ENTREVISTAS - Manuel Burque: "El humor sin límites nos vuelve más tolerantes"
Julia Giráldez Velasco
Manuel Burque es tinerfeño de nacimiento, gallego de corazón y madrileño de acogida. Su vida está marcada por un dilatado currículum en múltiples disciplinas artísticas que hace que su nombre vaya siempre seguido del adjetivo polifacético. Licenciado en comunicación audiovisual por la Universidad Pontificia de Salamanca, comenzó protagonizando obras de teatro para pasar a dirigirlas y pronto se lanzó a la industria del cortometraje. Estudió interpretación en el estudio de actores Guindalera Escena Abierta, en Madrid. En paralelo, estudió guión con Pedro Loeb y se diplomó en dirección de fotografía en el NIC (Núcleo de Investigación Cinematográfica). Entre los premios que ha recibido, ganó el IV Concurso de Guiones de Cortos por “Quid pro quo”, así como el XVIII Premio de Teatro Enrique Llovet de Málaga por su obra “Esperando al ruso”. En su último trabajo nos sorprende como coprotagonista en la película “Requisitos para ser una persona normal” dirigida por Leticia Dolera, dónde encarna el personaje de Borja. Mientras tanto, sigue haciéndonos reír con su monólogo “Superman también se toca” en el Teatro Luchana de Madrid.
Pese a distar un poco del tipo de entrevistas que hacemos en Ágora, hemos tenido la posibilidad de entrevistar a Manuel Burque y no hemos querido dejar pasar la ocasión de hablar sobre cultura y de debatir de temas tan en boga como es el de los límites del humor.
PREGUNTA: A menudo se refieren a ti como polifacético: eres -entre otras cosas- monologuista, guionista, escritor, director teatral y de cortos pero, ¿cuál es la profesión con la que más te identificas?
RESPUESTA: Me siento más a gusto como guionista, es lo que siento más mi territorio o mi zona de confort, es lo que más domino. Pero lo que más me gustaría a mí es dirigir, yo me metí en este mundo para dirigir, pero la vida te va llevando por diferentes sitios. Dirigir es algo que lleva mucho sacrificio y mucha inversión de tiempo, exagerada…
P: ¿Lleva más tiempo el trabajo de un director que el de un guionista?
R: Lleva mucho tiempo todo, pero con la dirección te sumerges en un proyecto y conlleva un nivel de estrés, de trabajo y de disciplina tan grande que tienes que tener un proyecto muy claro para poder hacerlo. Yo nunca acabo de tener ese proyecto, puede ser por miedo, o porque es un terreno que no está dentro de mi zona de confort aunque me flipe y desde pequeño siempre haya querido hacerlo… Pero me he visto muy a gusto escribiendo, me lo paso bien y me gusta mucho ese proceso de ‘cocer a fuego lento’.
P: ¿Veremos más veces a Manuel Burque en la gran pantalla después de “Requisitos para ser una persona normal”?
R: ¿La gran pantalla? No lo sé… Digamos que a raíz del estreno de la película he ido cumpliendo las condiciones para ser actor. Yo no tenía representante y ahora tengo, nunca había hecho castings como para actor, solo para publicidad porque alguien me convenció de que por ser pelirrojo iban a salirme cosas e iban a pagarme bien. Yo ahora empiezo esa carrera de cero. Hasta ahora me habían llamado para colaborar, para hacer personajes pequeños en webseries, pero nunca proyectos tan grandes.
P: ¿Qué fue lo que más disfrutaste de grabar la película?
R: Nunca me habían hecho esa pregunta… Yo creo que sencillamente disfruté del proceso de estar haciendo una película. Yo ya había disfrutado de estar detrás, pero estar en medio del rodaje viendo como el director de foto iluminaba, colocaba la cámara, cómo dirigía Leticia Dolera –que era bastante impresionante– y estar yo dentro de esas tomas siendo un elemento interno fue lo que más disfruté. En general disfruté del trabajo con Leticia, la verdad, porque dirige muy bien y enseguida nos entendimos y también me dejaba libertad. Me iba a casa con la sensación de que había aprendido un poco más. Me siento muy orgulloso de estar en esta película. Creo que es la primera comedia romántica indie que se ha hecho en España, no es convencional, los arquetipos están girados, el que recibe el romanticismo es un gordo pelirrojo que vive con su abuela y trabaja en IKEA y no tiene ningún talento oculto que explote al final de la película, con lo cual el género ya está cambiado. Pero es estricta realidad, los personajes son loosers de verdad, son normales, no tienen nada especial ni son peliculeros. Es una película naif sin caer en lo ñoño, con personajes peculiares pero no demasiado sofisticados.
"Me siento muy orgulloso de estar en esta película. Creo que es la primera comedia romántica indie que se ha hecho en España, no es convencional, los arquetipos están girados, el que recibe el romanticismo es un gordo pelirrojo que vive con su abuela y trabaja en IKEA"
P: Pasando a temas más políticos y aprovechando tu faceta de actor… el ex ministro José Ignacio Wert fue criticado porque la cultura fue uno de los sectores más afectado por el aumento de impuestos (el tipo para espectáculos culturales pasó del 8% al 21%), ¿En qué medida repercute esto en tu profesión? ¿Crees que puede perderse a la larga la cultura de ir al cine?
R: Creo que poner un 21% a la cultura es como decir que la cultura es un producto de lujo y eso es que no te importe la formación de un país. Para mí la sanidad y la educación deben ir antes que nada y una vez que eso está cubierto, la cultura permite que la sociedad sea reflexiva y aprenda a aplicar pragmáticamente todo lo que ha aprendido en el sector educación. A parte, sobre la marca España que ellos han vendido tanto, lo que hace fuerte a un país es precisamente la cultura de cara al exterior, o sea si nosotros exportamos cultura muy fuerte, el país se hace más fuerte porque adquiere más valor. Yo he reflexionado mucho sobre esto, por plantearme el tema de qué es la cultura y por qué la tenemos que defender, y ya te digo que yo creo que nos permite reflexionar, nos hace críticos.
"Creo que poner un 21% a la cultura es como decir que la cultura es un producto de lujo y eso es que no te importe la formación de un país [...] la cultura permite que la sociedad sea reflexiva"
Sobre el tema de ir al cine, creo que el IVA no es condicionante. El cine ya era caro y lidiaba sobre todo con el tema de la piratería, que en España es muy fuerte, y tiene un poco que ver con la falta de respeto a lo que es la cultura, ese es el verdadero problema; y gravar el cine con un 21% hace también que se respete menos, pero ese no es el problema. El sindicato de guionistas ALMA ha llevado a cabo un proyecto para enseñar a la gente cuál es el papel de un guionista, así la gente antes de piratear se para a pensar en la gente que hay detrás, es una cuestión de educación. En definitiva creo que la moral de España es laxa con el robo y con el engaño, no sé de dónde viene…
P: ¿Crees que la cultura tiene que estar obligatoriamente subvencionada?
R: Yo me llevo haciendo esta pregunta mucho tiempo ¿Por qué protegerla desde el estado? No sé… Me gusta la idea de que cuanta más cultura consumamos menos manipulables somos. El problema es que existe la concepción de que si la cultura no da dinero, pues no hace falta, porque todo está visto desde el beneficio. Pero una sociedad no depende sólo del beneficio, depende del equilibrio, de la convivencia, de la solidaridad, de la igualdad… Creo que un país se hace fuerte si todos optamos a las mismas condiciones. Por eso, si la cultura es igual para todo el mundo sin estar gravada por un IVA que la hace inaccesible, todos tendremos las mismas posibilidades de reflexionar y crecer como personas para que no se nos pueda manipular, que es lo que interesa, aunque esto es una hipótesis irreflexiva. De todas formas hay que plantearse antes qué es la cultura para evitar llegar a ‘conclusiones de taberna’.
"El problema es que existe la concepción de que si la cultura no da dinero, pues no hace falta, porque todo está visto desde el beneficio"
P: A raíz de los ‘tuits’ del ex edil de cultura de Ahora Madrid, Guillermo Zapata, se ha debatido mucho acerca de la libertad de expresión y los límites del humor. Como monologuista (y también usuario de Twitter), ¿cómo crees que se conjugan estos aspectos?
R: Como cómico y como persona creo que el humor no tiene límites. Los límites son tan relativos y subjetivos que todo depende de la persona a la que se dirija. Es decir, hace veinte años, los chistes que se hacían eran más inocentes y ofendían a menos gente, ahora se ha abierto todo mucho, pero es un chiste, no intenta ofender sino precisamente jugar con esos límites. El humor se va desgastando y por eso se van abriendo nuevos caminos y se busca romper por sitios diferentes para que no te lo esperes. Entonces, empieza a tocar temas que son delicados. Luego está el humor que intenta abrir la mente… porque el humor sin límites nos vuelve más tolerantes. Ricky Gervais por ejemplo dice: “yo no cuento un chiste de pederastia a los pederastas, eso no me hace gracia, se lo cuento a gente que no es pederasta para saber si se puede reír o no con eso, pero yo no apoyo a los pederastas, es una locura pensar que los apoyo”. Los que se ofenden es porque creen que se está poniendo en duda su sistema de valores, y no es eso. Se intentan romper límites pero el humor nunca quiere ofender. Si empezamos a poner límites al final no se puede hacer chistes sobre nada. Si un humor te ofende pues no lo escuches, no sé… A mí es que me habrían quitado de diputado muy rápido.
"Como cómico y como persona creo que el humor no tiene límites. Los límites son tan relativos y subjetivos que todo depende de la persona a la que se dirija"
P: El trabajo de los guionistas se encuentra siempre en un segundo plano con respecto a los actores o al director, pero en realidad sois los que dais vida a la película, ¿Crees que los espectadores deberían concienciarse de esto?
R: Creo que sí deberían, por una cuestión de darle a los guionistas el valor que no se les da, y es un valor que lo tienen en la película. Sin embargo, en términos de derechos de autor sí que se les da, tienen una parte importante, pero es verdad que la gente no tiene muy claro quién es el guionista, no sabe qué función hace. De hecho, el padre de uno de mis coguionistas pensaba que los actores de las series decían las frases ellos, mientras están actuando... Entonces sí que creo que hay que hacer una labor pedagógica como la de ALMA, que lo está haciendo bien.
Todo el equipo es muy importante. Sin el guión no hay historia ni personajes y eso es básico, pero es como una fórmula química, luego tiene que venir un químico práctico, que es el director, y darle vida, y luego tiene que haber un montador que lo reescriba… Es decir, es un trabajo en grupo. En Estados Unidos, en las series, el importante es el guionista.
P: El guionista Ignacio del Moral decía en el documental “Writting Heads: Hablan los guionistas” que su trabajo es cómo mandar a una hija a un matrimonio de conveniencia con un señor feudal que no sabes qué le va a hacer, ¿esto es habitual en la industria cinematográfica?
R: Depende del entorno, hay productores que intentan que se respeten muchísimo los guiones en las series de televisión en España, y el guionista está muy dentro del rodaje para que cada vez que se plantee un cambio, lo consulten. El cine es el territorio del director, entonces hay muchas veces que los directores cogen el guión y lo cambian. Algunas veces para mejor y otras para peor, pero es verdad que el director a veces saca algo que no estaba en el guión…
Es un tema de aciertos y desaciertos. Es verdad que a veces los guionistas nos sentimos como que nos roban a un bebé que llevamos meses haciendo para que luego en dos semanas te lo destrocen, es una sensación de vulnerabilidad, así que entiendo la metáfora, pero creo que muchas veces es para mejor.
P: Y para terminar, ¿te consideras una persona normal?
R: Depende del entorno y de la perspectiva… Si entro en una cafetería del barrio de Salamanca igual no soy una persona normal porque el entorno es distinto. Si voy a Japón con mi sombrero y llego allí no me voy a sentir normal. Pero en mi entorno laboral me siento muy normal, por ejemplo.