G. Santacruz Gómez. "La pieza clave es la CUP. Análisis previo a las elecciones catalanas del p
Guillem Santacruz Gómez
El panorama general que se observa para las próximas elecciones a la Generalitat de Cataluña es parecido a lo que hasta ahora ha venido ocurriendo: incertidumbre, división en todos los bandos, control de los partidos del proceso, batalla encarnizada en los medios de comunicación y falta de contenido en cualquier proyecto para el país que vaya más allá del puro gesto simbólico. Se está llegando, sin embargo, al punto culminante de todo este entramado político: las próximas elecciones. Que la fecha sea, precisamente el día 27 no es casualidad. La celebración de las elecciones justamente ese día conlleva que la campaña electoral empieza el 11 de septiembre, jornada cargada de significado para el catalanismo político y cultural. Parece que las candidaturas independentistas quieren asegurar el disparo, entrar por la puerta grande en el momento histórico más importante que ha tenido lugar en Catalunya desde el desmembramiento del Estatut de Cataluña a manos del Tribunal Constitucional allá en el año 2010.
Algunos antecedentes pueden ayudar a iluminar un poco lo que ahora mismo se está viviendo en Cataluña, tierra inundada de sombras y perdida en un mundo parecido al que creó Escher en su cuadro de las escaleras infinitas. En primer lugar, hay un hecho básico que parece no ser comprendido suficientemente: el movimiento independentista catalán es consecuencia directa del fracaso de la visión plurinacional de España y del triunfo de la visión uninacional de la misma. Es producto más de las acciones emprendidas por los políticos de Madrid que no por una campaña de ingeniería social orquestada desde las instituciones catalanas. La comprensión de este hecho es capital para aquellos que desde el resto de España piensen en soluciones para no perder a Cataluña. Y es que la única solución, desde mi punto de vista, pasa por proponer un proyecto plurinacional para España, es decir, federalista. El problema es que no existe una propuesta federal lo suficientemente sólida. El PSOE apuesta por un federalismo que tiene mucho que ver con la visión uninacional de España puesto que no acepta el derecho a la autodeterminación. Podemos, al hacer política con la calculadora, la escuadra y el cartabón, es todavía una incógnita. Izquierda Unida es la única fuerza política a nivel nacional que promueve un verdadero federalismo, pero no tiene, por ahora, la suficiente masa de votantes como para gobernar. La respuesta, entonces, al independentismo catalán desde Madrid es la que hasta ahora ha dado el PP y con la que han convergido en la práctica amplios sectores del PSOE. Y ésta ha sido la de mirar a otro lado, escudarse detrás de una Constitución que ha demostrado quedarse corta para abarcar la compleja realidad, y escupir amenazas y reproches a diestro y siniestro. La posibilidad de la suspensión de la autonomía, opción que en los últimos tiempos ha ido cogiendo forma, sería el cénit de esta postura. Poner en práctica la suspensión de la autonomía demostraría una profunda incomprensión del problema catalán y tendría consecuencias inimaginables. Cabe recordar que el proceso catalán es, en esencia, diferente a lo que se vivió con el Plan Ibarretxe. Éste era un proyecto con escaso apoyo popular. En Cataluña, sin embargo, el proceso ha ido de abajo a arriba. Artur Mas se vio obligado a hacerse independentista, como ha explicado en numerosas entrevistas, y el apoyo a las listas independentistas no ha hecho más que aumentar en las sucesivas elecciones en Cataluña. La suspensión de la autonomía, entonces, no iría en contra de una persona, un cargo, un partido o varios, sino de gran parte de la sociedad catalana y su reacción ante lo que a todas luces sería una agresión directa podría llevar por cauces del todo insospechados, puede que incluso no del todo pacíficos. En cualquier caso, lo que parece claro es que sin derecho a decidir no es posible que Cataluña apoye un proyecto federal, por mucho que Pedro Sánchez se empecine en creer lo contrario.
Observemos ahora unas cuantas cifras para intentar predecir algún tipo de resultado. Avanzo ya las conclusiones: no existe una mayoría lo suficientemente amplia para llegar a la independencia, pero los partidos que integran la alternativa, el constitucionalismo, están divididos y carecen de la fuerza electoral suficiente como para llegar a ser una opción de gobierno probable. La consecuencia de esto, entonces, podría ser la de seguir vagando por el desierto, como ha ocurrido hasta ahora. Sin embargo, existe una pieza en el tablero que puede hacer girar la balanza a favor del bloque independentista: el éxito de la CUP puede sacar a Cataluña de la escalera infinita. Este partido puede ser la gota que colme el vaso.
David Fernández, portavoz de la CUP. Fuente: AraInfo (http://arainfo.org/2012/11/puyalon-de-cuchas-apoya-a-las-candidaturas-dunitat-popular/)
La CUP tiene un doble cometido para las próximas elecciones: no perjudicar a la lista unitaria proindependentista (Junts pel Sí), aliados en última instancia, e intentar robar el máximo de votos posible a Catalunya sí que es pot (ICV, Podem y Procès Constituent). Se podría pensar que la CUP, partido de izquierdas, tiene más afinidades precisamente con esta última lista, pero es que la candidatura de Junts pel Sí ya tiene un marcado acento de izquierdas: Raul Romeva, cabeza de lista, fue parlamentario europeo por ICV, Carme Forcadell perteneció a ERC, Muriel Casals fue miembro del PSUC y Oriol Junqueras cada vez habla más el lenguaje de la nueva izquierda. Solo Artur Mas, de los cinco primeros integrantes de la lista, él es el cuarto, es de derechas. Esto acerca posturas con la CUP. Por otra parte, personalidades importantes de Catalunya sí que es pot, como su cabeza de lista, Lluís Rabell, no perdió ni un segundo en declarar a la prensa que el día de la consulta él votó SÍ-SÍ, es decir, votó independencia, no federalismo o autonomismo, exactamente igual que Ada Colau. Además, en una votación interna de ICV para decidir si el partido adoptaba una postura independentista o federalista, hubo un empate, por lo que cabe deducir que la mitad del partido apoya la creación de un estado propio. Parece que desde Catalunya sí que es pot no se cierran puertas. No olvidemos que si Ada Colau es alcaldesa de Barcelona es gracias a los partidos independentistas, y que en política nada es gratis y que los favores deben ser devueltos.
Así las cosas, parece que la CUP será quien apoye a Junts pel Sí cuando llegue el momento de la verdad. ¿Tendrá fuerza suficiente para ello? Y más en general, ¿las fuerzas independentistas lograrán los suficientes votos? Observemos los resultados electorales de los diferentes partidos independentistas en las últimas contiendas electorales para intentar dar respuesta a estas preguntas:
El primer hecho de interés, además de histórico, es que Convergència y Unió concurrirán a las elecciones por separado. La primera se ha sabido guarecer inteligentemente detrás del escudo ilusionante que es Junts pel Sí. La segunda, sin embargo, pisa tierras movedizas: ponerse a ganar un espacio electoral a estas alturas, con tantos partidos en la palestra, parece, como mínimo, arriesgado. Es difícil intentar predecir cuántos votos puede agrupar cada formación ahora que se presentan por separado. En las europeas del 2014 consiguieron 548.718 y en las municipales de este mismo año llegaron a los 668.892, mejorando ostensiblemente los resultados. Dado el hecho de que a lo largo del tiempo quien ha dominado la coalición ha sido Convergència, es de suponer que gran parte de estos votos son mérito suyo.
ERC ha cosechado buenos resultados. Con un líder más agresivo, amb més ous, muy probablemente hubiera conseguido aumentar su cuota electoral en mayor medida de lo que lo ha hecho, pero este es otro tema. En las europeas del 2014 llegaron a la cifra de 594.149 votos y en las municipales de 510.137.
La CUP ha experimentado un crecimiento bastante pronunciado. Si en las elecciones a la Generalitat del 2012 (no se presentó a las europeas) consiguió 126.435 votos, en las municipales de este año llegó a 221.746. Además, ninguna encuesta les hace bajar de los 10 parlamentarios para las próximas elecciones del 27S, algo excepcional.
¿Qué conclusiones podemos extraer de estos datos? Las fuerzas independentistas suman 1.200.000 votos aproximadamente. Apuntemos también que en lo que atañe al resto de partidos la situación es la siguiente: los constitucionalistas (PSC,PP y C's) se acercan al millón y la candidatura de Catalunya sí que es pot, ligeramente ambigua respecto a la independencia, conseguirían unos 350.000.
Como se puede observar, los grupos están formados, pero no existe una mayoría clara en ninguno de los frentes. Los electorados, además, parecen bastante fijados, no es probable que haya ninguna sorpresa el 27S. Sin embargo, la CUP tiene la oportunidad de inclinar la balanza. Si bien en todas las encuestas realizadas todos los números bailan, la CUP se mantiene firme en sus 10 escaños. La expansión de su electorado, que debe intentar que sea a expensas de Catalunya sí que es pot, es la clave para abrir la puerta de la independencia. Si Junts pel Sí, consigue un resultado aceptable, sería el éxito de la CUP quien le arreglara la papeleta. Con esto la CUP demuestra algo que ya se intuía y que científicos sociales como Vicenç Navarro ya pronosticaron: si se quiere formar una mayoría independentista es necesario convencer a la clase obrera de la independencia, es decir, aunar catalanismo e izquierda. El aumento de votos a la CUP es ejemplo de que cada vez más la gente de izquierdas es independentista. Sin embargo, la CUP podría haber hecho más: su fijación con El Països Catalans y un cierto elitismo de izquierdas (debería haber habido más sandalias) les ha alejado de una masa de votantes perteneciente al PSC y a Podemos que podrían haber captado si se lo hubieran propuesto. En cualquier caso, parece que por fin se han dado cuenta en el bloque independentista de que para formar una mayoría necesitan a la izquierda. Por eso Raúl Romeva es cabeza de lista, la próxima manifestación del 11S será en la Meridiana de Barcelona (nudo de los barrios obreros) y la CUP se ha puesto manos a la obra. Este giro a la izquierda, además, ha permitido dotar de contenido al futuro estado, algo que brillaba por su ausencia cuando el almirante Mas y el segundo de abordo Junqueras se peleaban por ser el líder del poble.
Para acabar, como se ha observado, la CUP es la clave: su pequeño éxito puede llevar al gran éxito de los independentistas. El sistema electoral catalán, además, juega a favor de ellos. Y este es un hecho de enorme importancia porque lo que se contarán el próximo 27S no serán los votos, sino los escaños. Todo sea por salir de una vez de la escalera infinita. En cualquier caso, una vez más, se observa como los partidos políticos se adueñan de un movimiento perteneciente al pueblo -algo habitual en una “democracia” representativa. Obsérvese que en todo momento se ha hablado de los ciudadanos como números que, en cierta medida, pertenecen a partidos omniscientes, de hierro, pastores de su rebaño.
Fuente: El País (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/06/18/catalunya/1434628890_954303.html)