ENTREVISTAS - Bernardino León: “En el caso de Libia todo el mundo está apostando por la iniciativa d
Julia Giráldez Velasco
Bernardino León Reyes
Daniel Martínez González
Vera Sánchez Matute
Hemos tenido la oportunidad de reunirnos con Bernardino León Gross, actualmente Representante Especial del Secretario General y Jefe de Misión de las Naciones Unidas para Libia (UNSMIL).
Nacido en Málaga en 1964, licenciado en Derecho y con un Máster en Relaciones Internacionales, inició su carrera diplomática en 1990. Fue enviado a Liberia, donde comenzó a centrar su interés profesional en las causas de la violencia étnica y, desde entonces, su carrera política y diplomática ha estado primordialmente desarrollada en torno al Mundo Árabe. Posteriormente ha estado destinado en las representaciones diplomáticas españolas de Argelia, Grecia y en la Representación Permanente de España ante la UE.
Su dedicación al diálogo y cooperación intercultural lo llevó a convertirse en 2001 en el Coordinador de la Fundación Tres Culturas y a crear en 2003, junto al músico Daniel Barenboim, la Fundación Barenboim-Said para la Música y el Pensamiento –unida al proyecto de la West Eastern Divan orchestra, que reúne a jóvenes talentos musicales palestinos, árabes e israelíes.
Fue nombrado en 2004 Secretario de Estado de Asuntos Exteriores de España y en 2008 pasó a ocupar el cargo de Secretario General de la Presidencia del Gobierno, ocupándose -entre otras cuestiones- de negociar la incorporación de España al G-20.
A raíz de la Primavera árabe y con el objetivo comunitario de promover el diálogo europeo con los países árabes, fue propuesto por Catherine Ashton para ocupar el cargo de Representante Especial de la Unión Europea (EUSR) para la región del Mediterráneo Sur.
Con su formidable trayectoria, nos ha ofrecido esta interesante entrevista, explicando la situación presente en Libia y la coyuntura del conflicto.
*La entrevista fue realizada el pasado lunes 16 de febrero de 2015. Esa mañana aviones del ejército egipcio bombardearon a primera hora supuestos enclaves de las filiales libias del EI en Derna. Este bombardeo se debe a que Egipto prometió venganza tras la decapitación de 21 cristianos coptos egipcios a manos del Estado Islámico en Libia. El viernes 20 de febrero se registraron 3 atentados en la ciudad de Al Quba, dejando al menos 40 muertos. Avisamos a aquellos lectores que estén siguiendo los acontecimientos en detalle que ambos eventos han introducido nuevas consideraciones en el conflicto en Libia, que por ser posteriores no pudimos incluir en esta entrevista.
PREGUNTA: ¿Qué le parece el término 'Primavera Árabe'? ¿Cree que la “revolución” que derrocó a Ghadafi en 2011 puede enmarcarse dentro de esta narrativa de transición hacia regímenes democráticos, o más bien tenía como objetivo único derrocar al régimen para instaurar uno nuevo orientado más a intereses tribales que democráticos?
RESPUESTA: Está claro que Ghadafi y su régimen habían generado una oposición muy fuerte dentro de Libia, pero no está tan claro por qué estaban luchando los libios. Luchaban claramente contra Ghadafi, pero el tipo de Estado que querían construir es más difícil de definir porque ningún libio ha conocido nunca lo que es una democracia. Pasaron de la colonización a la monarquía y de la monarquía al régimen de Ghadafi, y por tanto, todos estos revolucionarios que ahora se han dividido en un campo islamista y en un campo llamado liberal, no tenían excesivamente claro cuáles tenían que ser las señas de identidad del nuevo Estado.
'Primavera árabe' es un término aplicable porque hubo un cierto contagio de lo que pasó en Egipto y Túnez a lo que ocurrió en Libia, pero también es verdad que la situación social en Libia es muy distinta de la situación en Túnez y Egipto, que para empezar son Estados más modernos, son Estados dotados con una estructura estatal asentada, cosa que Libia nunca ha tenido.
Además, como mencionas, Libia es un país con una sociedad muy tribal, sobre todo la parte este, la parte oeste es más urbana, y lo que llamamos tribus en el este en el fondo son ciudades con una identidad muy fuerte como son Sabratha, Gharyan, o Sirte. Pero no creo que el impulso de la revolución fuese construir un Estado tribal, era construir simplemente un Estado, un Estado moderno. Para unos, un Estado moderno tenía que ser un Estado democrático, para otros un Estado funcional. También es verdad que los islamistas jugaron un papel muy activo y fuerte en la revolución, y se adelantaron a los demás en muchas cosas, pero todo lo que hemos visto han sido choques y problemas institucionales porque no hay una tradición de instituciones.
"'Primavera árabe' es un término aplicable porque hubo un cierto contagio de lo que pasó en Egipto y Túnez a lo que ocurrió en Libia, pero también es verdad que la situación social en Libia es muy distinta"
Lo último ha sido la decisión del Tribunal Supremo de anular artículos que llevaron a la elección del último Parlamento y que pretende ser una forma de enviar a su casa a un Parlamento entero. Esto demuestra hasta qué punto todavía no se ha asentado la idea de cómo tiene que funcionar una democracia.
P: ¿Ha fracasado la transición en Libia? Si es así, ¿por qué?
R: No, habría que preguntarse si ha empezado. Libia todavía está en una situación de posguerra o de post revolución. No ha habido todavía una identificación de los ciudadanos con los partidos políticos, no hay una Constitución todavía que hayan aprobado que apoyen todos los libios, lo que hay es una declaración constitucional provisional, es decir, todavía están con una estructura social muy militarizada y muy dominada por las mismas milicias que hicieron la revolución y cuentan con un marco político que sigue siendo provisional, que se creó en algún caso no ya después de la revolución sino durante la misma revolución.
"Libia todavía está en una situación de posguerra o de post revolución"
No sé si se puede hablar de un inicio de transición todavía. En el caso de Libia además serán muchos años, porque como decía antes, es una transición, pero tampoco sabemos muy bien hacia qué están transitando. Por el momento están transitando hacia un país que está dividido y esto no es de lo que se trataba, pero en este momento hay dos Parlamentos y dos Gobiernos.
P: ¿Podría explicar brevemente cuál es la actual situación política en Libia y quiénes componen las dos principales facciones hoy enfrentadas, esto es, los gobiernos de Trípoli y Tobruk?
R: La situación es de guerra, de una guerra civil. Hasta ahora, todo parecía indicar que esa guerra iba en escalada y a generalizarse en todo el país. Presentamos una iniciativa desde la ONU en enero que logró detener el enfrentamiento, y el jueves pasado conseguimos que los dos bandos se reuniesen por primera vez en una reunión que hubo en Gadamés. Esta ha sido la primera vez que las dos partes se han sentado, aunque no directamente; esto es lo que llamamos en la jerga proximity talks: están en dos habitaciones separadas, y yo como mediador voy de una a otra.
Después de los incidentes de este fin de semana, esta mañana he estado hablando con ellos y les he dado una semana para poder terminar con las negociaciones, luego en una semana o bien acordamos un nuevo Gobierno y un régimen de seguridad, o bien anunciaremos que no se ha podido llegar a un acuerdo y el camino quedará abierto para que el Consejo de Seguridad tome alguna decisión.
P: ¿Cree que hay margen para un acuerdo de alto el fuego en el corto plazo? ¿Y para la formación de un Gobierno legítimo y estable en todo el territorio libio?
R: Es lo que estamos intentando, tendría que ser algo que ocurriese entre una semana y diez días. Luego siempre es posible que se pueda ascender a algo más, pero yo no creo que la situación en el país aguante mucho más que eso; o se resuelve rápido o se irá a una escalada de posibles intervenciones como la que hemos visto esta mañana de aviones egipcios en Dafna.
"O [la situación en Libia] se resuelve rápido o se irá a una escalada de posibles intervenciones"
P: ¿Qué alcance tiene la presencia del grupo terrorista Ansar al-Sharia en territorio libio? ¿Qué vínculos mantiene realmente con la colonia del EI en Libia o con el grupo salafista AQMI (Al-Qaeda del Magreb Islámico)?
R: No se sabe muy bien, porque los mismos grupos están moviéndose entre tendencias locales, como sería Ansar al-Sharia, y las dos franquicias internacionales que tienen más influencia en este momento que son Al-Qaeda y Daesh EI. La presencia de estos grupos ha sido tradicionalmente importante en el este del país, en Bengasi y en Darna. Sabíamos que había alguna presencia en el oeste, en alguna zona como Sebrata, y en el sur en algunos campos de entrenamiento (gente que se está moviendo entre Mali y Libia o entre Nigeria y Libia). Pero ahora en las últimas 3 o 4 semanas hemos empezado a ver atentados en Trípoli y atentados importantes en el oeste del país; y en los últimos 4 días, una presencia ya más numerosa de 40, 50 personas, quizás más, en Sirte. Hay claramente un salto cuantitativo y cualitativo. Pero todavía pensamos que no son grupos demasiados numerosos, todavía debería ser factible enfrentarse a ellos. Desde luego, si no se actúa rápido puede crecer y puede alcanzar algún día, no sé si la dimensión que tiene en este momento en Siria e Irak que es demasiado grande, pero sí que puede crecer bastante.
P: ¿Qué medidas se están tomando y cuáles cree que se podrían plantear con respecto a la desarticulación de las redes de captación de yihadistas de los grupos terroristas de Al Qaeda y el EI en Libia?
R: Ese es el problema, que por el momento no se está haciendo mucho porque las energías las están consumiendo en enfrentarse los subgrupos que no están tan alejados ideológicamente ni socialmente, que son relativamente homogéneos y que podrían perfectamente llegar a un acuerdo, y eso es lo que estamos intentando hacer en este proceso. Si llegan a un acuerdo, casi la primera prioridad del nuevo Gobierno debería ser la lucha contra el EI, contra Al-Qaeda y contra el terrorismo interno.
"Si llegan a un acuerdo, casi la primera prioridad del nuevo Gobierno debería ser la lucha contra el EI, contra Al-Qaeda y contra el terrorismo interno."
P: Nos gustaría conocer su opinión acerca del creciente debate que cuestiona la compatibilidad del Islam -entendido en su versión fundamentalista- y la democracia, principalmente a raíz del auge del EI. ¿Cabe un gobierno plenamente democrático y representativo en un Estado regido por la Sharia?
R: La Sharia es un concepto que puede casi no significar nada. Regido por la Sharia no está ningún Estado. Egipto en la época de Mubarak era un Estado, desde el punto de vista de moral y de costumbres, bastante abierto, y sin embargo la Sharia era la principal inspiración del sistema jurídico egipcio pero no tenía gran trascendencia. En cambio, un país como Irán no aplica oficialmente la Sharia y sin embargo es mucho más estricto socialmente. Por tanto no tiene porqué significar nada. En Europa se planteó la posibilidad, cuando se discutía la Constitución Europea en su momento que luego fue el Tratado de Lisboa, de hablar de las raíces cristianas de la Unión Europea; pues este es más o menos el valor que hay que darle a la idea de la Sharia. Túnez tiene una Constitución democrática, es un Estado democrático que demuestra que es compatible ser musulmán y ser democrático. Su artículo primero define Túnez como un país musulmán y este artículo ha sido el mismo en las distintas Constituciones tunecinas a lo largo de los últimos 60 años, por lo que no tiene que haber un inconveniente de ese tipo. Hay varias Constituciones europeas que también hablan de la inspiración cristiana: la polaca, la irlandesa, la maltesa… No tiene porqué haber una incompatibilidad entre la religión y un sistema democrático. El problema está en las interpretaciones que se hacen del Islam. Nosotros en España sabemos muy bien que aprendimos a modernizar la oscura Edad Media, a empezar el Renacimiento y a abrir nuestras mente gracias a los árabes, o sea que no tendría porqué ser así.
"Túnez demuestra que es compatible ser musulmán y ser democrático"
P: Desde su cargo de Representante Especial del Secretario General y Jefe de Misión para Libia, ¿cuál es exactamente el papel que juega la ONU, y en particular la misión que usted dirige, en Libia? ¿Cuáles son sus objetivos para los próximos meses?
R: Nuestro mandato fundamental tiene dos columnas: una es la reconstrucción de Libia después de la Guerra y apoyar a los libios en la construcción de un Estado moderno, y la segunda es la mediación política. Obviamente, cuando me nombraron el verano pasado, Libia ya estaba sumida en la guerra civil en la que está en este momento y no nos planteamos trabajar en la primera de estas dos áreas, es decir, no estamos ahora mismo en reconstrucción del Estado. De hecho, estamos reduciendo la misión en toda esa parte. Estamos trabajando mucho en la mediación y en la negociación y, además, lo estamos haciendo en unas condiciones únicas ya que no es muy frecuente que en un país todas las organizaciones internacionales, regionales y el resto de países dejen el protagonismo a la ONU en exclusiva. Normalmente, suele haber dos o tres procesos a la vez, pero en el caso de Libia todo el mundo está apostando por la iniciativa de la ONU, lo cual está muy bien porque nos refuerza mucho… Pero también es una responsabilidad muy importante. Por el momento se había hablado de una iniciativa argelina, sudanesa… ha habido varias ideas pero ninguna ha prosperado, la única que lo está haciendo es la nuestra. Así que ahora la mediación es la prioridad.
"Estamos trabajando mucho en la mediación y en la negociación"
P: ¿Ha incluido España, con su reciente llegada al Consejo de Seguridad, la cuestión libia dentro de sus principales preocupaciones a abordar desde la ONU?
R: Sí. Yo creo que incluso antes de la entrada en el Consejo de Seguridad, España estaba siguiendo a Libia muy de cerca. Las razones son evidentes: somos uno de los principales clientes de Libia en la compra de petróleo, también en el gas aunque Libia no sea un gran exportador de gas, y somos el tercer país más afectado por todo el tema de la emigración después de Italia y Malta.
Y luego, por supuesto, como país muy cercano al Magreb y al norte de África, la presencia del EI y de terroristas en Libia nos preocupa enormemente. Por eso España ya venía trabajando en este tema. Desde mis primeros contactos con el Gobierno español pude ver que había un gran interés en el tema libio. Ya el pasado mes de noviembre se convocó una importante reunión regional con los países del proceso que se llama “Cinco más Cinco” y lo que se llamó el “Cinco más Cinco ampliado” con un grupo de países de la región, y han seguido desde entonces muy activos en el proceso. Además, ahora que están en el Consejo de Seguridad, es siempre uno de los países más activos cuando se plantea el tema de Libia. La semana que viene tengo que presentar un informe en el Consejo de Seguridad y siempre España es un país especialmente activo.
P: ¿Cuál es la principal diferencia entre el conflicto acontecido en Libia y el que está teniendo lugar en Siria en términos de la aceptabilidad de la intervención humanitaria?
R: Las diferencias son enormes: en Libia, en las dos partes que se están enfrentando, como os decía anteriormente, no hay una que esté vinculada al terrorismo y al EI; sí hay una que está más cerca de los movimientos islamistas y que tiene una parte, un 15 o 20 por ciento, que son especialmente radicales, pero en general se pueden definir como moderados… son gente que puede perfectamente ponerse de acuerdo y de hecho yo espero que se pongan de acuerdo. Yo creo que de las grandes crisis que estamos viviendo ahora mismo que son Siria, Irak, Yemen y Libia, la única que tiene una posibilidad de solución es Libia, porque en las otras hay factores más complicados. Esto no quiere decir que vaya a ser fácil y que se vaya a resolver en poco tiempo.
"En Libia, en las dos partes que se están enfrentando, [...] son gente que puede perfectamente ponerse de acuerdo y de hecho yo espero que se pongan de acuerdo"
En el caso de que no se pongan de acuerdo porque no hayamos tenido éxito en las negociaciones de las próximas semanas, el enfrentamiento entre estas dos partes sí que puede permitir que haya un crecimiento muy fuerte del EI de Libia o de Al Qaeda o cualquiera de los otros grupos. Entonces sí podríamos encontrarnos con una situación más difícil, pero de momento yo creo que todavía es factible resolverlo.
P: ¿Es posible trazar una línea que separe una intervención humanitaria legítima y una intervención que sirve los intereses propios de las potencias que la encabezan? ¿Qué opina sobre la controvertida doctrina de la “responsabilidad de proteger”, tan criticada por la opinión pública a raíz de la intervención en Libia, pero tan esgrimida por quienes claman por una intervención en Siria?
R: Esta es una pregunta muy difícil. En primer lugar no está muy claro si hay que hablar de derecho o de deber de intervención humanitaria. La “responsabilidad de proteger” sí creo que está ya muy asentada en el Derecho Internacional y esa creo que la tenemos todos. En Libia no hay un problema humanitario de una dimensión mayor, sino un problema que es, por supuesto, importante … se habla de 300.000 desplazados, pero es un país relativamente rico y con posibilidad de movimiento dentro de Libia. Hay ciudades relativamente estables y donde las posibilidades son razonablemente buenas. Todavía no se puede hablar como tal de una intervención humanitaria, no se le está infligiendo un daño tan grande a la población como para que tengamos que hablar de una situación de ese tipo.
"No está muy claro si hay que hablar de derecho o de deber de intervención humanitaria"
El tipo de intervención del que se habla en Libia, el que yo le he pedido al Consejo de Seguridad, es por el momento una misión de monitoreo internacional para un acuerdo, si es que se consigue en el proceso de negociaciones, y probablemente una fuerza de mantenimiento de la paz en algunas zonas especialmente difíciles del país, probablemente en Benghazi y entre la ciudad de Zawiya y la región de Washafana donde hay unos conflictos y odios locales que pueden ser muy complicados de gestionar en el futuro. Y luego, también entre la ciudad de Zintan y varias de las ciudades que están alrededor, donde también hay unos enfrentamientos históricos muy profundos y que también serán difíciles de controlar. Ahí sí creo que habría que enviar una fuerza de mantenimiento de la paz. En el resto del país pienso que una misión de monitoreo, que puede ser civil o policial, debería ser suficiente. Mientras tanto, en el proceso de negociaciones en el que estamos en este momento estamos hablando de medidas de creación de confianza, entre las cuales estamos incluyendo en primer lugar las humanitarias, pero ninguna de las dos partes tiene un problema especial con que haya una intervención de ese tipo, no vamos a encontrarnos con los problemas que puede haber en Siria o Irak con el EI.
"El tipo de intervención [...] es por el momento una misión de monitoreo internacional para un acuerdo, [...] y probablemente una fuerza de mantenimiento de la paz en algunas zonas especialmente difíciles del país"
P: ¿Qué convierte a un español sin vínculos concretos con Libia en la persona idónea para liderar la resolución de un conflıcto como el que se plantea ahora en Libia? ¿Qué atributos requiere su cargo y cómo es nombrado un Jefe de Misión?
R: A mi me llamaron de la ONU porque en los últimos tres años había sido el mediador entre los Hermanos Musulmanes egipcios y el ejército y los partidos liberales y también entre los islamistas tunecinos y los liberales tunecinos. En el primer caso, sin éxito… porque, aunque sí que llegamos a un acuerdo, ese acuerdo no se pudo materializar. En el segundo caso, con éxito porque sí que pudimos ayudar a que Túnez saliera de la crisis. Con estos precedentes me llamaron, quizás porque aunque hubo otros mediadores interviniendo, en los dos países que más influencia tienen en Libia que son Túnez y Egipto el que tenía más experiencia en ese momento era yo.
P: ¿Considera que España tiene posibilidades de influir de forma efectiva desde su asiento en el Consejo de Seguridad, o se encontrará demasiado restringida por el veto de Los Cinco?
R: No, España tiene buenas relaciones con Los Cinco, no tiene porqué tener problemas con ellos. Es siempre un país activo y un país al que hay que escuchar en los temas que tienen que ver con el Mediterráneo, y si encima tiene un puesto en el Consejo de Seguridad, sin duda será un país influyente.
P: ¿Es efectiva la ONU en su estructura y su funcionamiento? ¿Considera viable que en un futuro a medio plazo se reforme la estructura del Consejo de Seguridad para eliminar – establecer condiciones para poder vetar – decisiones de los cinco Miembros Permanentes?
R: Esa es una cuestión que por el momento es muy difícil. Llevo siguiéndola los últimos veinte años y he visto propuestas de todo tipo pero no se ve ninguna con suficiente consenso. Por una parte están los cuatro grandes que quieren conseguir un puesto permanente: Alemania, Japón, India y Brasil. Luego hay un segundo grupo de países importantes que no quieren que esto ocurra porque piensan, con lógica, que si eso ocurre ellos tendrán una presencia mucho menor en el Consejo de Seguridad, y luego están también los países pequeños que quieren tener seguridad y que no haya un régimen que favorezca a los grandes y perjudique a los pequeños… Con lo cual los intereses están muy enfrentados y no es fácil entrever una solución para la reforma. Todo el mundo sabe que tiene que haber más países en el Consejo de Seguridad, la Comunidad Internacional ha crecido mucho, y todo el mundo sabe que tiene que ser más democrática en su funcionamiento, también parece difícil que los Estados que tienen derecho de veto renuncien a ese derecho, así que por el momento no se ve cuáles pueden ser las grandes líneas de solución de este tema. Todo el mundo se aferra al statu quo que, aunque no le satisfaga a nadie, parece ser más satisfactorio que una reforma que vaya en contra de alguno de los intereses de los tres grupos que he mencionado.
"Por el momento no se ve cuáles pueden ser las grandes líneas de solución de este tema [la reforma de la ONU y del Consejo de Seguridad]. Todo el mundo se aferra al statu quo"
Antes me preguntabas si la ONU tiene una estructura funcional. Creo que necesita una reforma fuerte y adaptarse, más allá del Consejo de Seguridad, pero también tiene muchas cosas positivas y muchas cosas que funcionan bien que son muy interesantes.
P: ¿Qué le llevó hacia la carrera diplomática? ¿Cómo comenzó?
R: Ganas de viajar y ganas de conocer mundo, inquietud por todos los grandes temas internacionales, interés por el Derecho Internacional. No tenía una fijación especial con la carrera diplomática. Podía haber sido funcionario europeo o corresponsal de algún medio de comunicación, es decir, lo que tenía claro es que quería viajar y que quería salir fuera. Pero estoy contento con lo que terminé haciendo, lo he estado haciendo en el Ministerio español de Asuntos Exteriores pero también en la Unión Europea y en la ONU, lo cual te da una visión mucho más amplia. Es muy bueno que no haya compartimentos estancos y que uno pueda ir probando los distintos sistemas.
Si ahora tuviera que volver a empezar no sé si haría lo mismo o empezaría por la Unión Europea, que además ahora en los últimos 4 o 5 años está desarrollando su propio servicio exterior, o por la ONU, cualquiera de las tres puede ser una vía interesante.
P: ¿De qué se siente más orgulloso en su carrera profesional?
R: Yo creo que la negociación más difícil, y también las más importante para nuestro país, que me ha tocado hacer fue la del G-20. Fue una negociación muy importante porque nos jugábamos estar o no estar en ese pequeño grupo que en toda esta etapa de la gran crisis internacional ha tomado las decisiones más importantes. Y no sólo las que tienen que ver con la crisis sino también decisiones como la reforma del Fondo Monetario Internacional y otras parecidas. Era una negociación muy difícil porque es un grupo que no tiene reglas, un grupo donde todo se decide por consenso, donde no bastaba con convencer a 11 sino que había que convencer a 20. Era difícil porque había y hay muchos países que quieren entrar y parecía muy difícil que uno lo pudiera conseguir. Pero, en fin, lo conseguimos y España ha sido el único. Y probablemente lo que estamos haciendo ahora en Libia y las negociaciones en Túnez y en Egipto también.
"La negociación más difícil, y también las más importante para nuestro país, que me ha tocado hacer fue la del G-20"