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J. Caballero. "Israel-Palestina. El statu quo frente a la solución de dos Estados." Parte

Jaime Caballero Mendizabal

PARTE I: Israel y Palestina en el tablero internacional

Este es el primero de una serie de tres artículos que pretenden plantear la cuestión palestino-israelí considerando la importancia del statu quo frente a la solución de dos Estados. La intención es huir de posiciones simplificadas que impiden mostrar la enorme complejidad del conflicto, para poder plantear las ideas que de subyacer a las acciones de Occidente, y de la Unión Europea en particular, podrían ejercer una influencia real que facilitara la creación de un ambiente propicio para la paz.


Para poder entender las propuestas que se plantearán es imprescindible relativizar todo idealismo hasta el punto de aceptar el conflicto como una gran gama de grises donde todo lo aparentemente importante pueda ser cuestionado y todo lo aparentemente subsidiario gane protagonismo. Ahora bien, para entender los grises hay que conocer el contexto: qué hay y de dónde viene. Si esta serie de artículos aspira a algo es, por encima de todo, a animar a apreciar la complejidad del asunto, a abandonar todo a priori moral estrecho de miras y a defender que la paz es posible pero no desde la grandilocuencia que emborracha la justa disputa entre el derecho de Israel a existir y la dignidad de Palestina.

OCCIDENTE

Para empezar corresponde ver por qué la sociedad occidental mira tan atentamente hacia ese lado del Mediterráneo.

Los recientes ataques terroristas en Europa y las crisis migratorias de refugiados políticos y gente desesperada por la falta de oportunidades en sus países de origen es una imagen muy certera de por qué el conflicto repercute a Occidente. La existencia del Estado de Israel genera ira y animadversión entre árabes y musulmanes de todo el mundo, la cooperación de Occidente con Israel fomenta el odio por contagio que experimentamos los occidentales, esto implica un riesgo importante en nuestra seguridad. Por otro lado, la existencia de un conflicto con un equilibrio de fuerzas tan descompensado genera frustración, enfado, y activismo en unas sociedades, las nuestras, tendentes a la superioridad moral, al “buenismo”, y a la compasión. Posturas propias de gentes acomodadas y desconectadas de la violencia, y por lo tanto síntomas de comunidades sanas, pero con cierta reminiscencia de posturas etnocentristas y de imposición de valores y de moral sobre otros pueblos que atufan a imperialismo intelectual.


Izq: Joe Biden abraza a Ehud Barak Ex Primer Ministro Israelí en la reunión anual del principal lobby sionista de EEUU, AIPAC. (2013) Israel News Agency. Der: Protesta pro Palestina en Londres. (2014) Fuente: Globo.com


Pero no somos solo un mero espectador o actor pasivo. La gestión británica de la región en el momento en el que nació el conflicto. La responsabilidad histórica europea ante la suerte del pueblo judío, una cultura que está en los gérmenes de nuestros valores y civilización judeo-cristiana-positivista a quienes podemos considerar como los primeros practicantes del europeísmo. La injerencia de EEUU y sus aliados de la OTAN durante los años de la Guerra Fría para convertir un pequeño Estado de tendencia socialista[1] en un paladín enclavado en una región estratégica atraída por la influencia soviética. Además de la fuerza de unas amplias relaciones comerciales, que nos califica para tener intereses en el conflicto. Ah, y no nos olvidemos de la influencia que el lobby sionista tiene en la política y la economía estadounidense y europea.


En el plano económico las relaciones comerciales que existen entre Occidente e Israel son muchas y muy variadas. Desde cuestiones relacionadas con la alimentación y la producción agrícola, hasta alta tecnología y material de guerra. Quizás en el campo de la alta tecnología es en el que más imprescindible resulta para Europa mantener una relación activa y fluida con el cerebro israelí, especialmente ahora que la jugada de las relaciones geoeconómicas cada vez esta mas ligada al desarrollo y la adquisición de tecnología punta. Sin la mano de obra barata palestina, y la financiación a los proyectos de guerra que potencian la investigación tecnológica, estas relaciones se verían muy debilitadas.


PAÍSES VECINOS (MENA)

Para ir haciendo un zoom sobre el tema cabe mirar ahora al entorno en el que se desarrolla el conflicto, la región conocida como Oriente Medio y Norte de África o MENA (sus siglas en inglés usadas en el argot internacional). ¿Cómo afectaría el nacimiento de un Estado palestino a los países vecinos? Sin poder hacer referencia a todos los actores, al menos habría que mirar a los países más directamente relacionados con Israel y Palestina.


Últimamente se ha escrito mucho sobre los países árabes de la región, sobre la pugna entre Arabia Saudí e Irán, sobre Siria, Irak y el Estado Islámico. Ahora mismo están sumidos en un conflicto suficientemente complejo como para recurrir al “demonio judío” pero si se alcanzase un pacto en el que Palestina se viese reconocido y defendido, el antisionismo como herramienta política perdería mucho peso para los Ayatolás en Irán y Líbano. La existencia de Israel es un regalo para la política interna de muchos países de MENA, especialmente Líbano, Siria e Irán. Por supuesto siempre quedaría la carta de Gaza, lo que permitiría a Hezbollah seguir amasando poder a costa de su oposición a Israel y su figura de franquicia iraní en la costa mediterránea.


Miembros de Hezbollah en un desfile anti-Israel . Líbano. Fuente: Times of Israel. Autor: AP/Hussein Malla

Quizás la mayor preocupación de los países vecinos sería el descontrol de las fronteras por parte de Israel, el flujo masivo de migración y las tensiones con un nuevo actor en la región como foco de inestabilidad. No es descabellado pensar en un incremento enorme de la emigración una vez las fronteras dejen de estar controladas por el IDF[2]. Una migración que se diseminaría por los países de la región: Jordania, Egipto, Irak, Líbano, Arabia y los países del Golfo Pérsico, pero también acudiría a Europa. Las tensiones históricas entre la población palestina y sus vecinos y la presión actual que ya ejercen los refugiados sirios no auguran el mejor de los recibimientos en los lugares de acogida. La llegada masiva de palestinos generaría enormes dificultades sociales y políticas en la región que ningún gobierno actual quiere afrontar (piensen en Septiembre Negro[3] y la lucha entre Jordania y la OLP[4] en 1970 que acabó con la expulsión de multitud de palestinos del Reino Hachemita). La pobreza y la exclusión propias de la emigración sería aprovechada por grupos integristas islámicos y amenazaría con expandir el cáncer del radicalismo religioso por países que, hasta la fecha, no se han sumido en el caos. Por otra parte, el Estado palestino supondría otro frente en la pugna Irán-Arabia Saudí por el control de la región. Otros actores como Turquía y Qatar (que ha ganado protagonismo recientemente en la escena palestina) siguen manteniendo un papel secundario aunque cada vez hacen más ruido, pero al igual que sus vecinos viven muy condicionados por la creciente inestabilidad regional y las aventuras palestinas pueden resultarles contraproducentes. Y todo esto sin considerar que, como pasó en Gaza, la salida de Israel no suponga el auge del radicalismo de Hamás. En definitiva, estaríamos hablando del último funeral a la estabilidad regional, la pesadilla de Occidente, o dicho sucio y mal: éramos pocos y parió la abuela.



Notas:


[1] Israel nunca fue un estado oficialmente marxista, pero los valores del socialismo utópico de las colonias comunales o “Kibuts” representaron el espíritu de la nueva nación durante su primera etapa.


[2] IDF, “Israel Defense Forces“. Siglas en inglés por las que se conoce a las fuerzas armadas israelíes.


[3] 15/09/1969. Ataque del ejército jordano sobre la OLP por el poder que la organización palestina estaba adquiriendo en Jordania.

[4] OLP. Siglas de la Organización para la Liberación de Palestina, quien tradicionalmente englobaba a los representantes reconocidos internacionalmente del pueblo palestino. Hamás y otras facciones extremistas no forman parte de la OLP.

Referencias:

-Berti. B (16 – 03 – 2015). En busca de la estabilidad: el enfoque de Israel hacia Oriente Medio. Policy Brief nº121. Fride. Desde: http://fride.org/publication/1254/seeking-stability:-israel's-approach-to-the-middle-east-and-north-africa


-Conversaciones en la Fundación (5 – 12 – 2014). Shlomo Ben-Ami con Antonio San José. Fundación Juan March. Desde: http://www.march.es/conferencias/detalle.aspx?p1=2&p5=100069


-S.M (12 – 05 – 2015). Are calls to boycott Israel anti-Semitic?. The Economist. Desde: http://www.economist.com/blogs/democracyinamerica/2015/05/campus-politics

-Bastenier. M.A (2002). Israel-Palestina La casa de la guerra. Madrid, Santillana.


-Bayoumi. M, Rubin. A (Edits) (2000) The Edward Said Reader. Toronto, Vintage.


-Ben-Ami. S (1999). Israel, entre la guerra y la paz. Barcelona, Ediciones B


-Gitlin.T, Leibovitz. L (2010). Chosen Peoples, America, Israel and the ordeals of divine election. Nueva York, Simon & Schuster.


-Oz. A (2007) Una Historia de amor y oscuridad. Madrid, Siruela.

Sobre el autor:

Estudiante de Arquitectura y Urbanismo, apasionado de la ciudad, la historia, y la política y bueno, curioso en general. Israel le atrae porque hablando con la gente se puede aprender tanto como con los libros, es un asunto vivo. Desde que estudió becado en Boston le ha picado fuerte el gusanillo de las relaciones internacionales, pero cuando le dicen que es un mundo muy difícil, suele contestar que es de la escuela de estoicismo más importante de Europa: el Atlético de Madrid. (Manuel Marín). Le aburren las conversaciones donde todos están de acuerdo, aunque si la charla incluye una buena cerveza, seguro que merece la pena.

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