ENTREVISTAS - Juan Fernando López Aguilar: "Coalición Canaria fue un invento empresarial, finan
Belén Carrasco Rodríguez Carlos Fernández Esquer Álvaro Monsó Gil
Con una extensa trayectoria profesional, este político y jurista nacido en Las Palmas de Gran Canaria ha ocupado numerosos cargos representativos tanto a nivel nacional como europeo. Juan Fernando López Aguilar ha sido Doctor en Derecho con Premio Extraordinario por la Universidad de Bolonia, becario de la Fundación Príncipe de Asturias en EE.UU, Master of Arts in Law & Diplomacy por la Universidad de Tufts, Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y Consultor de la Comisión de Venecia del Consejo de Europa (1996 - 2000). Asimismo, en su amplio recorrido político desde que se hizo militante del PSOE en 1983, destacan los cargos de diputado tanto del Parlamento de Canarias como de las Cortes Generales, Ministro de Justicia en el primer gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Secretario general del Partido Socialista de Canarias y eurodiputado socialista titular de la Comisión Parlamentaria de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior.
Durante su período como Ministro de Justicia, se aprobaron 21 leyes, entre las que subrayamos la reforma del Código Civil en materia de separación y divorcio y para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, así como la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. También es autor de numerosas obras sobre Derecho Comparado, federalismo y regionalismo, Derechos Fundamentales y sistemas judiciales publicados tanto en España como en el extranjero. Realiza colaboraciones en revistas nacionales e internacionales y es asiduo conferenciante en foros académicos y políticos relativos a la Justicia, Desarrollo Autonómico, la Constitución y las Comunidades Europeas.
Nos recibió en el Congreso para hablarnos sobre actualidad política europea, nacional y, no podía faltar, canaria. Este fue el resultado.
Bloque I - Política europea
PREGUNTA: Hace una semana usted publicaba un artículo en el diario República en el que definía la percepción actual de la Unión Europea como una Europa alemana, "pangermanizada", ciertamente hostil con la Europa del Sur y con serios problemas de gobernanza democrática. ¿Cuál sería su propuesta para conseguir una Europa más democrática, más solidaria?
RESPUESTA: No he dicho nunca, tampoco en ese artículo, que ese sea mi diagnóstico, pero sí que esa es una impresión, cada vez más extendida, lacerante y muy perjudicial para el proyecto europeo. Porque, en realidad, la construcción europea arrancó de una razón de ser totalmente contraria: la europeización de Alemania, la integración de la diversidad y la cohesión entre Estados miembros desiguales entre sí en peso específico, en población y en territorio. Cuando arrancó esa construcción, Paul-Henri Spaak, el que fuera uno de los padres fundadores de la UE y Primer Ministro de Bélgica, certificó esta idea con una frase lapidaria: “No existen Estados grandes, ni Estados pequeños; todos somos pequeños, sólo que algunos los sabemos y otros no”. Con esta afirmación estaba dando idea de hasta qué punto la integración era un proceso históricamente necesario, además de irreversible. Y hemos visto por primera vez que la lógica supranacional, cuando más necesaria era tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, ha cedido a una renacionalización de las políticas, a una regubernamentalización del método de toma de decisiones y, consiguientemente, a una contraposición de opiniones públicas nacionales entre sí, espoleada además por medios de comunicación cada vez más encastillados en los prejuicios nacionales que instigan, a menudo, la desconfianza, cuando no directamente el odio al vecino, aunque sea ciudadano europeo, como es el caso paradigmático del conflicto entre Grecia y Alemania en estos momentos. Pero lo que sí digo es que la Unión Europea se encuentra en el peor momento de su historia. Sigo siendo un europeísta, pero también creo que es imprescindible cambiar no solamente el estado de ánimo sino las reglas del juego.
"La Unión Europea se encuentra en el peor momento de su historia. Sigo siendo un europeísta, pero también creo que es imprescindible cambiar no solamente el estado de ánimo sino las reglas del juego"
P: En este sentido, ¿cree que hay solución para la crisis de confianza en la Unión Europea que se ha estado viviendo durante estos últimos años y que ha llegado a su punto crítico con el referéndum griego y la amenaza del “Grexit”? ¿Ve posible alguna otra opción como, por ejemplo, una "Europa sin Unión"?
R: Debe haber una solución europea y sólo cabe una solución europea. Y me encuentro entre quienes trabajan para eso, sin ceder al desmayo del pésimo estado de cosas en que nos ha sumergido este abyecto manejo de la crisis, que arrancó en 2008 y se prolonga, no sólo como la crisis más larga, sino como la más agónica y la más lesiva para el proyecto europeo de toda su historia. Por eso digo sin ambages que es la peor crisis que ha atravesado nunca la Unión Europea.
Hay una jerga, una palinodia inercial, que dice que la Unión Europea se ha construido en sus crisis, pero lo cierto es que nunca habíamos vivido una crisis como esta. Su origen fue financiero, pero enseguida impactó sobre la economía real, destruyendo tejido productivo, con un paro masivo que no habíamos visto nunca y una exasperación de las desigualdades. De modo que se convirtió en una crisis social y, consiguientemente, en una crisis de proyecto europeo. Han florecido al rebufo de esta crisis partidos de extrema derecha nacionalistas, no ya euroescépticos –que los había-, sino directamente eurófobos; y también los populismos que reenarbolan la bandera de una soberanía supuestamente perdida o robada, pero de recuperación imposible.
De modo que tenemos un problema que es muy real. Pero la solución no consiste en regresar la casilla de salida, en la implosión de la Unión Europea, ni en aceptar sin más la lógica de los más fuertes sobre los más vulnerables, sino en la recuperación del proyecto europeo, entre cuyos abogados me encuentro.
P: Cambiando un poco de tema. Usted ha defendido la necesidad de que el Parlamento Europeo legisle y penalice el terrorismo, la incitación a la violencia y la exaltación del odio. Hace unas semanas hemos asistido en España a la entrada en vigor de una reforma del Código Penal que, entre otras cosas, introduce modificaciones controvertidas en este sentido. ¿Considera estas medidas excesivas o necesarias, dado que los artículos 578 y 579 permiten una interpretación bastante amplia del concepto de terrorismo?
R: A mí me parece que el llamado Espacio de Libertad, Justicia y Seguridad, que es de lo que más me he ocupado durante estos años en el Parlamento Europeo, es una expresión concreta y sobresaliente de la dimensión política e, incluso, de la ambición constitucional de la Unión Europea. Es la primera vez que el Parlamento Europeo legisla sobre derechos fundamentales y es legislador penal. Creo que el objeto del Derecho penal europeo tiene que ser la delincuencia transnacional y particularmente la delincuencia grave. El Parlamento Europeo está legislando sobre terrorismo, sobre tráfico ilícito de personas, sobre pornografía infantil, sobre corrupción, sobre blanqueo de dinero procedente de negocios ilícitos y decomisos... Pero hay que legislar también sobre el discurso del odio y sobre la instigación a través del odio a la violencia, porque este es un fenómeno que no tiene fronteras y que se expresa esencialmente en la red y que, por tanto, requiere una acción conjunta de los Estados Miembros. No soy partidario de transigir sin más la instigación al odio a través de ningún medio de comunicación, ni tampoco las redes sociales deben ser un reducto de impunidad. De modo que aquí tenemos un desafío normativo.
Esto no quiere decir que esté de acuerdo con las vueltas de tuerca regresivas que con el pretexto de la crisis han perpetrado un buen número de gobiernos conservadores en la Unión Europea. No sólo en la Europa del Este, en los países de reciente adhesión, como mucha gente piensa, sino también otros países más veteranos como es el caso de España. La Ley de Seguridad Ciudadana es una ley infame; la Ley de tasas judiciales es una ley infame. Representan vueltas de tuerca regresivas que ponen de manifiesto el retroceso de las libertades con el pretexto de la crisis. Y buena parte de la reforma del Código Penal tiene también una orientación represiva. Esto no quiere decir que no tenga sentido el establecimiento de unas reglas mínimas en la definición de delitos y en la imposición de sanciones con alcance paneuropeo, que es un trabajo que tiene que cumplir el Parlamento Europeo.
"La Ley de Seguridad Ciudadana es una ley infame; la Ley de tasas judiciales es una ley infame. Representan vueltas de tuerca regresivas que ponen de manifiesto el retroceso de las libertades con el pretexto de la crisis. Y buena parte de la reforma del Código Penal tiene también una orientación represiva"
P: En relación al TTIP, ¿considera justificada la alarma social que se ha despertado a propósito de su futura aprobación? ¿Qué le parecería la opción de someter a referéndum la aprobación del tratado en cuestión, tal y como se sugiere en algunos países de la Unión Europea?
R: Yo saludo como algo excelente que la implicación social en los asuntos que nos conciernen se haya expandido, multiplicado y capilarizado, que haya muchísimas formas de demostrar motivación o alarma cuando los asuntos nos importan. Creo que esto multiplica la obligación de quienes tenemos alguna representación o participación en los procesos legislativos o de decisión de explicarnos a fondo, y es lo que estamos intentando hacer en el Parlamento Europeo, por lo menos algunos.
Estamos ante una negociación que no puede ser descalificada sin más, porque, primero, pone de manifiesto que la Unión Europea es por fin un actor global. Segundo, que tiene personalidad jurídica propia, lo cual es un paso adelante de gigante. Tercero, que puede negociar con otros actores globalmente relevantes y, sin duda ninguna, Estados Unidos lo es. Cuarto, que puede hacerlo para un objetivo que no puede ser ni descartado ni rechazado; el comercio no es pecado, el comercio es una fuente, no solamente de riqueza y prosperidad contrastada, sino también de libertad, pues el comercio es preventivo de la guerra, que no quepa la menor duda. Y quinto, se trata de inversiones que generan crecimiento y empleo, lo que no quiere decir que la Unión Europea pueda bajar la guardia ante sus propios estándares.
El Parlamento Europeo tiene, ante un acuerdo o tratado internacional negociado por la Comisión por mandato del Consejo, un solo voto, que es el voto final de consentimiento o de rechazo, por lo que el juicio defintivo lo formaremos entonces.
Ha sido importante explicar ante los objetos de alarma de qué estamos hablando exactamente. Se habló de opacidad y el Parlamento Europeo contestó y se ha incrementado de forma sobresaliente la transparencia. Ya el proceso de negociación es directamente seguible online. La Comisión ha dado cuentas continuadamente, en cada paso, esclareciendo los puntos de discordia. Segundo, muchos de los asuntos concretos que causaron alarma en segmentos de la opinión pública han sido desmenuzados, de modo que buena parte de esa alarma ha tenido la oportunidad de desactivarse, gracias al conocimiento de qué hablamos exactamente. Tercero, hay otros puntos en los que sí se concentran una contraposición de modelos, el modelo estadounidense y el europeo. Uno muy llamativo ha sido el del rechazo de la izquierda del Parlamento Europeo, en la que me encuentro, de las llamadas cláusulas arbitrales, es decir, de que todos los asuntos puedan ser sustraídos a la jurisdicción, convirtiéndose las disputas en resolubles a través de árbitros que pueden no ser imparciales o con garantías. Este asunto los socialistas lo hemos señalado como una línea roja y hemos votado una resolución intermedia, que no es el voto final, contraria a las cláusulas arbitrales, expresa y radicalmente contraria a las cláusulas arbitrales. La gente que se ha movilizado tiene derecho a saber que existen en estos momentos cerca de trescientos acuerdos suscritos entre los Estados Miembros y Estados terceros, particularmente países inversores como los asiáticos y Estados Unidos, que incluyen cláusulas arbitrales. Y ahora que este asunto llama tanto la atención es cuando señalamos que ésta tiene que ser una línea roja, defensiva del modelo social europeo y de nuestra forma de entender el Estado de Derecho.
Eso sí, no está escrito cuál vaya a ser el cuadro final. La negociación ha tomado dos años y tiene seguramente todavía otros dos años más por delante antes de concluirse, y tenemos que estar atentos a cuál sea el resultado final. Me parece muy bien que la opinión pública esté, no solamente sensibilizada ante ciertos asuntos, sino exigente ante sus representantes a la hora de dar cuenta de qué es lo que se traen entre manos y explicarlo con claridad.
Bloque II - Política nacional
P: ¿Cómo contempla el panorama político de cara a las elecciones generales de noviembre? ¿Qué cree que pasará? ¿Qué le gustaría que ocurriese?
R: Lo veo abierto y en proceso de cambio. La política española está acusando recibo de las demandas de cambio que se han ido reclamando durante demasiado tiempo y que han cuajado de forma virulenta a propósito de los estragos de una crisis que dura ya seis años largos. Se ha puesto de manifiesto el agotamiento por fatiga de materiales de una arquitectura constitucional que estuvimos celebrando durante décadas, pero que se nos ha hecho vieja sin haberla permitido madurar democráticamente. Ésta requiere reformas que yo vengo mucho tiempo urgiendo. Sin embargo, en tanto llegan esas reformas, la política está cambiando, y se pone de manifiesto que no es exacto que la Constitución del 78 o la legislación electoral impiden cambios profundos en la política española. Se están produciendo sin tocarlas. Se está redefiniendo el mapa electoral, los partidos que habían concentrado el 80-90% de los votos en ocasiones están siendo reducidos por debajo del 50%, sencillamente por la reorientación de las preferencias libres de los ciudadanos y otras formaciones de las que se decía que era imposible que pudiesen participar del reparto de escaños. Hay un paisaje que está cambiando.
Dicho esto, me niego a suscribir algunas interpretaciones simplonas o simplificadoras de este cuadro complejo y en transición hacia alguna parte que todavía no está escrita que están cundiendo ampliamente. Entre ellas, la de que exista un conciliábulo entre unos partidos supuestamente tradicionales, no lo acepto. Que exista un paralelo entre el turnismo de la Restauración canovista de 1876 y el llamado “Régimen de 1978”, esto no solamente es histórica, sino constitucionalmente inaceptable. Y, por último, no acepto que sea necesaria una mecánica generacional en el sentido de que sólo gente de treinta años lo pueda resolver porque la gente de más de cincuenta está descatalogada. Yo no creía eso ni cuando tenía veinte, nunca practiqué ese burdo juvenilismo. Creo que la sociedad española, como todas las sociedades europeas, es una sociedad que propende hacia una media de edad cada vez más avanzada. De hecho, un problema europeo distintivo es el envejecimiento, de modo que resulta absurdo confiarlo todo a lo que se llama (de manera muy simplificadora) una renovación generacional. Creo que es imprescindible una integración de capacidades y de mallas de edad en este esfuerzo de regeneración que exige (lo vengo escribiendo desde hace veinte años) una reforma constitucional que debe ser una reforma de caballo.
"No acepto que sea necesaria una mecánica generacional en el sentido de que sólo gente de treinta años lo pueda resolver porque la gente de más de cincuenta está descatalogada"
Al principio, hace veinte años, venía abogando por cuatro retoques que conseguimos cristalizar en la oferta con la que los socialistas de la ejecutiva de Zapatero fuimos a las elecciones de 2004. Significaba europeizar la Constitución, porque en ese entonces la Constitución no tenía ningún contacto con Europa ni Europa aparecía en la Constitución; en segundo lugar, algo muy simbólico que era remover la preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión en la Jefatura de Estado, que no es pequeña cosa, aunque el artículo afectado sea muy concreto; tercero, reformar la integración de la diversidad a través de un Senado territorial; y cuarto y fundamental, federalizar el Estado. Esta sigue siendo, a mi juicio, la gran cuestión. Actualmente el descontento y la fatiga de materiales son ya tan profundos que resulta imprescindible tocar también el Título de Derechos Fundamentales, los títulos de Cortes Generales, Economía y Hacienda… Ahora prácticamente hay que tocarlo todo. Y, a mi juicio, hay que tocar el propio título de reforma constitucional dado que el método de reforma constitucional, es decir, el Título X de la Constitución, es tan intransitable que la operación se ha hecho de casi imposible pronóstico. De este modo, si queremos reformar la Constitución lo primero que tenemos que hacer es reformar el título de reforma de la Constitución, y después todo lo demás. Ha de ser una reforma de caballo en la que imagino que todos los españoles tendremos algo que decir, no solamente los que tienen menos de treinta.
P: Y, en relación con su partido, ¿considera que se ha producido o se está produciendo el cambio necesario que pueda llevar al Partido Socialista nuevamente al gobierno?
R: El proceso está en marcha. La palabra la tienen los españoles, pero nadie puede negar que el Partido Socialista se ha puesto las pilas, ha acusado el golpe de su deterioro electoral, del cambio de estado de ánimo y preferencias de los españoles, particularmente en el espectro de la izquierda. Pero sigue pugnando por ser la columna vertebral de la alternativa de izquierda a una mayoría conservadora de la sociedad española que se ha expresado con contundencia en los últimos años y que ha ostentado una hegemonía brutal, sin precedentes en el mapa político español: una amplísima mayoría absoluta en las dos Cámaras de las Cortes Generales; el gobierno de prácticamente catorce de las diecisiete Comunidades Autónomas, que ha sido asfixiante para las que se han sustraído a ese rodillo aplastante; y lo mismo en la España local. Para vencer a esa derecha, más ideologizada y reaccionaria que nunca, hace falta una alternativa de izquierda que no puede ser informe, tiene que tener una referencia vertebral.
"Para vencer a esa derecha, más ideologizada y reaccionaria que nunca, hace falta una alternativa de izquierda que no puede ser informe, tiene que tener una referencia vertebral"
Creo que un ejercicio de realismo obliga en estos momentos al diálogo con otras formaciones de la izquierda, más que nunca antes en el pasado. Esto exige un cambio en la actitud, bastante visible en el modo de hacer las cosas del PSOE: empezar a dialogar, negociar, pactar y acordar. El PSOE quiere seguir siendo la columna vertebral y, por tanto, me he enfrentado a quienes han dado por muerto al PSOE, que lo he oído muchas veces. Me he enfrentado a quienes creen que pueden, no solamente derrotar al Partido Socialista, sino arrollarlo y desplazarlo de su posición en la izquierda. Me parece incluso arrogante y soberbio, y he visto en directo muchas veces ese ejercicio de arrogancia y soberbia en dirigentes de formaciones políticas que se creen que son la encarnación de la regeneración, que han tenido actitudes de una intolerancia sectaria frente a la hoja de servicios del Partido Socialista, lo que no anuncia nada bueno.
P: Entonces, en esta línea, ¿vería factible un pacto PSOE-Podemos?
R: No solamente lo veo factible, sino que ya es una realidad en un buen número de Comunidades Autónomas y Ayuntamientos en España, no solamente para que Podemos pueda converger con el PSOE en gobiernos liderados por éste, sino para que con el apoyo del PSOE, Podemos pueda alcanzar gobiernos que planteen una alternativa a lo que ha sido un largo período de gobiernos de mayoría conservadora, como ha ocurrido en el Ayuntamiento de Madrid.
P: ¿Con qué ideas de los partidos emergentes, en concreto Ciudadanos y Podemos, simpatiza?
R: Es indiscutible que el surgimiento de esos llamados ‘partidos emergentes’, que ya han emergido, ha sido esperanzadora en muchos ámbitos. Podemos ha conseguido movilizar el voto durmiente de izquierda que llevaba mucho tiempo desenganchado. Ha conseguido traer al debate asuntos que estaban arrumbados, inaudibles, que estaban latiendo y necesitaban hacer ruido, y esto me parece muy bien. Podemos ha conseguido poner en valor la radicalidad, lo que también me parece muy bien. Y, en particular, creo que buena parte de los mensajes de exigencia ética y moral de los votantes y del discurso que ha alimentado a Podemos han impactado irreversiblemente en otras formaciones políticas y, desde luego, en el PSOE. Creo que los estándares morales de la política están siendo revisados en profundidad como consecuencia de esa emergencia, de un partido ya emergido como Podemos.
En cuanto a Ciudadanos, la intransigencia frente al nacionalismo segregador, secesionista, frente a los instintos insolidarios y ombliguistas de los discursos infatuados de localismo y de identidades incompatibles en la defensa de la identidad compatible, es una aportación con la que yo siempre he estado muy identificado. No he sido nunca nacionalista. Me recuerdo de adolescente como un rojo de manual, saturado de lecturas marxistas y de extrema izquierda, confuso (como era lo propio de finales de los setenta y principios de los ochenta), en búsqueda de un horizonte, que encontré en Andalucía de mano del PSOE y sus victorias apabullantes… pero no me recuerdo nunca nacionalista. A finales de los setenta en Canarias creo que era el único izquierdista no nacionalista de mi entorno. En el Instituto Pérez Galdós, todo el mundo estaba convencido de que Canarias algún día sería independiente, menos yo. Nunca he tenido la tentación del nacionalismo, del mismo modo que nunca he tenido la tentación del integrismo religioso, de creer que existe una religión única y verdadera, de pensar que hay una identidad que yo tengo que sobreponer en función del lugar en que nací, de mi origen étnico o de dónde nacieron y murieron mis padres. Creo que la identidad es algo mucho más rico y se construye en diálogo con los demás. Por tanto, esa aportación de Ciudadanos me parece que se corresponde con mis ideas y valores de toda la vida.
Dicho esto, en los dos partidos emergidos yo veo algo que no se subraya lo bastante, ni con debida frecuencia, y es que los dos deben muchísimo a un concurso de factores de política mediática. Podemos no surge por generación espontánea, hay un concurso de poderes mediáticos que utilizan a Podemos para erosionar al PSOE en su centralidad en la referencia de izquierda frente a la hegemonía conservadora con toda claridad. Esto es un hecho relevante. Y Podemos surfea con gusto esa ola en la que participan de manera activa un conglomerado de medios de comunicación de extrema derecha. Cuando Podemos se convierte en un experimento peligroso para quienes han jugado a aprendices de brujo, cuando muestra que la serpiente ya ha salido del huevo, esos mismos medios de comunicación de repente reflotan o incluso inventan el atractivo de Ciudadanos. Ciudadanos se presenta como ‘la novia de todo el mundo’ o el novio de todo el mundo, como se dice en la Ciencia Política estadounidense. De pronto, una formación política que existe desde hace más de diez años con un discurso extendido por una sociedad bastante limitada y acotada, ha recibido un impresionante concurso mediático para intentar compensar el voto de insatisfacción, de protesta y de alternativa frente a la esclerosis de la situación vigente hasta ese momento, que estaba engordando a Podemos hasta hacer de Podemos una opción verosímil de Presidencia del Gobierno. De modo que estamos asistiendo a una secuencia en vivo y en directo de influencia de los medios en la conformación de los estados de ánimo y la percepción de las cosas.
"En los dos partidos emergidos yo veo algo que no se subraya lo bastante, ni con debida frecuencia, y es que los dos deben muchísimo a un concurso de factores de política mediática. Podemos no surge por generación espontánea, hay un concurso de poderes mediáticos que utilizan a Podemos para erosionar al PSOE (...) Y Podemos surfea con gusto esa ola en la que participan de manera activa un conglomerado de medios de comunicación de extrema derecha"
P: Y ya para terminar este bloque, después de los acontecimientos personales de los últimos meses, ¿cambiaría algo de la Ley de violencia de género?
R: Todas las leyes se someten al contraste de la experiencia y, consiguientemente, a la corrección de errores. Cuando los socialistas llegamos al gobierno decidimos hacer de una cuestión que hasta ese momento estaba encerrada en el ámbito de las relaciones personales, tradicionalmente llamadas de violencia doméstica o de violencia intrafamiliar, así como también supuestos de violencia sobre compañeras, novias, exnovias (lo mismo que sobre cónyuges y excónyuges), un problema político porque era un problema social. Y por primera vez le dijimos al conjunto de las mujeres de este país que no estaban solas ante esa violencia cotidiana. Que podían ir a comisaría, que podían ir a la fiscalía, que podían ir a la Justicia sabiendo que habría dispositivos que se pondrían de su parte. A partir de la experiencia se han puesto de manifiesto nuevos problemas sociales que requieren de consideración, pero sigo convencido de que dimos ejemplo en España con esa ley pionera de protección de mujeres que se sentían desamparadas ante los poderes públicos a la hora de intentar romper la sensación de indefensión con la que estaban sufriendo un terrorismo cotidiano.
Bloque III - Política canaria
P: Enlazando con algo que acaba de decir usted, su rechazo personal al nacionalismo, ¿cómo valora la reedición del pacto a nivel autonómico entre el Partido Socialista Canario y Coalición Canaria?
R: Bueno, vaya por delante que yo jamás he considerado que Coalición Canaria (CC) sea una formación nacionalista. CC siempre fue una conglomeración de intereses y, en el mejor de los casos, una conglomeración de insularismos, a menudo conniventes con prácticas neocaciquiles, clientelares o directamente corruptas. CC fue en su momento un invento empresarial, financiado y alimentado por empresarios para redefinir el mapa político canario, y consiguientemente el modo canario de influir en la política nacional. Se incrustaba así en el Congreso de los Diputados una extensión de esa forma de hacer política tan distintivamente canaria, que tiene que ver con el sistema electoral canario, el más desigualitario de la España autonómica, que sobrepondera la insularidad con respecto a la población, conformando un comportamiento político cada vez más desafecto y nauseado con respecto del rendimiento del autogobierno en Canarias. Estando las cosas como están, CC ha sido un actor político relevante durante los últimos veinte años y mi trabajo como Secretario General del Partido Socialista Canario fue darle al Partido Socialista color propio, ambición de mayoría y de gobierno, con cargo a sus propias fuerzas. Después de abandonar esta responsabilidad, el mapa político ha seguido describiendo una necesidad de gobiernos de coalición, y si el Partido Socialista forma parte de un gobierno de coalición junto con CC, lo que es esperable es que el Partido Socialista mantenga su identidad y sea capaz de definir su valor añadido, diferenciándose de CC.
"CC fue en su momento un invento empresarial, financiado y alimentado por empresarios para redefinir el mapa político canario, y consiguientemente el modo canario de influir en la política nacional"
Mi opinión de CC sigue siendo pésima, lo que no quiere decir que sea ilegítimo que el Partido Socialista, teniendo menos escaños (aunque en esta última ocasión más votos, cayendo todos los grandes partidos y habiendo una situación descrita de ‘triple empate’) forme parte de un gobierno de coalición dando lo mejor de sí para aportar valor añadido en las áreas de responsabilidad. Ese yo creo que ha sido el esfuerzo durante los últimos cuatro años, notablemente en materia de educación, y eso me parece bien.
P: Acaba de señalar precisamente el llamativo efecto del sistema electoral canario, que por ejemplo hace que CC, siendo el tercer partido en porcentaje de votos, haya sido el que más número de escaños ha obtenido, u otro ejemplo curioso, que un partido (Agrupación Socialista Gomera) con apenas 5.000 votos obtenga tres escaños, y otro partido, como es el caso de Ciudadanos, con 55.000 no consiga entrar en el Parlamento. A raíz de estos resultados, se han celebrado movilizaciones en ambas capitales canarias el pasado 19 de junio, pidiendo al Parlamento Autonómico una reforma electoral de manera inmediata. Como experto en la cuestión, ¿considera ud. que la reforma es necesaria?
R: Absolutamente. Llevo escribiendo sobre ello 25 años y he dirigido varias tesis doctorales sobre el tema. Acabo de prologar una monográfica de un doctor en Ciencias Políticas exactamente sobre este asunto. Es la cuestión central del autogobierno canario. No todo el mundo lo sabe pero el sistema electoral canario es el más desigualitario de la España autonómica pero es también el más injusto. No solamente por la sobreponderación del territorio con respecto de la población, sino por la ausencia de variables de corrección. Cuando se definió la distribución de escaños en el Estatuto de Autonomía de 1982, La Palma tenía 50.000 habitantes y Fuerteventura 30.000. La Palma obtuvo ocho escaños y Fuerteventura siete. Pero ahora La Palma tiene 80.000 habitantes y Fuerteventura 110.000, y sin embargo La Palma sigue teniendo más escaños que Fuerteventura. Esto es inconcebible. En las elecciones del 77, la provincia de Las Palmas tuvo seis escaños pero ahora tiene ocho porque ha crecido en población, mientras que otras, castellanoleonesas sobre todo, la han perdido. Esto es imprescindible introducirlo, del mismo modo que es imprescindible introducir una lista regional en un sistema político como el canario para que no existan sólo territorios con candidaturas y radicaciones insulares, sino que exista también un factor de cohesión regional, con un discurso regional y con un ámbito regional de mandato de gobierno que distinga a las fuerzas más votadas y las permita realmente ejercer opciones de gobierno. Hemos tenido muchas veces el supuesto en que la primera fuerza es desplazada del gobierno por la segunda y la tercera. Es intolerable que Coalición Canaria se sienta con derecho de pernada sobre la presidencia del gobierno sí o sí, y que esto sea aceptado sí o sí por fuerzas políticas que derrotan a CC en votos e incluso en escaños.
Todo esto forma parte de un paisaje que no es neutro desde el punto de vista sociológico. Creo que no hay ninguna opinión pública en la España autonómica tan desencantada y asqueada con respecto del rendimiento de su autogobierno como la canaria. Y esto se dice poco, pero es real. Hay desafección y náusea con respecto de este modo de hacer las cosas. Además, esto se ha traducido en niveles ingentes de corrupción territorial. Ingentes. Canarias ha pasado años ‘marbellizada’. La gente tiene una idea casi gráfica de lo que ha sido la corrupción en la España costera. Hay que saber que en Canarias casi todos los municipios son costeros, y por tanto casi todos los municipios han sido el panal de rica miel de la política urbanística. Se ha convertido en un hervidero de corrupción en directo, con enriquecimiento ilícito ostensible de sus cargos públicos. Nada disimulado, ‘caribeñizado’. Y todo esto, a menudo, bajo la cobertura de un buen número de medios de comunicación cómplices de esta situación podrida encubriendo a diario a los corruptos y legitimando sus prácticas. Es un paisaje que no solamente he deplorado, sino que he combatido activamente, y todo esto tiene su origen en un sistema electoral que debe ser modificado sí o sí.
"Canarias ha pasado años ‘marbellizada' (...) Y todo esto, a menudo, bajo la cobertura de un buen número de medios de comunicación cómplices de esta situación podrida encubriendo a diario a los corruptos y legitimando sus prácticas"
Hay que saber además que el sistema electoral está en una disposición transitoria del Estatuto de Autonomía desde hace la friolera de 35 años: la disposición transitoria primera, que no ha cambiado. Ya va siendo hora de que haya un sistema electoral en Canarias que tenga legitimación social y que sea adoptado además por una ley autonómica. Este es un asunto crucial en Canarias. No solamente afirmo que la reforma electoral en Canarias es necesaria, sino que ésta debe hacerse en el Estatuto de Autonomía, y afirmo que no hay ninguna reforma del Estatuto de Autonomía que no pase por una reforma del sistema electoral. Y es que la sola reforma del sistema electoral justifica la reforma del Estatuto de Autonomía. Por supuesto que es imprescindible para el renacimiento de la confianza en las instituciones en Canarias. El nivel de desconfianza y de náusea de la ciudadanía canaria es inmenso, y le exijo siempre al PSOE, lo hice desde luego cuando fui Secretario General y lo sigo haciendo ahora como militante de base del Partido Socialista Canario, que tenga el coraje de liderar esa propuesta.
P: Precisamente en relación con esto, y ya para acabar, como sabe hay amplios sectores de la ciudadanía que vienen demandando esta reforma electoral y se han organizado en torno a un foro cívico que se llama ‘Demócratas para el Cambio’. Una de sus últimas propuestas consiste en abrir una Comisión de Estudio en el Parlamento Canario para abordar la reforma. También partidos de la oposición, tan opuestos ideológicamente como Partido Popular o Podemos, están a favor de la apertura de esta comisión. Sin embargo, parece que el Partido Socialista, actualmente en coalición con CC, rechaza abrir esta comisión. ¿Cabe entender este rechazo como una cesión a los intereses de su socio de gobierno?
R: Creo que el Partido Socialista debió haber apoyado esa iniciativa, que no es incompatible con la propuesta parlamentaria que se puso en marcha en la anterior legislatura que supuestamente debiera tener alguna hoja de ruta en esta nueva legislatura autonómica para conducirse ante las Cortes Generales (porque no hay que ignorar que la reforma del Estatuto de Autonomía requiere una aprobación por las Cortes Generales ya que estamos ante una ley orgánica que requiere de la mayoría absoluta del Congreso en su votación final). Pero el Partido Socialista debió haber apoyado esa iniciativa, porque todo lo que sea abordar esa cuestión, traerla a la conciencia, hacerla visible, todo lo que sea expresar compromiso con esa necesidad de regeneración que pasa por una reforma en profundidad del sistema electoral canario, a mi juicio, es dar en la clave, es acertar, es ocuparte de una cuestión que realmente a la gente le importa.
Yo nunca he creído, como escucho a menudo, que hablar de estas cuestiones sea superestructural. Nunca he creído que hablar de la reforma constitucional no le importa a nadie porque la gente lo que quiere es pan y circo, o porque la gente lo que quiere es pan y empleo. Por supuesto que la gente quiere pan y empleo, pero además hay que ocuparse de las instituciones y de la calidad de la democracia, no son incompatibles los dos esfuerzos. Y cuando te falla la calidad de la democracia, por mucho que tengas años de prosperidad, no estás acertando a ordenar adecuadamente las bases de la convivencia y tarde o temprano las cuestiones regurgitan, como ha sucedido con la cuestión catalana. Claro que es imprescindible ocuparse de la cohesión territorial, del equilibrio regional, de la calidad democrática, de la transparencia, de la lucha contra la corrupción… Todo esto requiere de una reforma electoral en Canarias, que a mi juicio debe apoyar el Partido Socialista cualquiera que sea la ocasión que se presente o instrumento por el que se exprese esa voluntad.