R. Diwakar. “Una forma diferente de dar poder político a las mujeres”
Autor: Roshini Suparna Diwakar
Traducción de Elisa Llop Cardenal
Tras la agitación que supuso la victoria del NDA [National Democratic Alliance, una coalición de partidos políticos de centro-derecha en India que ganó las últimas elecciones en abril y mayo] en las últimas elecciones, los ánimos se van calmando, y tanto los comentaristas políticos como los medios de comunicación van pasando página tras estas elecciones que califican como históricas. Sin embargo, habitualmente cuando las tildan de “históricas” es debido a la derrota del Indian National Congress [también conocido como Partido del Congreso; fundado en 1885, jugó un papel fundamental en la lucha por la independencia y desde 1947 ha sido uno de los partidos hegemónicos en India, liderado tradicionalmente por las familias Gandhi y Nehru] y el ascenso de Modi [actual Primer Ministro de India, Narendra Modi, pertenece al BJP, uno de los partidos que conforman la coalición del NDA]. Me gustaría señalar que yo las considero históricas porque el actual Lok Sabha [cámara baja][1] está compuesto por el número más alto de mujeres de su historia.
Mujeres protestando durante una huelga en 2011. Fuente: Zee News
Pero no descorchemos el champán todavía. La cifra de la que estamos hablando es únicamente de 61 mujeres de los 545 miembros que componen el Lok Sabha, es decir, un 11% del mismo, y tan sólo hay 2 mujeres más que en el anterior y decimoquinto Lok Sabha. Aunque estos datos son alarmantes en sí mismos, la brecha de género se hace abismal cuando los comparamos con las cifras de representación femenina en este órgano a nivel global (21,9%) y a nivel regional (18,5%).
Las cifras en el Rajya Sabha [cámara alta][2] son ligeramente mejores: 30 mujeres de 243 miembros, es decir, un 12,3%. Tratándose de un país que se enorgullece de ser la mayor democracia del mundo, creo que es absolutamente necesario replantearnos lo que entendemos por democracia.
Lo más interesante es que han transcurrido ya más de 20 años desde que en India adoptamos una política de cuotas (que se fijó en un 33%) para los panchayats [gobiernos ejercidos por concejos comunales de pequeños pueblos y poblados], lo que llevó a la elección de aproximadamente un millón de mujeres en el total de gobiernos municipales. Varios estados han incluso elevado la cifra al 50%. Esto lleva a cuestionarse por qué dudamos en adoptar medidas similares a nivel nacional.
Basándonos en la intuición, podemos observar que las mujeres obtienen menor representación a medida que subimos en los niveles de gobierno. Durante el gobierno del UPA [coalición de partidos de centro-izquierda, cuyo principal partido es el Congreso Nacional Indio del que es presidenta Sonia Gandhi], la Ley que fijaba la reserva de cuotas femeninas se aprobó en el Rajya Sabha, pero su estatus ha permanecido igual en el Lok Sabha. Así, mientras el debate giraba en torno a la “reserva dentro de la reserva”, el parlamento se ha quedado atascado y atrasado en esta cuestión.
Sonia Gandhi, presidenta del Partido del Congreso, en un mitin en marzo.
Fuente: New Indian Express
Pero ¿necesitamos realmente reserva de cuotas para mujeres? Desde la Independencia de India ha existido libertad para concurrir a unas elecciones para todos los adultos por igual, y lo cierto es que, aunque lentamente, la representación de mujeres en el parlamento ha ido en aumento.
Podría argumentarse que, con el tiempo, se alcanzará una representación proporcional de hombres y mujeres en el parlamento con respecto a la sociedad. La respuesta habitual a este planteamiento es que las mujeres deberían tener poder para tomar decisiones acerca de las cuestiones que les afectan. Dado que las estructuras e instituciones son inherentemente patriarcales, alcanzar de forma “natural” la representación igualitaria de ambos géneros es un proceso cuanto menos largo, si no improbable.
Aunque ya es perceptible un cierto progreso en este ámbito, es necesario acelerar el proceso. Los hombres, en tanto que los principales legisladores, pueden distorsionar la forma en que la sociedad percibe determinadas cuestiones relacionadas con los derechos reproductivos de las mujeres, la violencia doméstica y sexual y el trato a las niñas.
Esto no implica que los hombres sean incapaces de entender los “asuntos de mujeres”, sino que se trata de poner de manifiesto que las experiencias personales de aquellos especialmente afectados son indispensables en estos casos. Las políticas adoptadas deben moldearse en función de las experiencias y la realidad, y por ello resulta fundamental en este punto la perspectiva de las mujeres, con sus múltiples facciones y complejidad. Este es un argumento de por sí válido y crucial en el asunto, pero me gustaría ir un paso más allá. La representación de las mujeres en el Parlamento no es únicamente necesaria cuando se trata de abordar “asuntos de mujeres”, sino que es necesaria para debatir cualquier cuestión.
Vigilia en protesta contra las violaciones sexuales. Fuente: skai.gr
Las mujeres constituyen casi la mitad de la población de India, ¿por qué no deberían contribuir igualitariamente a la toma de cualquier decisión política en el país? Afirmar que sólo determinadas cuestiones afectan a las mujeres es reducir nuestra esencia y convertirnos exclusivamente en mujeres, no en ciudadanas ni seres humanos.
Las mujeres deberían jugar un papel decisivo en la toma de decisiones relacionadas con los derechos reproductivos de las mujeres y nuestra especial posición en este ámbito; pero también debemos tomar decisiones relacionadas con defensa, deportes, infraestructuras, industria, etc., tradicionalmente asociadas al mundo masculino.
El simple hecho de que continuemos considerando estos espacios como predominantemente masculinos pone de nuevo el énfasis en la necesidad de que las mujeres formen parte de ellos. ¿Acaso no conciernen a las mujeres cuestiones como un transporte público adecuado o el nivel salarial? Es necesario que cambiemos la retórica y reconozcamos que las cuotas femeninas son esenciales para cualquier democracia, puesto que somos igualmente miembros de la ciudadanía, e igualmente responsables de la toma de decisiones.
[1] Sus miembros se eligen directamente por los ciudadanos.
[2] Sus miembros se eligen por las Asambleas Legislativas de los diferentes Estados, a través de un sistema de representación proporcional.
* Una versión en inglés de este artículo fue publicada en el periódico digital The Asian Age y ha sido cedido expresamente por su autora a Ágora para su traducción y publicación.
CURIOUS CASE OF GETTING POLICY ROLES FOR WOMEN
Roshini Suparna Diwakar
Roshini has completed her Masters in Comparative Politics (Research) from the London School of Economics and Political Science. She holds a Post-Graduate Diploma in Conflict Transformation and Peace Building and a Bachelor’s Degree in Political Science from University of Delhi, India. She is now working at an NGO in India. When she isn’t busy ‘ranting’ about feminism, she enjoys snuggling next to her dachshund with a good book or movie.
As the dust from the NDA’s stormy win settles, political pundits and members of the media have moved beyond analysing this historic election. Of course, when we talk about it being historic, it’s usually in reference to the Congress’ loss and Modi’s rise. I’d like to talk about it being historic because it is now the Lok Sabha with the highest number of women representatives.
But wait a second before we pop the champagne. This number that we are talking about is only 61 from 545, that is 11 per cent of the Lok Sabha and just 2 seats over the count in the 15th Lok Sabha.
This is alarming in itself, but when compared to the global (21.9 per cent) and regional (18.5 per cent) average, it is abysmal.
The numbers in the Rajya Sabha, 30 from 243 (12.3 per cent), are only marginally better. For a country that prides itself on being the largest democracy in the world, I think we really need to re-examine how we define democracy.
What’s interesting is that it’s been over 20 years since we adopted reservation policies (33 per cent) for panchayats, thus leading to the election of about 10 lakh women to local government. Several states have even expanded this to 50 per cent. This raises the question of why we are hesitant to adopt similar policies at the national stage.
Intuitively, we get less representative as we move higher in the levels of government. During the UPA government, the Women’s Reservation Bill was passed in the Rajya Sabha, but its status in the Lok Sabha has remained the same. While debates on “reservation within reservation” have dominated the discussion, parliament has continued to stall on the subject.
But why do we need reservation for women in the first place? We’ve had universal adult franchise since Independence, and representation of women in parliament has been increasing, albeit slowly.
It could be argued that we will eventually reach proportional representation. The most cited response to this question is that women should have decision making powers on issues that affect them. With structures and institutions being inherently patriarchal, the struggle to reach equal representation “naturally” is long, if not elusive.
While progress is being made in this regard, there is a need to accelerate this process. Men, as the primary lawmakers on women’s reproductive rights, domestic and sexual violence and the girl child, can skew the way these issues are perceived.
This is not to say that men cannot understand “women’s issues”, but rather, to state that the experiences of the main stakeholder is indispensable in these situations. Policies should be shaped by experiences and reality, and so women’s perspectives, in all their multifaceted complexity, are central to this. This is a valid and extremely crucial argument to make, but I’d like to go a step further. Representation of women in Parliament is not important only so they can speak on “women’s issues”, but so they can speak on all issues.
Women constitute almost half of India’s population, why shouldn’t we contribute equally to any policy decision of the country? To say that only particular issues affect us is to essentialise us into being only women and not citizens, human beings.
Women should play a big role in decisions related to women’s reproductive rights and our unique positions; but we should also make decisions on defence, sports, infrastructure, heavy industries etc., which are considered to be traditionally masculine.
The very fact that we continue to see these spaces as predominantly “male” re-emphasises the need to have women engage with it. Don’t issues like access to adequate public transportation and wages affect women?
We need to change the rhetoric and recognise that reservation for women is essential for a democracy because we are equal stakeholders in the system, equal citizens.