EN PROFUNDIDAD - Politización de los medios: el poder de la desinformación
Belén Carrasco Rodríguez
Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas
Cristina Caamaño Montalvillo
Estudiante de Derecho y Periodismo
Reyes Villameriel Carrión
Graduada en Derecho y Ciencias Políticas
POLITIZACIÓN DE LOS MEDIOS:
El poder de la desinformación
I. - Introducción: breve recorrido histórico
Cualquier reflexión sobre el poder y la influencia que tienen los medios de comunicación en nuestra sociedad debe partir de una premisa clara: no hay democracia — o, al menos, no de calidad — sin una opinión pública libre e imparcial. A partir de aquí, la relación entre el sistema democrático y los medios de información se plantea extremadamente compleja: ¿En qué consiste el poder de producir información? ¿cómo ejercen dicho poder los medios de comunicación? ¿quiénes son realmente los medios de comunicación y cuál es la función que cumplen?
Partiendo desde la base, el derecho a la libertad de expresión y la libertad de información son derechos fundamentales recogidos en el art. 20.1.a) y d) de la Constitución Española. Por un lado, el derecho a la libertad de expresión garantiza la transmisión de ideas, pensamientos y opiniones como derecho inalienable de todo ciudadano; mientras, la libertad de información comprende la libre transmisión de hechos concretos, de relevancia e interés general, respecto de los que se exige veracidad. Ambos forman parte de los cimientos más esenciales sobre los que se debe construir un sistema democrático, puesto que sólo así se garantiza la libre circulación de ideas, opiniones e información que lo caracteriza. No obstante, lo particular de estos derechos es que, si bien es cierto que cualquier persona, por el mero hecho de serlo, es titular de los mismos, quienes lo ejercen con mayor frecuencia y trascendencia son los profesionales de la información.
Tal y como hoy los formulamos, estos derechos han sido fruto de una larga y lenta transformación a lo largo de la historia. Las primeras manifestaciones del concepto jurídico de la libertad de expresión se remontan a las revoluciones liberales burguesas del siglo XVIII en Francia, que marcaron el fin del antiguo régimen absolutista y el comienzo de los regímenes liberales. La eclosión del espíritu liberal, sin embargo, no sólo tuvo éxito en Europa, sino que traspasó los océanos hasta llegar a Norteamérica de mano de Thomas Jefferson y la elaboración de la Declaración de Virginia de 1776. En todo caso, fue a partir de 1945, con la promulgación de La Carta de las Naciones Unidas, cuando se realizó un auténtico reconocimiento internacional del derecho a la libertad de expresión[1]. A partir de este crucial momento, los periodistas — o profesionales de la información — cobraron un papel determinante. A través de la transmisión de información, el periodismo era capaz de denunciar las injusticias y realizar un control público de las diferentes instituciones políticas. En pocas palabras, el periodismo se constituía como la garantía del pluralismo, la transparencia y el buen funcionamiento de las democracias. Se constituía, incluso, como el “perro guardián de la democracia” [2].
A pesar de lo anterior, la realidad no refleja, en muchas ocasiones, ese ideal del periodismo combativo y democratizador. Más bien al contrario, el periodismo parece haberse convertido en un producto más que, bajo imperativos mercantilistas, debe ser vendido a un ciudadano cada vez menos crítico y exigente. Todo ello con la agravante de que los poderes del Estado, siempre recelosos de la creciente influencia que asumen los medios, han fomentado, de una u otra forma, la consolidación de un modelo de comunicación de masas eminentemente jerarquizado, unidireccional y concentrado en pocas manos.
En este contexto, la aparición de Internet ha sido, y sobre todo será, determinante. El constante desarrollo y la llegada de las nuevas tecnologías han alterado por completo los sistemas anteriores de transmisión de mensajes entre personas, grupos sociales, instituciones de todo orden y, por supuesto, los gobiernos, facilitando así la generación de un diálogo multidireccional y pluralista. Sin duda, Internet es paradigma manifiesto de esta situación que ha propiciado un cambio en la estructura del sistema de pirámide informativa para convertirse hoy en día en una estructura de red donde toda la información está teóricamente a nuestro alcance[3].
El objetivo de este artículo es, por tanto, realizar un diagnóstico del poder y la función de los medios de comunicación en nuestra sociedad: ¿Cómo se articula la relación medios-Estado y cuál es el papel de los primeros en nuestro sistema político? ¿son instrumentos al servicio de las élites socioeconómicas o son garantes de nuestra democracia? ¿quién los controla? ¿quién te informa?.
Para dar respuesta a estas preguntas resulta esencial remarcar, en primer lugar, la influencia directa de la política en los medios españoles, y la conexión bidireccional que entre ambos se establece, haciendo hincapié en el profundo menoscabo de este vínculo en la calidad de la democracia. A continuación, se reflexionará sobre algunas de las teorías que han intentado explicar el papel que tienen los medios de comunicación en las sociedades democráticas actuales, es decir, cuál es su función real: ¿Ceden los medios de comunicación a los intereses de las élites políticas? ¿o es la política la que ha cedido a los imperativos de los medios? Este apartado, por tanto, intenta arrojar algo de luz sobre los mecanismos de la relación sistema político / medios, a través de autores como Noam Chomsky, Félix Ortega o Manuel Castells. En tercer lugar, se procederá a analizar la propiedad y el control de los principales medios de comunicación españoles, tratando de responder a la pregunta de quiénes son los dueños reales de estos medios. Esto es fundamental para esclarecer al menos dos cuestiones: por un lado, qué empresas — y por tanto qué intereses — se han constituido como propietarios de la producción de información de nuestro país; y, por otro lado, en qué medida existe o no un pluralismo informativo capaz de satisfacer los derechos de información y de expresión que hemos mencionado anteriormente. Una vez esbozado este “mapa de medios”, se tratará de concluir con una puesta en común de las cuestiones e ideas abordadas a lo largo del artículo.
Esta es sólo la introducción, puedes leer el artículo completo descargando el siguiente archivo en PDF: En Profundidad. Octubre '15. La Politización de los medios.
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[1] NAVARRO MARCHANTE, Vicente J. La (auto) regulación de la práctica informativa: una aproximación a la situación española actual. Revista española de Derecho Constitucional nº 84 , Septiembre/Diciembre 2008.
[2] NAVARRO MARCHANTE, Vicente J. La (auto) regulación de la práctica informativa (...) op.cit.
[3] CERDEJAS JÁUREGUI, Mariana. Evolución histórica del derecho a la información. [en línea] [consultado 26 de septiembre de 2015]. Disponible aquí