente no lo resuelve una reforma laboral, porque las reformas laborales no crean empleo. Habría que cambiar nuestro modelo productivo, y esto es mucho más que reformar unas normas laborales, por muy numerosas que sean. Esto afecta a las inversiones y a una cosa que nos importa mucho, que es investigación e innovación. No vale pretender crear efectos positivos en el mercado de trabajo con reformas laborales, que además dicen que tienen su punto más débil en la formación e innovación, al mismo tiempo que se recortan los presupuestos para educación, formación profesional, investigación innovación y desarrollo, etc. Ahí hay una incoherencia en el mensaje que se nos envía.

Entrando más concretamente en la reforma laboral, ¿qué es lo que se ha hecho? Las medidas como las que se han llevado a cabo, y a los resultados me remito, no sólo no han provocado efectos positivos en la generación de empleo y en el mejor funcionamiento del mercado, si no que han provocado todo lo contrario. En primer lugar más destrucción de empleo, porque allí donde se facilita y se abarata el despido resulta ésta la salida más fácil en situaciones de crisis y no se buscan alternativas. En segundo lugar, se ha aligerado tanto la causalidad para tomar decisiones empresariales unilaterales, que entra todo, vale todo, de manera que hay una presunción de veracidad cuando una empresa señala una situación de crisis y quiere hacer cambios organizativos damos por buena todas las decisiones que la empresa tome aunque suponga un sacrificio de los derechos laborales.

“Si queríamos haber flexibilizado el mercado, debíamos haber flexibilizado lo interno y pero al mismo tiempo haber cerrado algo la salida”



Yo no voy a negar que la flexibilidad laboral es un valor a defender. Es innegable que una empresa que tiene dificultades tiene que tener alternativas variadas que le permitan responder mejor a las exigencias del mercado, pero hemos volcado toda la flexibilidad en el momento de salida. Aparentemente no, parece que tenemos mucha flexibilidad interna, pero cuando yo incremento mucho la flexibilidad interna, las medidas reorganizativas que no suponen despido, y al mismo tiempo flexibilizo mucho el despido, evidentemente la salida más fácil que tiene el empresario es el despido. Porque flexibilidad interna supone: reorganizar plantillas, cambiar jornadas, reestructurar horarios y salarios, modificar funciones, etc. Todo eso exige una gestión interna mucho más compleja que el despido. Por tanto, si la salida del despido es mucho más fácil porque no me exige una causa particularmente difícil, y cada vez es más barato, y además no necesito una autorización, y además la consulta no tiene efecto sobre la decisión del empresario…. Hemos hecho que el agua en vez de escapar por el canal que nos parecía debía conducir el mayor caudal, resulta que se nos va por el otro. Si queríamos haber flexibilizado el mercado, debíamos haber flexibilizado lo interno y pero al mismo tiempo haber cerrado algo la salida. Porque hemos abierto muchas vías de agua y el agua sale por todas partes, y siempre en perjuicio del trabajador. Debo decir una cosa también, hablamos mucho de flexibilidad laboral, que es un valor, y debe serlo para las empresas pero también para los trabajadores, y no se están valorando ninguna de las posibles medidas de flexibilidad en favor de los trabajadores. Esas últimas se han obviado, y la flexibilidad no es solo un valor empresarial.

¿Qué hay que hacer? Lo primero es que hay que votar a otro gobierno que nos saque de esta situación [risas]. Algunas medidas son difícilmente irreversibles pero otras tienen alternativas. Creo que ha habido un salto cualitativo entre la reforma laboral que hizo el Partido Socialista, con todas las críticas que mereció, mías también, y esta otra. Lo voy a decir muy claramente: yo creo que hemos cambiado el modelo de las relaciones laborales, hemos alterado el equilibrio de poderes y esto no había pasado hasta ahora. Hemos dado al traste con el valor de la negociación colectiva, que era un contrapeso muy importante a los poderes unilaterales de las empresas y, por lo tanto, hemos variado el modelo, en el sentido de otorgar mayor protagonismo a la empresa. Estamos volviendo un poco a los orígenes y el contrato y el poder unilateral del empresario cobra peso frente a los contrapesos que suponían los derechos colectivos de los trabajadores y básicamente la negociación colectiva. Pero ahora lo que importa es lo que hagan las empresas, y la negociación colectiva por arriba parece estorbar, a pesar de que esta es la única garantía que tienen los trabajadores para asegurar la eficacia de sus derechos.



“Hemos dado al traste con el valor de la negociación colectiva”




P: Justo ahora que mencionaba la negociación colectiva, una de las posibles causas para la pérdida de relevancia es la crisis de legitimidad en general del sistema político, pero que también afecta a los grandes sindicatos por sus estructuras, escándalos de corrupción, falta de transparencia. ¿Cree que los sindicatos siguen teniendo legitimidad para ejercer ese papel fundamental en la negociación colectiva?




R: Me asquea lo que está sucediendo con los sindicatos, pero me parece muy injusta la generalización de esos comportamientos corruptos a las estructuras. Yo creo que se viene imponiendo aquí una especie de presunción de corrupción de los sindicatos desde hace muchísimos años, mucho antes de que saliesen estos últimos escándalos de los que yo abomino y contra los que yo me opongo frontalmente. Nos sonará desde Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid con el tema de liberados, los fondos de formación, los famosos forfaits… Hay toda una campaña orquestada de desacreditación de los sindicatos. Esto sin merma de que hay que perseguir los comportamientos corruptos y que seguramente en las organizaciones sindicales hay que ejercer mayores controles de los que se han efectuado. Seguramente yo corregiría muchas de las medidas de los sindicatos, sobre las cuales he hablado directamente con ellos, ya que por mi formación y profesión tengo acceso fácil con ellos. Yo les he dicho algunas cosas que me parece que debieran hacer y corregir. Ellos son conscientes de que tienen que corregir muchas cosas. Pero la desautorización, la presunción de corrupción y de falta de legitimidad me parece un abuso, un abuso que no es casual sino que está perfectamente orquestado y que responde a variables muy complejas. Pero vamos, que la radiografía se saca muy fácilmente.

Sobre lo que hablabas de si son más o menos legítimos, yo creo que la legitimidad se la ganan cada día en las empresas, donde regularmente son votados como representantes en los comités de empresa y delegados de personal, y se la ganan también cada día en la defensa de los intereses de los trabajadores, en todas las convocatorias. Yo creo ningún partido político de los que tenemos ahora no tiene la capacidad de convocatoria que tienen los sindicatos más representativos en este país. No nos olvidemos que los sindicatos han sido el instrumento para la conquista de los derechos sociales y económicos, no los partidos políticos. Porque veníamos de donde veníamos, y esa es una historia que arrastran en lo bueno, también seguramente en algunas sinergias que habría que modificar porque ya no son los tiempos en los que nació el sindicalismo aquí a finales del siglo XIX.

Pero yo creo que esa crítica de falta de legitimidad no la tienen. Si a votos nos referimos y a refrendos concretos tienen mucha más legitimidad que los partidos políticos. Se habla de la escasa tasa de sindicalización de nuestra población activa, ¿y la tasa de militancia política? Además os digo, la baja tasa de militancia política vendrá explicada por otros factores que ahora me interesan menos, pero la tasa baja de sindicalización es generada por nuestra propia legislación. Hemos elegido un modelo de negociación colectiva de eficacia general, un modelo en el que no podemos establecer privilegios para los afiliados respecto de los no afiliados ya que nos hemos grabado, casi con sangre, la idea de que la libertad sindical negativa tiene el mismo valor que la libertad sindical positiva. Entonces que hemos creado un modelo que no solamente no anima a la afiliación sino que al contrario desincentiva la sindicación. Hay que pagar cuotas, exigir disciplinas sindicales, cumplir los estatutos del sindicato… para luego, en el día a día de las relaciones laborales no obtener ninguna diferencia respecto de los que no han optado por esa afiliación. Además, tampoco se nos olvide, la afiliación es un elemento que puede ser utilizado por el empresario con fines torticeros. Así que todo apunto a que no nos afiliemos.

“Si a votos nos referimos y a refrendos concretos [los sindicatos] tienen mucha más legitimidad que los partidos políticos”



Por tanto, primero, si buscamos en las tasas de sindicalización la legitimidad de los sindicatos, yo entonces pido que se busque en todas las demás organizaciones sociales, los partidos políticos los primeros. Segundo, si se busca en votos, desde luego tienen mucha más legitimidad porque renuevan sus apoyos en las empresas voto a voto y cualquier partido político estaría deseoso de tener la mitad de apoyos en cada sufragio que tienen nuestros sindicatos más representativos, e incluso muchos que no tienen esa condición. Tercero, la legitimidad o las tasas de sindicación y la legitimidad viene dado por un modelo que es perfectamente reversible. Hágase esto, que los afiliados encuentren un plus como el que se afilia al Real Madrid, al club de campo, a una asociación deportiva o a un partido político.




P: Hablando ahora de la crisis demográfica a medio plazo, ya no diría largo, que tiene una gran repercusión para el sistema de seguridad social, especialmente para la sostenibilidad del sistema público de pensiones, ¿le parece adecuado el retraso de la jubilación a los 67 años? ¿Hay que retrasar todavía más la edad legal y la edad real de jubilación? ¿Existen otras alternativas para no tener que recurrir a un sistema con un mayor peso de planes de pensiones privados?



R: También me requeriría una larga explicación. Los temas demográficos tienen que interesar al sistema de seguridad social y tienen que ser un elemento en consideración para la sostenibilidad. El problema es que hay muchos análisis demográficos, en primer lugar. Como suelo decir, no perdamos la batalla contra los economistas o los estadísticos que dan una visión que parece inamovible, una verdad absoluta, porque también hay proyecciones demográficas que varían mucho de las que nos han puesto encima de la mesa para articular las medidas que se han articulado ahora.




Por partes, retrasar la edad de jubilación. A mí no me parece mal retrasar la edad de jubilación en la medida en que esto responde al crecimiento de la esperanza de vida. Yo lo podría incluso atender en base no solo a criterios económicos, sino también a que la incorporación al mundo del trabajo es más tardía, los estudios se prolongan más, tenemos más años después de la jubilación donde todavía somos capaces de disfrutar del ocio. Antes las personas se jubilaban y prácticamente se morían, ahora quedan muchos años de vida después de la jubilación. Por lo que es un principio de razonable adecuación a la evolución de la población en general. Ese traslado tiene que hacerse de forma muy lenta, y por eso las disposiciones transitorias están razonablemente bien puestas. Ahora bien, lo que no me parece que se ajusta a estos parámetros son elementos como el factor de sostenibilidad para no revalorizar las pensiones, la congelación que en el fondo determinan, ya que esto responde a otros esquemas que nos intentan vender en base a que nos salen las cuentas.

“No me parece mal retrasar la edad de jubilación en la medida en que esto responde al crecimiento de la esperanza de vida”



Hay un elemento poco discutible, con independencia de que la intensidad si pueda discutirse si es mayor o menor: los activos son cada vez menos, y puesto que los activos sostienen a los pasivos, en la medida en que los pasivos son cada vez más pues efectivamente la suma cero resulta muy sencilla de obtener y no hay activos suficientes para mantener al número de pasivos. Pero ¿quién ha dicho que el sistema tenga que autofinanciarse y que no pueda disponer de otros elementos económicos y disponer de otras partidas? ¿Dónde, en qué evangelio pone que la seguridad social tenga que financiarse en el nivel contributivo sólo con cuotas de los trabajadores y empresarios? Si es así, si eso ha existido siempre, debo decir que hemos actuado de forma incoherente. Porque cuando nos iban bien las cosas y había muchos más ingresos que gastos la hucha de las pensiones, el famoso Fondo de Reserva, solo opera a partir de 1994. Y a partir de este año, cuando hay superávit no todo el superávit va al Fondo de Reserva, sino que es el Ministerio de Economía quien decide que parte de lo que nos sobra va al Fondo de Reserva para futuras situaciones de vacas flacas, como las que vivimos ahora. Si entonces el sistema tenía que autofinanciarse, todo debería haber ido a la hucha, y entonces en vez de tener ahora 60 y tantos mil millones de euros tendría 200 mil millones.



“¿Estamos dispuestos a tener un sistema de pensiones público y suficiente […]? A partir de ese momento sáquense los recursos de donde sea. Esta es una decisión política”



Falla también aquí la premisa, el propio concepto. ¿Estamos dispuestos a tener un sistema de pensiones público y suficiente, con independencia de que complementen los que quieran con un sistema privado, y no entreguemos el mercado a los privados? ¿Dónde vamos a fijar el nivel de suficiencia? A partir de ese momento sáquense los recursos de donde sea. Esta es una decisión política. ¿Queremos mantener una sanidad pública? Pues no me diga usted que nos cuesta mucho. Si la mantenemos, nos cuesta y tendremos que sacar los recursos de donde sea. A mí se me ocurren algunas formulas: vamos a quitar los topes de cotización y que cada cual cotice conforme a lo que realmente gana, manteniendo por cierto si me pongo economicista los límites de pensiones. Así que tú a lo mejor estás contribuyendo por 4.000 pero tu pensión no supera los 2.500, a lo mejor por ahí obtenemos ingresos y lo dejamos todo dentro del sistema. Pero, ¿por qué no puedo yo mover de televisiones, o de carreteras, o de Defensa, o de archivos históricos, para que sea de lo más variopinto? ¿Por qué? Repito, sepamos cuanto nos cuesta un sistema público de pensiones mínimo, suficiente para atender nuestras necesidades, que garantice además revalorizaciones y evite la pérdida de poder adquisitivo, y saquemos los recursos de donde sean. Esas son las decisiones políticas, que no nos vendan mal las cuentas.

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