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L. M. Puentes. "Colombia frente al reto de la construcción de una cultura de paz: reflexiones m

Lina Marcela Puentes Grueso

Si vis Pacem para Pacem (Si quieres la Paz, prepárate para la Paz)

(Galtung, 2003c)

Introducción

Este artículo no tiene la pretensión de hacer una cronología del conflicto armado colombiano, pues de él ya se ha escrito bastante –lo cual no quiere decir que haya esclarecimiento de origen[1]-. Sin embargo, ha sido parte de nuestro pasado, presente y, si de los diálogos de la Habana no sacamos provecho, quizás de nuestro futuro. Aunque se puede considerar, y teniendo en cuenta la oportunidad sin querer emparentarse con Nostradamus, que nuestro futuro pareciera dilucidar nuevos colores y escenarios; por lo menos hoy es más común escuchar en los diferentes medios de comunicación conceptos como paz, postconflicto, acuerdos, negociaciones… que indican un leve pero significativo indicio de transformación en el lenguaje.

A) Un reto.

Alejándose de las habituales imágenes de horror que diariamente se hacen públicas, lo que ha generado el constructo colectivo de ser ésta una tierra de nadie, y al mismo tiempo como muy bien lo expuso el célebre y recordado García Márquez (“Macondo[2]”); Colombia se encuentra en un momento en el que diferentes fuerzas están empujando por transformar el conflicto e iniciar procesos de reconstrucción del tejido social, de rescate de las culturas locales, con sus valores y costumbres, sin dejar de lado la importancia de erigir un culto a la memoria histórica como parte de los procesos de verdad, justicia, reparación, reconciliación y perdón por parte de víctimas y victimarios.


Aunque aún no se ha hecho explícita la firma de un acuerdo entre las partes sentadas en la mesa de negociación en La Habana (en que se encuentran representados el Gobierno colombiano y las FARC-EP), y aún falta que se abran negociaciones con otros actores armados alzados en armas (ELN, BACRIM[3], entre otros), la idea de pasar de una situación formal de conflicto a una situación de postconflicto ha servido para motivar a las distintas organizaciones de la sociedad, ONGs y organismos internacionales para prepararse para una posible situación de post acuerdo.

En este proceso se han evidenciado distintos retos, empezando por la necesidad de responder a las preguntas más ontológicas como ¿qué es la paz?, ¿qué entienden los distintos actores y partes negociantes por paz?, ¿hay una sola forma de entenderla, practicarla y ejercerla? y otras más objetivas, como ¿está dispuesta la sociedad colombiana y su heterogeneidad de comunidades a encaminarse hacia una situación de paz?, ¿es posible desmontar el andamiaje de la violencia?


Todos estos interrogantes son apenas una muestra de las tantas preguntas a las cuales deben enfrentarse los distintos actores, desde el ámbito local hasta las estructuras institucionales del nivel nacional. Estas preguntas cuales se abordarán desde sus partes más visibles para entender las implicaciones o retos que tiene optar por el camino de la construcción de una cultura de paz en un país devastado por más de sesenta años de guerra.



Marcha por la Vida. 8 de Abril de 2015. Fuente: El Nuevo Herald


B) Poner fin al conflicto: entre la desilusión y nuevas esperanzas.

Diversas han sido las iniciativas para poner punto final al conflicto. Entre ellas vale la pena destacar el Frente Nacional[4] o régimen de responsabilidad compartida como una estrategia de coalición electoral entre conservadores y liberales para alternarse el poder cada dos años y así poner fin al enfrentamiento entre ambos partidos. El FN tuvo una duración de dieciséis años, durante los cuales los partidos acordaron repartirse las entidades de las tres ramas del poder público. Este acuerdo tuvo consecuencias funestas para el desarrollo del país. Los problemas económicos, sociales y políticos persistieron. Se crearon así las condiciones para contemplar el surgimiento de nuevas ideologías. Por esta razón se produjo la acogida de las corrientes comunistas, socialistas (marxista-leninistas) provenientes de la URSS durante la Guerra Fría. El FN fracasó como estrategia y fue abolido en 1974.


A grandes saltos, con el objetivo de perpetrar una profunda reforma constitucional, desde 1988 el movimiento estudiantil conocido como “Todavía podemos salvar a Colombia”, compuesto por estudiantes de distintas universidades del país, decide convocar un mecanismo conocido como la “séptima papeleta” que obliga por votación al Congreso a realizar una consulta popular para realizar una Constituyente. Gracias a este movimiento se logra la votación requerida, y el proceso se inicia en diciembre de 1990.


Además de la búsqueda de una reforma profunda de la carta de navegación del país, uno de los objetivos principales era abrir la posibilidad para que los grupos de guerrillas alzados en armas se reorganizaran y adquirieran la figura de partidos políticos, diversificando así el panorama político y aboliendo finalmente la polarización partidista. En este contexto aparecen la Alianza Democrática M-19, el Movimiento de Salvación Nacional, la Unión Patriótica y los partidos de representación indígena ONIC y AICO.


Con la desaparición, secuestro y asesinato de muchos de los integrantes de los partidos compuestos por ex militantes o candidatos políticos de izquierda y el cuasi exterminio del partido político Unión Patriótica[5], este segundo intento de firmar la paz desaparece. Pero la Constitución Política heredada desde el 91 es la que aún rige y una de las más completas, modernas e inclusivas jamás hechas.


Simultáneamente a estos hechos constitucionales, el escalamiento del narcotráfico alcanza uno de los picos más importantes con la operación de múltiples cárteles como el de Pablo Escobar, Rodríguez Gacha (Cártel de Medellín), los hermanos Orejuela (Cártel del Valle), o Carlos Lehder Rivas (Cártel de Armenia), entre los reconocidos. Asimismo, la incapacidad estatal de hacer presencia en algunas regiones del territorio nacional, junto al control ejercido por las guerrillas y los paramilitares en otras, lograron las condiciones propicias para la propagación y comercialización de cultivos ilícitos hacia EE.UU en poder de los tres actores. Esto desató una guerra sangrienta entre ellos por el control de los territorios y los caminos de paso. Al mismo tiempo se incrementan las alianzas entre el Gobierno, narcotraficantes y paramilitares para obtener los dividendos del lucrativo negocio.


Por otro lado, se firma el Plan Colombia con Estados Unidos, un acuerdo encaminado a combatir la producción y expendio de drogas. Se inicia asimismo una campaña de persecución y una guerra declarada a los cárteles, guerrilla y paramilitares. La cuestionada fumigación de cultivos con glifosato va a ser otra de sus estrategias, a lo que se agrega una tercera estrategia que implica la presencia de bases estadounidenses en territorio colombiano, así como el adiestramiento y equipamiento a las fuerzas militares nacionales.


Durante el mandato de Andrés Pastrana se va a iniciar un nuevo proceso de negociación con las FARC para un posible acuerdo de paz. La Zona de Despeje fue la figura creada por las FARC y el gobierno nacional como un símbolo de disposición a la negociación. Sin embargo, esta zona sólo sirvió para el fortalecimiento y rearme de la organización, que lo aprovechó para incrementar los secuestros y asesinatos selectivos.


Hasta ahora pareciera que los acercamientos realizados por el Gobierno con los actores lo único que logró fue su fortalecimiento y expansión. Pero entre el periodo de Ernesto Samper y Andrés Pastrana[6] también los cárteles sufrieron fuertes ataques, lo que produjo su desarticulación y en muchos casos su desaparición. Esto no quiere decir que se hayan extinguido, pero podría afirmarse que ahora se han dispersado. Una vez dadas de baja las cabezas principales de la organización, los mandos medios han tomado el control.


Las administraciones sucesivas, dado el fracaso de las negociaciones, se han de enfocar en el fortalecimiento del Estado y la recuperación del territorio.


Álvaro Uribe Vélez[7] va a implementar un programa de gobierno conocido como “Seguridad Democrática”, el cual se encaminó a recuperar en términos militares el control del país con la desarticulación y fuertes golpes a los distintos frentes de la guerrilla y cárteles del narcotráfico. En el caso de los paramilitares, con la instauración de la política de Justicia de Paz, éstos deciden desmovilizarse y entregar las armas. Sin embargo, al finalizar su mandato, se descubre que buena parte de su gabinete estuvo involucrado en alianzas, apoyo y financiación a grupos paramilitares.


Finalmente el actual presidente, Juan Manuel Santos, le dará un vuelco al programa securitario de su predecesor y ex simpatizante para lanzar un programa encaminado a recuperar las estructuras económicas de base, y abrir nuevamente la disposición del gobierno de negociar la paz. Dentro de su programa conocido como “Prosperidad Democrática”, se va a enmarcar el Marco Jurídico para la Paz, y el inicio de los Diálogos de la Habana. Se conforman así mismo mesas regionales que van a encargarse de discutir y realizar propuestas al gobierno para ser incluidas en las discusiones en la Habana.


Diálogos de Paz y Zona de Despeje gobierno de Andrés Pastrana. En la Foto Andrés Pastrana y Manuel Marulanda (Ex Jefe Comandante de las FARC-EP) Fuente: El Tiempo.

Como un sube y baja, o una montaña rusa, los intentos por transformar la realidad violenta del país, han ido desde políticas militarizantes y coercitivas hasta aquellas que contemplan el diálogo y la cordialidad. Sin embargo, dichas políticas construidas desde arriba no habían tenido en cuenta la opinión pública, ni la inclusión de propuestas venidas de las comunidades, ni tenido en cuenta una perspectiva étnica o de género para la contemplación de crímenes de violencia sexual, de exterminio étnico, o graves violaciones por reclutamiento a niños, niñas y adolescentes. Esto está cambiando.


C) Una paz construida desde la esfera de la cultura


Y si no hay conflicto ¿qué hay? Pareciera que desde el inicio de los diálogos de la Habana, la palabra “paz” se ha convertido en una tendencia de redes sociales. Para los amantes de los tags, #PAZ. Se repite como palabra de cajón, y muchas veces es relacionada dentro de la onda de lo espiritual, de lo pacifista, de la inacción, y esto último es errado.


¿Realmente se entienden las magnitudes del concepto? Es fundamental que para un país inmerso tantos años en un contexto bélico, en donde las realidades y las relaciones construidas entre individuos solo se entienden con base al conflicto asociado a la categoría “violencia”, se comience a plantear qué es lo que vamos a entender como paz para empezar a construirla. ¿O hay más de un concepto de paz? En esta diversidad étnica nuestra, probablemente haya más de uno.


En un intento por dilucidar o dar forma al concepto se recurre a un ejercicio de descarte de modo que sea posible acercarse al significado de “paz”. De modo que hay que empezar por esclarecer que “paz” no es ausencia de conflicto. El conflicto aparece en el imaginario colectivo como enfrentamiento o lucha, lo que no es errado en primera instancia, pero, más allá de un choque de fuerzas contrapuestas que en muchos casos tienen consecuencias de acción de daño, el conflicto también implica:


“Desacuerdo, incompatibilidad aparente, confrontación de intereses, percepciones o actitudes hostiles entre dos o más partes (...) connatural con la vida misma, está en relación directa con el esfuerzo por vivir (...) se relacionan con la satisfacción de necesidades básicas, se encuentra en relación con procesos de estrés y sensaciones de temor y con el desarrollo de la acción que puede llevar o no hacia comportamientos agresivos y violentos”[8]


Léase bien, “está en relación directa con el esfuerzo de vivir”, pues vivir ya es la contraposición de “morir”. Es decir, vivir es estar en conflicto constante y no por ello en violencia constante. La paz en términos antropológicos y filosóficos remite a la pregunta por la “naturaleza del hombre” a la cual se ha respondido desde la perspectiva de Occidente con un sentido maniqueo por el ser “buena” o “mala” sin ninguna otra posibilidad.


De acuerdo con la teoría del conflicto de Galtung, es necesario cambiar el paradigma en donde la paz se logra por medios violentos y comenzar a pensar en alcanzar la paz por medios pacíficos, y hacer congruentes los fines con los medios. Violencia sólo genera violencia.


En este orden de ideas, Galtung considera que la “paz por medios pacíficos” es un esfuerzo por hacer inteligible el concepto de paz que comprende tres etapas[9]:

1. Paz negativa: estudios científicos para la guerra. Necesidades humanas básicas.

2. Paz positiva: estudios sobre cooperación al desarrollo, desarme y refugiados. Estudios sobre el desarrollo.

3. Cultura de paz: nuevas culturas vs nuevas realidades. Estudios sobre la reducción de la violencia estructural y cultural.


Si se observa con atención, la paz no implica una negación del conflicto, pues como se mencionó anteriormente vivir ya es un desafío, una contraposición; sin embargo, para alcanzarla, siendo ésta parte de “lo que se quiere conocer”, entonces es necesario estudiarla. Comprende de manera triangular un componente teórico, de datos y valores, y al mismo tiempo tres enfoques: empirismo, criticismo y constructivismo. Paz es por lo tanto transformación del conflicto, es una oportunidad para dialogar sobre objetivos incompatibles. Es una experiencia holística y una forma de relación de poderes.


Basándonos en los conceptos de paz y de conflicto ofrecidos por Galtung es posible concluir que Colombia ya ha pasado por una paz negativa, y continúa en ella. Sin embargo, ya hay indicios o casos que cada vez se multiplican de paz positiva, que pueden constituirse en focos para la construcción de culturas de paz.


Los esfuerzos por pasar de una paz negativa a una paz positiva se han hecho evidentes en distintos niveles. A nivel estatal, el actual Plan Nacional de Desarrollo (PND) ha trazado como uno de sus pilares la “consolidación de la paz”, el cual se fundamenta en la recuperación del estado de derecho en el territorio, la seguridad y el orden público, la seguridad ciudadana, justicia y derechos humanos, derecho internacional humanitario (DIH) y justicia transicional[10].


A nivel de agenda legislativa, se ha creado un paquete que apunta a tres ejes articuladores fundamentales. El primero comprende la ley 1421, ley 1424 y el Marco Jurídico para la paz, los cuales regulan los procesos de desmovilización y sometimiento a la Justicia de los actores armados. El segundo eje tiene en cuenta las normas dirigidas al fortalecimiento institucional para la reacción del establecimiento antes los grupos ilegales: ley de inteligencia, ley de convivencia y seguridad ciudadana. El tercer eje tiene como objetivo el tema de la reparación y atención a las víctimas a través de la ley 1448 o “Ley de Víctimas o restitución de tierras”, la ley 1421 para la reparación de víctimas y la ley 418.


Lo anterior es producto de una preparación de la institucionalidad nacional para la transformación del conflicto, suponiendo que las negociaciones que se están llevando a cabo en La Habana entre el gobierno nacional y la guerrilla de las FARC tengan como resultado la firma de un documento para la finalización del conflicto y la dejación de las armas. Este hecho ha significado distintos retos para la sociedad colombiana, pues ha tenido que articular y fortalecer las relaciones del orden territorial, especialmente a aquellos departamentos donde el conflicto ha tenido repercusiones en materia de víctimas, desplazados, pérdidas materiales, baja capacidad institucional, etc.


A pesar de ser el Gobierno nacional el vocero formal de la movilización para el logro de la paz, son las regiones, las ciudades intermedias, los municipios, veredas y corregimientos los que se han mostrado más dinámicos, creativos e innovadores en implementar proyectos en educación, construcción y transformación de conflictos con el principio-bandera de sembrar desde la raíz una cultura de paz, y erradicar el culto a la violencia que se tiene.


Dentro de comunidades étnicas indígenas y afrodescendientes, tanto en la región Pacífico como en la región Caribe, el sur fronterizo con Ecuador y el occidente con Venezuela, la paz viene acompañada del rescate de la identidad, las tradiciones colectivas de comunidades autóctonas. El resurgir de los cánticos, los espacios de diálogo, de relatos, historias y cuentos (tradición oral), la apropiación de los espacios y los recursos, la recuperación del núcleo familiar y sus valores, la relación entre niños, niñas y adolescentes con los adultos. Estas iniciativas están contempladas en las leyes, pero solo en las comunidades se hace tangible y posible.


Cumbre Mundial de Arte Cultura y Paz. Bogotá-Colombia. Fuente: Universidad de las Artes. Ecuador


Durante la semana del 6 al 12 de Abril del presente año se celebró en Bogotá la primera Cumbre Internacional de Arte, Cultura y Paz. En ella, representantes de iniciativas dentro y fuera de Colombia tuvieron la oportunidad de exponer e intercambiar experiencias. Tras los siete días de trabajo de las distintas mesas se concluyó la necesidad de involucrar a toda la sociedad civil, y de intervenir a través de mecanismos y herramientas tomados del Arte y de la Cultura, pues permite el rescate de las habilidades y capacidades de individuos a través de la pintura, el dibujo, la danza, el teatro, las letras y el juego al mismo tiempo se enseñan y reconstruyen principios y sistemas de valores encaminados a la convivencia, la cooperación, la apertura de las emociones y por tanto la sanación.


Aún tenemos un camino largo por recorrer, pero el solo hecho de tener en muchas bocas la palabra paz, un efecto multiplicador se produce. La paz no se logra de la noche a la mañana sino que requiere esfuerzos conjuntos. Pero si se apuesta por una paz duradera que contemple la inclusión de las comunidades étnicas y la participación de todos los sectores de la sociedad, dejaremos de teñir nuestro futuro de colores escarlata.


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[1] Es un debate aún inconcluso el relativo a las razones y la fecha única de origen del conflicto armado colombiano. Algunos de los postulados más importantes son a) problemas o disputas por tierras, mejor conocidos como “La reforma agraria”, b) la herencia de la guerra bipartidista entre el partido liberal y conservador, c) la mala administración de las élites políticas en el poder, y una evidente d) ausencia del Estado en las regiones, entre otras.


[2] Para Gabriel García Márquez, en su reconocida obra “Cien Años de Soledad”, Macondo corresponde a la figura imaginaria y a la vez realista de lo que ha sido Colombia representada en un municipio novelesco.


[3] Nombre asignado por los medios de comunicación nacional al conjunto de nuevas asociaciones o “Bandas Criminales”, que se constituyen con miembros de los grupos paramilitares desmovilizados.


[4] La firma del Pacto de Benidorm el 24 de julio de 1956 por el liberal Alberto Lleras Camargo y el conservador Laureano Gómez darían inicio al Frente Nacional.


[5] Fueron asesinados alrededor de 1500 de sus miembros.


[6] En este periodo se produce la muerte de Pablo Escobar y buena parte de los miembros de su cártel, se capturan y extraditan reconocidos narcotraficantes como Salvatore Mancuso y Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela.


[7] Presidente de la República de Colombia entre 2002 y 2010.


[8] Vinyamata, Eduard (2004) Conflictología. Curso de Resolución de conflictos, Barcelona, Ariel, p. 125.


[9] Concha Calderon, Percy. (2009) Teoría de Conflictos de Galtung. Revista Paz y Conflictos. Número 2, Año 2009. p. 6.


[10] Observatorio Nacional de Paz. Prácticas Populares de transformación de conflictos: Experiencias de articulación en cuatro regiones de Colombia.



Sobre la autora:

El movimiento es una de mis pasiones, por eso practico el running, la danza; pareciera que mejor me hubiera ido estudiando algo así como Física Pura, Arquitectura, o Deporte/Danza Profesional.


Pero fue el sentimiento de responsabilidad por buscar una solución a la grave situación que aqueja a mi país desde que tengo memoria, lo que me llevó a soñar con asumir algún día un perfil político desde donde pudiera lograr generar cambio. Por ello me encaminé en la aventura de profesionalizarme en Ciencia Política y Gobierno en Bogotá. Mi perspectiva cambió, luego de tantas experiencias de viaje: Ecuador, Nicaragua, Panamá, Francia, Bélgica, España, Italia, donde conocí gente maravillosa entendí que un agente de cambio no necesariamente está en la cima de la estructura sino que está en sus bases, allí donde los problemas están. Por eso sigo mi proceso de formación con el fin de especializarme en Proyectos de Desarrollo, Política Pública, Construcción de Paz y de Democracia. Siempre a la expectativa de izar velas y alcanzar nuevos vientos.

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