ENTREVISTAS - Gonzalo Boye: "España derogará la Ley de Amnistía cuando se produzca la transició
Elisa Llop Cardenal
Elisa Castillo Nieto
Alejandro Ciordia Morandeira
Hay vidas que dan, como poco, para hacer una película. El documental sobre la vida de Gonzalo Boye Tuset (Viña del Mar, Chile, 1965) verá la luz a finales de 2015. Entretanto, hemos tenido el placer de escuchar de primera mano las vivencias, opiniones, y carrera profesional de su protagonista, quien nos recibió en su despacho en una calurosa tarde de julio. Gonzalo Boye se marchó de Chile con 17 años, en plena dictadura de Pinochet, y estudió Economía y Ciencias Políticas en Alemania. Decidió venir a España en 1986, y aquí piensa quedarse “mientras pueda y siga estando cómodo”. Pero no todo han sido buenas experiencias en nuestro país; en 1996 fue condenado por la Audiencia Nacional a ocho años de prisión por unos hechos que, desde entonces y hasta hoy, afirma que son falsos. “Muy cabreado por una sentencia injusta”, decidió estudiar Derecho y, desde su salida, ejerce como abogado penalista. Ha intervenido en procesos tan mediáticos como la acusación particular del 11-M, los protagonizados por Edward Snowden, Luis Bárcenas, Elpidio José Silva, la cúpula del Gobierno de Israel o de la Administración de George W. Bush. También se dice que en los cables de Wikileaks la diplomacia estadounidense se refería a él como "un dolor de cabeza". La profesión de Gonzalo Boye marca su discurso, muy conciso y escogiendo sus palabras con precisión. Lo cual no es un obstáculo para responder sin tapujos a cualquier pregunta. Por algo es también editor de la Revista Mongolia… Sin duda, un personaje digno de película. Aquí va un adelanto, y ojo, puede haber spoilers.
PREGUNTA: Como abogado penalista, ha llevado casos politizados, como la defensa de Edward Snowden, la acusación particular contra Bárcenas, la defensa de Elpidio José Silva y la de Tania Sánchez, estas dos últimas recientemente archivadas. Parece que siempre lleva usted casos en los que sus clientes coinciden con su abierto posicionamiento ideológico. ¿Puede permitirse rechazar a los demás? ¿Es usted quien llama o lo llaman?
RESPUESTA: En realidad yo llevo muchos casos, lo que pasa es que hay algunos casos que tienen una connotación pública distinta, son más mediáticos. Yo defiendo a la gente que me llama y, evidentemente, hay mucha gente que no me va a llamar en ningún caso y hay otra mucha que me va a llamar. Yo creo que para defender a alguien uno tiene que sentirse cómodo en la defensa, sea la que sea.
P: Más concretamente, respecto del caso de Edward Snowden, que últimamente parece haber desparecido un poco del primer plano mediático en España, ¿podría explicarnos cuál es el estado actual del proceso? ¿Qué posibilidades hay de que lo extraditen a EEUU?
R: De momento a Edward Snowden no le van a extraditar porque cuenta con la protección de las autoridades rusas y está en un escenario de statu quo en el cual existe un procedimiento abierto en Estados Unidos y nosotros estamos buscando instrumentos jurídicos para mantenerle fuera de ese escenario hasta que Estados Unidos no cambie su postura.
"La postura de EE.UU. es bastante absurda [...], en ningún país del mundo es delito denunciar un delito, sino más bien el no denunciarlo"
En realidad, se trata de una postura bastante absurda si tenemos en cuenta que se le persigue por denunciar prácticas ilegales de determinadas entidades y personas en EEUU. Eso es sorprendente, ya que en ningún país del mundo es delito denunciar un delito, sino más bien el no denunciarlo. En cuanto a que ha desaparecido un poco de los medios, yo creo que en España se presta poca atención al tema Snowden, pero éste es un tema recurrente en todos los medios internacionales que se dan cuenta de cuál es la relevancia de las revelaciones que él ha hecho y de las que puede hacer.
P: En Europa no tanto, pero en EEUU hay un gran debate sobre si Snowden es un héroe o un villano. ¿Qué les diría a aquellos que creen que es un villano por el hecho de poner en riesgo la seguridad nacional?
R: En primer lugar, yo creo que Edward Snowden no puso en riesgo la seguridad nacional de ningún país, lo que hizo fue revelar prácticas ilegales. Lo que pasa es que ha habido también una campaña bastante orquestada para denunciar si Edward Snowden cometió o no un delito y si puso en riesgo a alguien. La verdad es que el principal cliente de la NSA era el Departamento de Comercio de EEUU, por tanto lo que él ha podido poner en riesgo son operaciones comerciales y sobre todo operaciones de inteligencia que nada tienen que ver con la seguridad de EEUU.
P: En el polémico caso del 4F, retratado en el documental 'Ciutat Morta', en el que usted llevó la defensa de Rodrigo Lanza (condenado por arrojar, supuestamente, una piedra a un guardia urbano que quedó tetrapléjico), se juntaron abusos policiales, discriminación xenófoba, torturas, jueces que no respetan las garantías del proceso de defensa, y una revisión desfavorable del Tribunal Supremo... ¿como abogado, cómo consigue sobrellevar un caso así?
R: Yo creo que los abogados terminamos desarrollando un cierto caparazón que nos permite seguir adelante, porque evidentemente hay casos que marcan, y el caso del 4F es un caso que marca. El caso del 11-M también es un caso que marca. Lo que pasa es que uno tiene que seguir haciendo su trabajo y la gente lo que espera es que mantenga la frialdad para saber qué hacer en cada momento. Pero bueno, yo creo que todos los abogados, o sabemos hacerlo o debemos saber hacerlo.
P: ¿Encuentran usted y Rodrigo Lanza algún consuelo en el hecho de que se filmase el documental y se haya conocido lo que ocurrió? ¿Se ha conseguido hacer justicia, si no desde las propias instancias judiciales, al menos desde el plano de la opinión pública?
R: El documental lo que consigue, básicamente, es la reparación moral del daño causado a Rodrigo, a su familia, y a los otros chicos que fueron condenados, pero evidentemente, la reparación real debería venir por una revisión de la sentencia. Es un caso claramente injusto.
P: Usted conoce el sistema penitenciario español de primera mano al haber pasado ocho años en prisión, condenado por pasar información a ETA con el fin de secuestrar al empresario Emiliano Revilla en 1989. ¿Fue su disconformidad absoluta con la sentencia lo que le empujó a estudiar Derecho desde la cárcel?
R: Ese también fue un caso injusto y estudié Derecho porque estaba muy cabreado, ya que los hechos apuntados en la sentencia no son ciertos y, 20 años después, puedo seguir diciendo que no son ciertos. Pero los jueces a veces se equivocan, el problema es que no siempre lo admiten.
P: Justo decía usted en el propio documental de 'Ciutat Morta' que cuando el sistema reconocía una brecha dejaba de existir como sistema, ya que habría que cambiarlo.
R: El sistema judicial no está preparado para reconocer fallos y de hecho ni siquiera está preparado para reparar esos fallos. Les pongo un ejemplo: hoy se ha hecho pública una sentencia por la cual el Tribunal Supremo considera que, al no ser el cauce adecuado, no tiene que indemnizar a Dolores Vázquez [quien estuvo 519 días en la cárcel acusada de un asesinato que no cometió]. ¿Hay alguien en España al que le quepa alguna duda de que esa señora fue injustamente encarcelada y ultrajada por el sistema? Bueno, la respuesta está ahí: no la van a indemnizar. P: Y su vida está absolutamente destrozada...
R: Sin duda, es una mujer que vive fuera de España porque no puede vivir aquí.
"El sistema judicial no está preparado para reconocer fallos y de hecho ni siquiera está preparado para reparar esos fallos"
P: La reciente reforma del Código Penal, se caracteriza por un endurecimiento general de las penas. Uno de los aspectos más llamativos y que ha sido más cuestionado es el de la introducción de la prisión permanente revisable. ¿Qué opina de ella? ¿Cree en la reinserción en todos los casos?
R: Yo creo que, constitucionalmente, las penas están orientadas a la reeducación y a la reinserción, creer que la misma no existe es dejar de creer en el ser humano. Yo discrepo de quienes sostienen que esa medida sea constitucional, de hecho recientemente promovida por el candidato estrella de Podemos, José Manuel Gómez Benítez [exvocal del Consejo General del Poder Judicial], quien hizo el informe para revestir de constitucionalidad una medida que no es constitucional y además, a mi juicio, es tremendamente inhumana.
"Creer que la reinserción no existe es dejar de creer en el ser humano"
P: En abril de este año publicó un artículo relatando que, tras haber asistido a las vistas orales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se había encontrado ante un ejemplo de Justicia con mayúsculas, de un sistema de Justicia “que realmente funciona”. Un mensaje sin duda esperanzador en lo que respecta el funcionamiento y la eficacia de la Justicia Internacional. No obstante, cuando tiene lugar una investigación, las condenas tardan en llegar y, sobre todo, es muy frecuente que finalmente no se ejecuten. ¿Hay realmente esperanza para la Justicia Internacional?
R: Yo sigo creyendo en la Justicia Internacional. Creo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha hecho una cosa muy razonable, muy sensata y con mucha proyección de futuro, que es acercar la Justicia al ciudadano. Es decir, cuanto más lejos está la Justicia, menos justa se percibe o menos impacto genera. Yo iba a esas sesiones de la CIDH en las que había, 5.000, 6.000 o 7.000 personas viendo las sesiones del juicio, y era gente del pueblo, gente que estaba escuchando y viendo cómo se reparaba a un general de las Fuerzas Aéreas chilenas, o cómo se reparaba a una chica ecuatoriana infectada de VIH en una transfusión a los tres años. Eso es justicia, y es un buen ejemplo.
"Muchas veces el problema es que los jueces creen que sus fallos nunca van a ser revisados"
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos debería mirar y tal vez acercar la Justicia a la gente. Por ejemplo, durante todas esas sesiones, el Presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de Colombia estuvo sentado en la sala justo al lado mío y yo notaba que él estaba percibiendo que esa Justicia cualquier día le revisaría sus fallos. Muchas veces el problema es que los jueces creen que sus fallos nunca van a ser revisados.
P: Al hilo del caso de Maldonado Vargas y otros casos contra Chile ante la CIDH, usted destacó que ninguna de las partes mencionó siquiera la Ley de Amnistía promulgada por el gobierno de Pinochet. En sus palabras, “eso habría sido un insulto al Derecho, una afrenta a la CIDH y un atentado a la lógica, toda vez que en el Derecho Internacional las autoamnistías carecen de cualquier valor jurídico, lo que en España sigue olvidándose en aras de una mal llamada transición”. ¿Por qué España no ha sido capaz de imponerse a la Ley de Amnistía y honrar su memoria histórica? ¿Considera que cabe una verdadera reconciliación sin reconocer a las víctimas?
R: Yo me imagino que España derogará la Ley de Amnistía cuando se produzca la transición a la democracia, y todavía falta un poco para eso. Espero y estoy seguro de que, una vez que lo hagan, la primera cosa que harán será derogar esa ley y dar pasos fundamentales de cara a obtener verdad, justicia y reparación. Son los pasos lógicos para conseguir cicatrizar las heridas históricas y de la historia reciente de España.
P: Declaró vd. en una entrevista hace unos años que “el principio de jurisdicción universal no es una invención ni mía ni de Garzón, es más antiguo que eso y, además, una forma de exigir responsabilidades cuando fallan los mecanismos de la Justicia nacional allí donde los delitos más graves se han cometido”. En España, país que un día protagonizó uno de los puntos de inflexión en el Derecho Internacional al abrir la jurisdicción universal, hemos asistido recientemente a un retroceso crucial con la reforma de la LOPJ, buscando salvaguardar las relaciones diplomáticas con determinados Estados poderosos como Israel o China. ¿Responde este retroceso exclusivamente a la preservación de intereses económicos con países potencialmente culpables de crímenes internacionales? ¿Existe un punto intermedio jurídica y políticamente óptimo entre la jurisdicción universal absoluta y la actual restricción?
R: En materia de Derechos Humanos creo que no existe la equidistancia y por lo tanto no puede existir la jurisdicción universal a medias, es decir, “a medio investigo y a medio no investigo”.
Lo que hay es mucho servilismo en política y sobre todo mucho servilismo con las grandes potencias, así que bueno, cada cual que responda de sus actos. El gobierno español, tanto el socialista como el popular, han ido modificando la legislación, pero de forma incoherente, porque hoy en día, a mí me podrían perseguir por traficar con droga en aguas internacionales del Océano Índico, pero no por cometer crímenes de guerra a 500km de la frontera española. Eso lo que refleja es la laxitud moral de los legisladores, porque la persecución de un delito de peligro abstracto, como es el delito contra la salud pública, no puede ser potenciada mucho más allá de lo que se persiguen los crímenes más graves del ordenamiento jurídico nacional e internacional.
"Hoy en día, a mí me podrían perseguir por traficar con droga en aguas internacionales del Océano Índico, pero no por cometer crímenes de guerra a 500km de la frontera española. Eso refleja la laxitud moral de los legisladores"
P: Otro aspecto de su vida profesional es su labor como editor de la Revista Mongolia. Tras los atentados contra la redacción de Charlie Hebdo en París, decía usted que el semanario francés “es, afortunadamente, un medio molesto para los intolerantes y radicales, al igual como en España lo puede ser la Revista Mongolia”. Estos atentados abrieron el debate acerca de los límites -o la ausencia de ellos- de la libertad de expresión. ¿Cuál es su opinión al respecto?
R: Yo creo que la libertad de expresión sólo tiene los límites que establece la ley, es decir, la intimidad, el honor, la verdad y el buen gusto, y evidentemente, todos estos fanáticos, subnormales profundos que hay por ahí -que no sólo los hay por parte del radicalismo islámico, el radicalismo católico con sus insultos también es tremendo- no lo entienden. Por tanto, yo creo que cuantos menos límites haya a la libertad de expresión, mejor estaremos.
P: Precisamente, hace apenas unas semanas que se incoó un procedimiento en la Audiencia Nacional por un tuit de un concejal de Madrid, Guillermo Zapata, del año 2012, haciendo un chiste cruel sobre Irene Villa. El caso se archivó tras la declaración de la supuesta víctima, que fue la primera en quitarle importancia al caso, y sin que declarase siquiera el imputado. Al hilo de esto, ¿puede y debe el Derecho Penal abarcar todo lo que se publica en Internet?
R: Yo creo que el problema no está en el Derecho Penal, el problema está en la Audiencia Nacional, que es un tribunal cada vez menos justificado, si es que alguna vez tuvo justificación. Lo que hace la Audiencia Nacional muchas veces me genera bastante preocupación, no tiene mucho sentido. Los chistes de Zapata eran malos, pero de ahí a ser delictivos hay un trecho largo. Pero no es el único que está imputado en la Audiencia Nacional por sus tweets. P: Sí, también hubo recientemente el caso de un rapero líder de 'Def Con Dos'...
R: Sí, César Strawberry, pero de eso no puedo hablar porque soy su abogado y ahí estoy bajo secreto profesional.
"Los chistes de Zapata eran malos, pero de ahí a ser delictivos hay un trecho largo"
P: Cambiando de tema, recientemente ha apoyado la creación de un movimiento de unidad popular en España similar al que permitió alcanzar la presidencia de Chile a Salvador Allende. Unos días después conocíamos la creación de 'Ahora en Común', una iniciativa ciudadana de la que usted es uno de los firmantes iniciales. ¿Cree realmente que 'Ahora en Común' es la representación de esa unidad que usted preconizaba?
R: Yo creo que la única fórmula de cambiar las cosas es uniéndonos todos aquellos que queramos cambiarlas. Ahora hay cosas que se llaman la “nueva política”, otras que son la “vieja política” y algunas cosas nuevas que a lo que huelen es a muy viejo, es decir, el mismo tipo de estructuras de liderazgo y esas cosas. Por tanto, yo creo que hay que dar pasos inclusivos en los que todos, o muchos, apoyemos en la misma dirección. Porque en España una de las cosas que hay que cambiar es la ley d’Hondt. Con esa ley se potencia el bipartidismo, y lo peor que se puede hacer es el juego al bipartidismo. Si la gente se va a quedar en su casa por una determinada razón, ¿no será mejor poner a todos juntos y que toda esa gente atraiga esos votos? Yo creo que ese es el camino.
P: ¿En qué se concreta la “oportunidad única” ante la que, según sus palabras, nos encontramos para cambiar las cosas?
R: Yo creo que estamos sin duda ante una oportunidad única de cambiar las cosas. La cuestión es saber si lo queremos hacer como Varoufakis o como Tsipras.
P: ¿En qué sentido?
R: Con coherencia o sin ella.
P: ¿Y tal vez avanzar hacia esa transición que todavía no ha llegado?
R: Sí, claro. Aquí las cosas están todavía fatal, fatal.
P: Ha defendido usted exitosamente numerosos casos, algunos muy mediáticos. ¿Cuál ha sido su mayor satisfacción en el ámbito profesional?
R: Yo creo que cada juicio tiene algo especial y probablemente el juicio del 11-M fue sin duda un juicio muy satisfactorio. Se consiguió un gran resultado y sobre todo se le dio mucha satisfacción a muchas víctimas de unos hechos que nunca debieron suceder.
Por tanto, el 11-M ha sido para mí un caso emblemático, un caso del cual terminamos exhaustos porque fue un trabajo muy duro, pero también muy contentos.
P: Entre otros muchos, se ha atrevido hasta contra los asesores de Bush y otros altos cargos de la Administración de EEUU por concebir y poner en funcionamiento el centro de detención de Guantánamo. ¿Le queda algún reto profesional por cumplir, o algún caso que por motivos personales le gustaría llevar?
R: El día que no me queden retos me voy a retirar tranquilamente y me dedicaré a leer y a cuidar de una huerta, pero de momento me quedan muchos retos por delante.
Mucha gente los ve como casos muy importantes, pero estos son una panda de cobardes, porque si no lo fuesen no se ampararían detrás del poder del Estado, darían la cara, vendrían, se presentarían ante la Justicia y explicarían las cosas. Yo creo que muchas veces esta gente no es más que eso, una panda de cobardes.
"El 11-M ha sido para mí un caso emblemático, un caso del cual terminamos exhaustos porque fue un trabajo muy duro, pero también muy contentos"