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EN PROFUNDIDAD - Crisis del bipartidismo: Podemos, Ciudadanos y la nueva política.

Belén Carrasco Rodríguez

Rosario Grimà Algora

Estudiantes del Doble Grado en Derecho y Ciencias Políticas (UAM)

I- INTRODUCCIÓN: ESPAÑA Y EL PROFETA ANDALUZ

Los resultados de las pasadas elecciones en Andalucía parecen constituir el punto de partida de lo que puede suponer un importante cambio para el sistema de partidos que, durante gran parte de la democracia, ha imperado en España. Escasos años atrás, pocos hubiesen podido apostar por un parlamento tan fragmentado como el actual Parlamento andaluz: su composición tripartita durante las dos últimas legislaturas (PSOE, PP e IU) ha presenciado la potente irrupción de Podemos y Ciudadanos, consiguiendo sumar entre ambos 24 escaños de un total de 109. Si bien el caso andaluz no es extrapolable al resto de España, debido a la preeminencia histórica del PSOE en la región, sí podría considerarse un escenario premonitorio de lo que cabría esperar de las próximas elecciones generales de este otoño. Efectivamente, noviembre de 2015 se presenta como un punto de inflexión en la historia de la democracia española. Por primera vez coexisten cuatro partidos que, con escasa diferencia en intención de votos, compiten entre sí por hacerse con el gobierno de la nación.


Este artículo tratará de responder a la pregunta de cómo han emergido, con una fuerza tan asombrosa como desconcertante, Podemos y Ciudadanos en el panorama político español. En primer lugar, se presentará un breve análisis de estos dos partidos: de un lado la aparición de Podemos, vinculada al movimiento 15-M; de otro, el salto de Ciudadanos desde Cataluña a la política nacional. Seguidamente, procederemos a estudiar el sistema de partidos vigente desde 1982 (caracterizado por un sólido bipartidismo, que parece estar a punto de desaparecer como consecuencia del desalineamiento de la población española), para continuar con un estudio centrado en descifrar esta crisis de partidos que se venía anunciando desde antes de la devastadora derrota socialista en 2011 y cómo el gran descontento de los ciudadanos ha creado una ventana de oportunidad para la aparición de estos dos nuevos partidos políticos. Finalmente, se expondrán unas sucintas conjeturas sobre lo que nos podrían deparar los sucesivos meses.

II- DESTRUIR EL BIPARTIDISMO PARA RECONSTRUIR LA DEMOCRACIA: PODEMOS Y CIUDADANOS

Todo parece indicar que la fecha de caducidad del bipartidismo se ha fijado para noviembre de 2015. Con ella, asistiremos a la metamorfosis del panorama político tal y como lo conocíamos. La política española está rejuveneciendo; los partidos mayoritarios se están viendo aminorados ante fuerzas nuevas, que emergen con la presteza y la energía de la vanguardia.


1. Del 15-M a 2015: institucionalización del cambio


Los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo supusieron una gran sorpresa para muchos españoles: Podemos, un partido nuevo que era prácticamente desconocido, consiguió nada más y nada menos que cinco escaños. A partir de entonces, su popularidad no ha dejado de crecer y la figura de su líder, Pablo Iglesias, se ha convertido para una gran parte de población en un icono de esperanza ante las políticas de austeridad del actual Gobierno y la corrupción imperante en los dos grandes partidos tradicionales, PP y PSOE. La última encuesta de Metroscopia (abril 2015) sitúa a Podemos como primera fuerza política, si bien con un ligero descenso respecto a las expectativas en anteriores encuestas. Atónitos, los ciudadanos se preguntan cómo es posible que un partido nuevo haya irrumpido con tanta fuerza en el panorama político español.


Para poder comprender el surgimiento de Podemos, es necesario retrotraernos al movimiento 15-M. Los indignados tomaron las plazas principales de las ciudades españolas en un intento de manifestar su desafección con los políticos. Bajo el lema “no nos representan”, se hacía llegar a la élite política el enfado y la frustración ante los problemas de la democracia española: la falta de representación de los intereses de la población por los políticos y la exigencia de una “democracia real ya”. Un movimiento muy mediático (no solo en la prensa nacional sino también internacional) pareció fracasar en el momento en que el PP ganó las elecciones con mayoría absoluta en el año 2011. Tras meses de indignación ante la política del PSOE, gana el “otro partido”, continuando con mayor dureza las políticas de austeridad y ampliándose el conocimiento de casos de corrupción. Las esperanzas de un cambio se vieron totalmente frustradas. No obstante, las ideas del movimiento no fueron abandonadas y siguieron siendo difundidas, bien a través de nuevas organizaciones en la sociedad civil o de proyectos concretos, como por ejemplo del programa La Tuerka. Poco a poco, muchos de los participantes más activos en el 15-M se fueron institucionalizando en un partido que, bajo el liderazgo de un profesor de Ciencias Políticas, Pablo Iglesias, parece no sólo devolver la esperanza que se tuvo durante aquel movimiento, sino que se concreta como una alternativa real ante los desprestigiados políticos actuales. De esta manera, se intentó convertir la indignación social en energía política.


El 15-M pretendió ser un movimiento transversal respecto a la escala derecha-izquierda, consiguiendo que el 81% de la población estuviera de acuerdo con su principal e indefinido planteamiento, esto es, regenerar la democracia. Podemos partió precisamente de estas premisas para formar su partido: se abstuvo de posicionarse en el eje de izquierda-derecha y se identificó con una nueva democracia. De aquí las innumerables afirmaciones de diferentes militantes de este partido en las que Podemos evita posicionarse ideológicamente o, como precisó Iglesias, pretende “ocupar la centralidad del tablero político” (tema que se trata en mayor detalle en nuestro “Factchecking” de este mes). Así, siguiendo el concepto del nuevo socialismo de Laclau y Mouffe, Podemos ha juntado una serie de grupos de descontentos para combatir el statu quo, unificando las demandas insatisfechas de muchos ciudadanos. Para esto, ha erigido una nítida frontera en la sociedad española: por un lado “la casta”, el enemigo que está compuesto por las actuales élites política y económica y, por otro lado, “el pueblo”, estableciéndose así una dicotomía social en base a dos continentes vacíos a los que Podemos ha dotado de un nuevo significado. A esto se debe añadir la presencia de Pablo Iglesias, un líder carismático que ha conseguido atraer el interés de los votantes con una sencilla y emotiva retórica, alrededor de quien se ha ido formando el partido. La figura de aquél ha ayudado a unificar la disparidad de frustraciones de los ciudadanos, homogeneizarlos y redirigirlos hacia una cuestión básica en su discurso: poner fin a la casta política. Estrategia que muchos han tachado de populista, aunque al fin y al cabo, ¿hay algún partido político que no sea, en algún grado, populista? [1]


En definitiva, la crisis de los principales partidos españoles, causante de un profundo desalineamiento entre los ciudadanos, ha creado una ventana de oportunidad para el salto de nuevos partidos a la escena política con los cuales los españoles parecen identificarse: por un lado, Podemos, que tras el gran apoyo que llegó a tener (de noviembre 2014 a febrero 2015 las encuestas lo situaban con alrededor de 28 % en estimación de voto) ha ido decreciendo fundamentalmente debido a la aparición de otra alternativa política, Ciudadanos, partido que se ha presentado no sólo como alternativa a los partidos tradicionales, sino también al “radicalismo” de Podemos. Esta situación si bien ha supuesto la pérdida de apoyo hacia Podemos, ha afectado incluso a la estrategia de éste, obligándole a suavizar su discurso inicial.

2. Ciudadanos: por qué ahora

Si bien hace algunos meses Ciudadanos no gozaba de una posición tan privilegiada en la política española (era incluso desconocido por un considerable sector de la población) éste no es un partido nuevo: Ciudadanos nació en 2006 a partir de la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya [2]. No obstante, huelga decir que, en los (escasos) últimos meses, ha experimentado un crecimiento que empieza a ser digno del mismo desconcierto que nos dio la primavera del "fenómeno Podemos" en mayo del año pasado. Ya es el segundo partido que, en menos de un año, se ha situado con celeridad vertiginosa por encima de otros minoritarios, que parecían haberse conformado con ser meros interventores puntuales en la (aparentemente) eterna lucha cuerpo a cuerpo de los dos “partidos mayores” por ostentar el poder en el país. Esto lleva a plantearnos de forma irrevocable una serie de cuestiones. Si era ya un partido consolidado, ¿por qué este repentino auge? ¿Qué factor (o factores) le ha llevado a saltar de la tierra de Dalí y Gaudí a una España políticamente desorientada?


Sin rechazar la existencia de otras teorías o argumentos igualmente válidos, la rápida y sorpresiva colocación del partido de Albert Rivera en el cuarto puesto en intención directa de voto (con un 12,5%) [3], así como su rápido ascenso a la cabeza de las valoraciones sobre la actuación de las figuras políticas españolas (con un saldo evaluativo de +18 e importante diferencia con respecto al segundo, Alberto Garzón, con un saldo negativo de -12), se conecta ineludiblemente tanto con la polémica social desarrollada en torno al debate catalán como al ligero declive de Podemos. En primer lugar, es necesario apuntar a su auge como antítesis a la proliferación del debate nacionalista en Cataluña y el resto de España. Rivera ha tenido la habilidad de aprovechar el rechazo despertado hacia la soberanía de Cataluña para simpatizar con la sociedad española y ganarse su agrado al ofrecer una cara distinta en el panorama catalán. Por otro lado, toda acción tiene una reacción igual y opuesta y Podemos no ha conseguido eludir la tercera de las Leyes de Newton. De este modo, como contraposición al “fenómeno Podemos”, el “fenómeno anti-Podemos” ha vapuleado con brío su esplendor inicial, y Ciudadanos ha sabido coger la ola y llegar a buen puerto. Así, el partido ha conseguido atrapar a muchos de los votantes descontentos con el bipartidismo que reniegan de Podemos, erigiéndose como alternativa. De este modo, y con el clima generalizado de descontento social con la tradicional élite política como catalizador, el ascenso de Ciudadanos en los últimos tres meses ha sido tan evidente como preocupante para los principales partidos, y en mayor medida para Podemos, habiendo crecido más de diez puntos porcentuales en intención de voto de enero a marzo. Encontramos entre los votantes atraídos por C’s, primeramente, a los desencantados con el PP (por encima de un 40% de sus potenciales votantes), un 15% de UPyD, un 13% del PSOE y, finalmente, un 21% de los denominados “huérfanos políticos”.

Comprobamos, pues, que ha logrado reunir y atraer a una gran parte de los electores insatisfechos, al igual que Podemos. Ahora sólo nos queda aproximarnos al porqué. ¿Por qué ellos y por qué ahora? -y no UPyD o IU, por ejemplo, ni hace cuatro años-. Ambos, como hemos esbozado, han empleado la coyuntura que a unos estancó como resorte. El contexto de crisis social, política y económica, unida a desconfianza y malestar generalizado, ha sido contemplado más que como una puerta cerrada, como una ventana: una ventana de oportunidad. Esto, ligado a la presencia de un joven líder carismático, una oferta programática atractiva, el activismo en las redes empleado para difundir sus propuestas políticas y la modernización del discurso, ha permitido que, hoy por hoy, muchos de los españoles los consideren como la opción firme y creíble para desembarazar a España de lo obsoleto y recuperar la confianza. Ambos encarnan, a ojos de la sociedad, la esperanza de una aclamada “nueva política”.


3. Una realidad, dos alternativas



Los puntos convergentes que articulan y conectan a ambos partidos prácticamente concluyen con lo apuntado anteriormente. Es indiscutible que se nos presentan, de cara a resquebrajar el bipartidismo, dos alternativas ampliamente diferenciadas. Tal vez en torno a este punto gravite el futuro político español, o tal vez no. Por esto, si bien sería ambicioso ilustrar todos sus rasgos discordantes, resaltamos algunas de sus diferencias cardinales:


Fuente: Elaboración propia


Visto lo expuesto, ¿podría sostenerse que Podemos y Ciudadanos no compiten entre sí, ya que, atendiendo a su oferta programática, se dirigen a electorados diferentes? Esta pregunta merece una respuesta negativa. Recordemos que ambos partidos reniegan del eje ideológico tradicional, ya que no pretenden enmarcarse (y, por tanto, restringirse) en un electorado de izquierda o derecha. Es bien conocida la tradicional trascendencia del voto de centro y centro-izquierda a la hora de otorgar la victoria a un partido u otro (aspecto al que también se hace mención en el "Factchecking"). De este modo, entendiendo que el espectro de votantes a los que se dirigen ambos puede converger (de hecho, ya lo hace) la clave del éxito no radicará en su presentación como alternativa a lo viejo, sino en la orientación de su debate para triunfar entre lo nuevo. El problema no será combatir a la pretérita política española (más sencillo en nuestro actual panorama), sino enfrentarse cara a cara poniendo encima de la mesa una opción viable, que goce de gran aceptación por una sociedad que, ya ha quedado claro, aboga por el cambio.


Sin embargo, el crecimiento de estos dos partidos dista de ser un hecho casual y sobrevenido. La caída del bipartidismo se venía anunciando, como hemos sugerido, desde hacía años. Por consiguiente, la pregunta que intentaremos responder ahora es: ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿Qué ha llevado a esta “estática” (que “dinámica") partidista, sostenida sin excepción a lo largo de la historia democrática española, a contemplar su ineludible avance hacia el fracaso?

III- ESCISIÓN DEL BIPARTIDISMO Y LA APARICIÓN DE NUEVOS PARTIDOS

Desde el triunfo del PSOE en 1982, el sistema de partidos en España se ha configurado en torno a un bipartidismo que, al haberse dado legislaturas en las que ni el PP ni el PSOE han obtenido mayoría absoluta y han necesitado pactar con otros partidos, se podría calificar como imperfecto, siguiendo la definición de Sartori (el bipartidismo es aquel sistema en que dos partidos compiten por una mayoría absoluta, sin dejar lugar a la representación de terceros partidos en el Parlamento) [4].


Las encuestas apuntan a que este año existirán cuatro partidos (Podemos, PSOE, PP y Ciudadanos) que se repartirán aproximadamente el 84% de los votos [5]. De esta forma, parece que el sistema español mutaría a un pluralismo moderado [6] en el que convivirían estos cuatro partidos. Si bien es cierto que el escenario político español está cambiando, no se debe sobredimensionar el impacto que, en número de escaños, pueden tener las expectativas de voto recogidas en las encuestas. El sistema de escrutinio en España se basa en el método D’Hondt cuya aplicación no comporta una correlación directa entre el porcentaje de votos obtenidos con su traducción en el número de escaños. Además, el tamaño de la circunscripción incide de manera significativa en el resultado final de la composición del Parlamento y, en aquéllas de pequeño tamaño, la forma de reparto de escaños supone, en la práctica, un auténtico sistema mayoritario en el que tan sólo uno o los dos partidos que más votos obtienen consiguen escaños en esa circunscripción. Esto sucede en las circunscripciones con 6 o menos escaños: 35 de un total de 52. Ade Ciudadanos y Podemos concentran mayoritariamente su apoyo en las grandes circunscripciones, siendo en las pequeñas donde podrían perder bastantes escaños a favor de los partidos tradicionales. No obstante, el gran apoyo existente hacia Podemos y Ciudadanos es innegable. Ahora bien, ¿por qué se ha fragmentado el sistema político español?


En los últimos años, los tradicionales partidos políticos españoles han entrado en una crisis de la que difícilmente podrán recuperarse. Se han intensificado una serie de sentimientos antipartidistas (sentimientos generalizados negativos hacia los partidos) que ya existían desde finales de la década de los noventa [7], debido a la imagen que tienen los ciudadanos de los políticos: se interesan únicamente por sus propios partidos -incluso, a veces, sólo por sí mismos-, no intentan unir fuerzas para conseguir el bien común, son incapaces de idear políticas consistentes y la corrupción parece haber anidado en el sistema sin que se adopten medidas serias para combatirla [8]. Si bien las consecuencias de estos sentimientos son eminentemente negativas (desafección política), también pueden generar un resultado positivo (antipartidismo reactivo) y conllevar una movilización de los ciudadanos en la demanda de cambios políticos sustantivos o nuevos gobernantes (Dalton 1999 ; Norris 1999) [9]. Sorprendentemente, esto segundo es lo que ha ocurrido en España.


En efecto, el desalineamiento de la población ha comportado una crisis en los partidos [10]. La ruptura del vínculo entre los ciudadanos y los políticos tradicionales, así como las insatisfactorias respuestas políticas ante las demandas sociales de aquéllos, han generado una pérdida de legitimación de los políticos como instrumentos de representación. Pero de esta crisis, como bien señala Lawson, pueden surgir y así lo han hecho, organizaciones alternativas y nuevos partidos [11]. Este es el caso de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que puso de moda una nueva forma de participación política, los escraches y, más concretamente, la aparición de Podemos y el posterior auge de Ciudadanos. Efectivamente, esta crisis ha sido una condición necesaria para la irrupción de estos partidos, que ahora sustituyen esa falta de vínculo con los partidos tradicionales [12]. Finalmente, Lawson señala que su aparición, en estas circunstancias, no necesariamente supone su permanencia en la escena política a más largo plazo [13]. Podemos y Ciudadanos son partidos que en un muy corto lapso temporal han obtenido un gran apoyo, esto es, son lo que se puede denominar “partidos de aluvión” (recogen votos de diversos sectores sociales), y por ello pueden tener una presencia parlamentaria fugaz y, con la misma rapidez que ganaron los votos, pueden perderlos en futuras elecciones. No obstante, lo que es cierto es que los ciudadanos españoles piden una renovación en la política y estos partidos han conseguido identificarse con estos ciudadanos desafectos. Mientras que Podemos representa a un conjunto de ciudadanos que demandan cambios más radicales y el fin de las medidas de austeridad del Gobierno, Ciudadanos se presenta como un partido “reformista”, una alternativa para todos aquellos votantes insatisfechos pero de centro. Ahora bien, ¿cuáles diríamos que son los antecedentes de esta crisis en el sistema político español?

1. “Nunca hubo una muerte más anunciada”

Parece pertinente traer a colación la célebre cita de García Márquez [14] cuando hablamos del descalabro de la dinámica bipartidista. Atendiendo a los datos, resulta innegable entender que el declive de la amalgama “PPSOE” ya se venía fraguando desde hacía tiempo. Hoy es una realidad.

Fuente: CIS. Barómetro. Gráfico de la serie de intención de voto PP/PSOE


En el anterior gráfico se muestra la evolución de la intención de voto a los partidos mayoritarios (PP y PSOE) desde 1996, comprobándose cómo ésta ha decaído de forma no sólo evidente, sino alarmante. Conviene tal vez retrotraerse a 2008 para afirmar que la reelección de José Luis Rodríguez Zapatero ya auguraba el principio del fin de este mano a mano entre populares y socialista, dada la mella producida por el contexto económico en la opinión pública española. Cierto es que el mayor cambio del ciclo político lo supusieron las elecciones de noviembre de 2011, con el agotamiento del gobierno socialista y la victoria aplastante de los populares, que alcanzaron una amplia mayoría absoluta con 186 escaños. La génesis del declive del PSOE ya se intuye en su derrota frente al PP en las elecciones al Parlamento Europeo de 2009. Sin embargo, ésta se consagra en el fuerte castigo que sufre el partido en las elecciones autonómicas y locales de 2011, que suponen la pérdida de 4 gobiernos autonómicos, 3.159 concejales y 14 capitales de provincia. Asimismo, en las generales de 2011 el PSOE obtiene los peores resultados nacionales de su historia, sin lograr atraer apenas a la mitad de sus votantes de 2008. En el lado opuesto, el PP obtiene los mejores resultados de su trayectoria, al ganar casi 600.000 votantes. Si bien se comprueba con esto un importante cambio en el paisaje político español, no es aquí donde se vislumbra con mayor claridad la decadencia del bipartidismo. Para evidenciarla, es necesario realizar un breve análisis comparativo de los indicadores electorales de concentración de voto [15], participación electoral, fragmentación [16], volatilidad y polarización ideológica.


Así, mientras en las elecciones de 2008 se dio el arco parlamentario menos fragmentado de la historia, con una fuerte concentración del voto (los partidos mayoritarios sumaron un total de 85% de los votos y 92% de los escaños [17]), en 2011 sólo acumularon el 74% de los votos y un 85% de los escaños, la más baja desde 1989. A pesar de que el PP consiguiese aumentar su porcentaje de votos, el decrecimiento del PSOE hizo que los dos grandes partidos reuniesen menos votos y menos escaños, por lo que un mayor número de votos y escaños se repartió entre partidos menores. Esto se entronca con el notable incremento de la fragmentación partidista, que se venía reduciendo desde 1989, y un auge de los partidos minoritarios y nacionalistas cuasi-generalizado, que captaron a gran parte de los votantes fugados del PSOE: IU logró 11 escaños, UPyD vio una oportunidad para su consolidación definitiva y partidos regionalistas como CiU y Amaiur aumentaron su apoyo electoral. Con una participación electoral cuatro puntos por debajo de la media [18], se dio una profunda volatilidad interbloques [19], propiciada por el cambio de opción de voto del 44% de los votantes del grupo socialista. Esto nos lleva a catalogar las elecciones de 2011 como elecciones críticas o de realineamiento, frente a las elecciones de continuidad de 2008. También se trató de unos comicios poco competitivos, ya que la intención de voto entre PP y PSOE se distanciaron en un 16%, 12 puntos porcentuales más que en 2008.


Cierto es que los perfiles de los partidos políticos españoles tradicionalmente han combinado rasgos típicos de los denominados catch-all [20] y de partidos programáticos [21], no obstante, las distancias ideológicas del electorado se comenzaron a exacerbar con la políticas de crispación y confrontación que caracterizaron especialmente la primera legislatura de Zapatero. En 2011 creció la polarización ideológica, desplazando al PSOE hacia la izquierda en la escala y a IU hacia la derecha. El PP pasó a concentrar parte de los ex-votantes del PSOE, por lo que experimentó cierta apertura hacia la izquierda, a la vez que el voto de sus electores se ampliaba hacia la derecha. Así, se dio un gran distanciamiento ideológico, quedando las dos fuerzas políticas mayoritarias separadas por más de tres puntos en la escala de autoubicación ideológica media de sus votantes [22].


Se creó, pues, el clima idóneo que resquebrajaría definitivamente el bipartidismo hasta el punto en el que hoy nos encontramos: desencanto de los electores, un potente auge de fuerzas minoritarias y el descrédito del sistema de partidos tradicional, obsoleto a ojos de sus habituales electores.

IV- CONCLUSIÓN: MUCHO RUIDO Y... ¿CUÁNTAS NUECES?

El cuatripartito que se nos presenta de cara a las elecciones generales puede evolucionar de forma tan impredecible y adoptar tantas variables distintas que apuntar un pronóstico y acertar sería dar en el blanco de una diana con los ojos vendados. La realidad es cambiante y confusa. ¿Cómo actuará el electorado frente a las urnas? ¿Podrán Pablo Iglesias y Albert Rivera cumplir con las expectativas de acabar con un sistema agonizante? ¿O asistiremos con escalofríos al retorno de los "muertos vivientes"? Los 47 escaños y 1.409.042 votos [23] obtenidos por el PSOE en Andalucía han despertado la preocupación entre los que aplauden una renovación política. Parece bastante probable que, de cara a noviembre, se nos presenten unos resultados que no otorguen a ningún partido la suficiente mayoría para gobernar en solitario. Esto puede unirse a la titánica dificultad, ya palpable, para consensuar pactos por temor a un efecto rebote de sus potenciales votantes, que atienden a la evolución de los acontecimientos con un inquisidor “dime con quién pactas y te diré quién eres” [24] en la mirada.


Por ahora las encuestas son alentadoras para los neófitos de la pole española: rápido ascenso de Ciudadanos y amplio respaldo, aunque descendente, de Podemos. Ahora bien, no se debe caer en el autoengaño, esto no significa necesariamente que se pueda enterrar ya al bipartidismo, aunque todos los indicios apunten a ello. ¿Llegará definitivamente el aclamado cambio? ¿O nos veremos obligados a contemplar cómo toca este cuarteto mientras se hunde nuestro Titanic? Todo es posible: la intención de voto está a la orden del día y un par de meses son suficientes para darle otra vuelta a esta tortilla española... Es, por tanto, en manos de los electores donde está la posibilidad de conseguir que en noviembre tengamos más nueces que ruido.


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[1] Vease por ejemplo Laclau, E. (2005), así como la respuesta de Jose Ramón Montero sobre este tema en la entrevista que le realizamos para este número.

[2] Plataforma creada el 7 de junio de 2005 en Barcelona, por un grupo de profesionales opuestos a lo que consideraban “la imposición del nacionalismo catalán”, que calificaban "nacionalismo obligatorio". Esta plataforma sigue activa como asociación independiente.

[3] Precedido de Podemos (15,3%); PSOE (15,1%); PP (14,6%). Ver: Clima Político en España. Intención de voto. El País (11 abril 2015): http://elpais.com/elpais/2015/04/11/media/1428779474_528650.html

[4] Sartori, G. (1992), p.161

[5] Estimación realizada a partir de la última encuesta de Metroscopia publicada el 12 de abril de 2015.

[6] Concepto desarrollado también por Sartori.

[7] Analizados en detalle en Torcal, M., Montero, J.R., Gunther, R., (2002).

[8] Idem, desarrollando las ideas de Poguntke (1996)

[9] Citado en Torcal, M., Montero, J.R., Gunther, R., (2002).

[10] Sobre esto, vease Bouldon, L. (1996), p. 29

[11] Idem, p. 29

[12] Idem, p. 31

[13] Idem, p. 31

[14] García Márquez, G., (1981): Crónicas de una muerte anunciada.

[15] Porcentaje total de votos que suman los dos partidos más votados.

[16] Probabilidad de que, eligiendo a dos votantes al azar, estos se decanten por partidos diferentes.

[17] Por del sistema electoral, la proporción de escaños de los partidos mayoritarios siempre será superior a la sus votos.

[18] La media de participación desde 1977 es del 73%.

[19] Volatilidad: Índice que indica los cambios mínimos que se han debido producir entre los elecciones; Volatilidad interbloques: cambios de orientación de voto que cruzan la línea que separa los bloques de los partidos.

[20] Partido político que busca atraer votantes de diversos puntos de vista e ideologías.

[21] Fielmente ligados a su programa político y sus electores por lo que se llama un vínculo programático.

[22] Anduiza, E., Bosch, A., Orriols, L., Rico, G. (2014): Elecciones Generales 2011. Cap. 1, 24.

[23] El País. Elecciones andaluzas: http://elpais.com/tag/elecciones_andaluzas_2015/a/

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BIBLIOGRAFÍA

Libros y artículos académicos

Anduiza, E., Bosch, A. (2004): Comportamiento político y electoral, Barcelona : Editorial Ariel.

Anduiza, E., Bosch, A., Orriols, L., Rico, G. (2014): Elecciones Generales 2011. Madrid : Centro de Investigaciones Sociológicas.

Boudon, L. (1996): “Hacia una teoría sobre nuevos partidos políticos”, Revista Colombia Internacional, núm. 35, pp. 28-38.

Laclau, E. (2005): On Populist Reason, New York: Verso Books

Linz. J.J. (1979): El sistema de partidos español: consideraciones teóricas y comparadas. Madrid : Narcea.

Montero, J.R., Gunther R. (2004): “Los estudios sobre los partidos políticos: una revisión crítica”, Postdata [online],, n.10, pp. 305-337 . Disponible en: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-96012004000100011&lng=es&nrm=iso

Montero, J.R., Lago, I. (2010): Elecciones Generales 2008. Madrid : Centro de Investigaciones Sociológicas.

Sartori, G., (1992): Partidos y Sistemas de Partidos. Madrid : Alianza Editorial

Torcal, M., Montero, J.R., Gunther R. (2002): Ciudadanos y partidos en el sur de Europa: los sentimientos antipartidistas. Madrid : Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Autónoma de Madrid.

Ware, A., (2004): Partidos políticos y sistemas de partidos. Madrid : Itsmo.

Prensa:

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Cinco Días (18/02/2015) “Ciudadanos frente a Podemos”. http://cincodias.com/cincodias/2015/02/18/economia/1424274341_965035.html

El Diario (01/03/2015) “Podemos ante el ascenso de Ciudadanos”. http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/Podemos-ascenso-Ciudadanos_6_360523967.html

El Economista ( 17/01/2014) “Pablo Iglesias presenta Podemos para convertir la indignación en cambio político”. http://ecodiario.eleconomista.es/politica/noticias/5467307/01/14/Pablo-Iglesias-presenta-Podemos-para-convertir-la-indignacion-en-cambio-politico.html#.Kku8clAS3vdjpCh

El País (16/04/2015) “El Parlamento andaluz se constituye sin acuerdo de los cinco partidos”. http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/04/15/andalucia/1429122186_121575.html

El País (16/04/2015) “El PP tienta ya a los fugados de UPyD hacia Ciudadanos”. http://politica.elpais.com/politica/2015/04/15/actualidad/1429119040_451267.html

El País (13/04/2015) “Podemos se estanca y pierde apoyo a favor del PSOE”. http://politica.elpais.com/politica/2015/04/11/actualidad/1428780055_499618.html

El País (11/04/2015) “Clima político en España”. http://elpais.com/elpais/2015/04/11/media/1428779474_528650.html

El País (11/04/2015) “Podemos llegar a ser ciudadanos”. http://elpais.com/elpais/2015/04/01/opinion/1427887175_774217.html

El País (01/04/2015) “La grieta se abrió el 15-M”. http://politica.elpais.com/politica/2015/04/01/actualidad/1427900555_562001.html

El País (03/03/2015) “De Ciutadans a Ciudadanos”. http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/03/02/catalunya/1425319975_527569.html

El País (02/02/2015) “Podemos y el “sheriff” de Nottingham”. http://elpais.com/elpais/2015/02/02/opinion/1422906334_460433.html

El País (11/11/2014) “Las cuatro esquinas de Podemos”. http://politica.elpais.com/politica/2014/11/11/actualidad/1415734745_829674.html

El País (18/10/2014) “Iglesias apela a la mayoría para ocupar la centralidad del tablero”. http://politica.elpais.com/politica/2014/10/18/actualidad/1413627106_329080.html

El País (14/06/2014) “No es el descontento, es la desafección”. http://elpais.com/elpais/2013/06/11/opinion/1370978768_828729.html

News Week (22/10/2014) “Podemos: The Radical Party Turning Spanish Politics on Its Head”. http://www.newsweek.com/2014/10/31/podemosradical-party-turning-spanish-politics-head-279018.html

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Público (05/11/2014) “Por qué surgió el 15-M y por qué le siguió Podemos”. http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2014/11/05/por-que-surgio-el-15-m-y-por-que-le-siguio-podemos/

Real Instituto Elcano (09/03/2015) “Ciudadanos gains ground in Spain’s new political Landscape”. http://www.realinstitutoelcano.org/wps/wcm/connect/b5e67a804794c862afe4bffdc77a4991/Commentary-Chislett-Ciudadanos-gains-ground-in-Spains-new-political-landscape.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=b5e67a804794c862afe4bffdc77a4991

Reuters (12/04/2015) “Spain's anti-austerity Podemos neck-to-neck with mainstream parties: poll”. http://www.reuters.com/article/2015/04/12/us-spain-poll-idUSKBN0N30C220150412

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The Guardian (13/03/2015) “Ciudadanos, the 'Podemos of the right', emerges as political force in Spain”. http://www.theguardian.com/world/2015/mar/13/ciudadanos-podemos-of-right-political-force-spain-albert-rivera

The Guardian (11/03/2015) “What has gone wrong for Podemos?”. http://www.theguardian.com/commentisfree/2015/mar/11/podemos-corruption-spain-ciudadanos

The Guardian (16/11/2014) “Viva Podemos: the left shows it can adapt and thrive a crisis”. http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/nov/16/podemos-left-crisis-ukip-anti-immigrant

The New York Times (22/03/2015) “Spain's Andalusia Vote Sets Stage for National Upheaval”. http://www.nytimes.com/reuters/2015/03/22/world/europe/22reuters-spain-election.html

The New York Times (08/03/2015) “Spanish Newcomer Ciudadanos Jumps in Polls”. http://www.nytimes.com/reuters/2015/03/08/world/europe/08reuters-spain-politics-cuidadanos.html?_r=2

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