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EN PROFUNDIDAD - El nacionalismo en la Europa actual: causas y similitudes

Carlos Sánchez Reboiro

Graduado en Administración y Dirección de Empresas. Becario ICEX

Arturo Rodríguez Flores

Estudiante de Derecho

Antonio Vercher Arciniega

Estudiante de Derecho



I. INTRODUCCIÓN


El año 2014 podría ser recordado como el año del resurgimiento de los movimientos nacionalistas en Europa. Por un lado, partidos nacionalistas de extrema derecha como el Frente Nacional en Francia o el UKIP en Reino Unido aumentaron significativamente sus apoyos electorales y su representación en el Parlamento Europeo; por otro lado, desde la izquierda y los movimientos anti austeridad, encabezados por Syriza en Grecia, también se plantearon discursos reivindicando la soberanía nacional para recuperar competencias cedidas a la UE. Además, a nivel subestatal, en algunas regiones tuvieron lugar referéndums sobre la posible secesión del estado al que pertenecen, tal fue el caso de Escocia (oficial y vinculante), Cataluña (no oficial) y Véneto (no oficial y online), habiendo mostrado dichas poblaciones un muy significativo (si bien no mayoritario) deseo de tener un mayor autogobierno, si no independencia plena. Incluso, aunque fuera de la UE y en un contexto menos pacífico, la población de la península de Crimea decidió escindirse de Ucrania para adherirse a la Federación de Rusia.


No obstante, el nacionalismo no es ni mucho menos un fenómeno nuevo, pues las primeras identidades nacionales se empiezan a conformar paulatinamente con la aparición del Estado moderno en Europa a partir del siglo XVI y se extienden definitivamente como un fenómeno popular de masas, motor de revoluciones y múltiples aspiraciones políticas a partir del siglo XIX. Sin embargo, el nacionalismo mantiene en la actualidad su omnipresencia en la vida política (tanto en Europa como en otras geografías) ya que como afirma Benedict Anderson, la nacionalidad es sin duda el valor más universalmente legítimo de nuestro tiempo[1]. En otras palabras, parece que en el mundo contemporáneo hemos asumido por defecto que toda persona pertenece a una nación, entidad a la que conferimos una existencia natural cuando, tal y como advierte Anderson, ésta no deja de ser “una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana”[2].



Si bien todas las naciones se imaginan soberanas, lo cierto es que existen muchas más identidades nacionales que los poco más de 200 países que hay en el mundo (de los que 193 forman parte de las Naciones Unidas). En un contexto internacional donde el Estado-nación es el modelo hegemónico, la inmensa pluralidad nacional implica que muchas de estas entidades nacionales sin Estado propio persiguen una mayor soberanía, reivindicando bien alguna forma de autonomía política o bien la independencia como Estado propio. Es precisamente en este tipo de naciones, que podemos denominar subestatales, en las que nos centraremos en este artículo. En concreto reduciremos nuestro ámbito de estudio a Europa occidental[3], dentro del cual hemos escogido los cinco casos que consideramos más representativos en la actualidad: Cataluña, Escocia, Flandes, Padania y País Vasco. No se pretende explicar el origen y evolución histórica de dichos nacionalismos, sino que éstos son tomados como una realidad social, independientemente de la legitimidad histórica, cultural o política que cada uno les atribuya. Nuestro objetivo es por tanto más modesto teóricamente, aunque con importantes implicaciones prácticas: tratar de explicar por qué el apoyo popular a las reivindicaciones políticas de estos nacionalismos subestatales varía en periodos relativamente cortos de tiempo, es decir, por qué determinados movimientos nacionalistas se fortalecen en un determinado momento mientras que otros entran en declive. Este análisis se circunscribe a la evolución histórica más reciente de cada una de las regiones estudiadas, a través del cual se trata de identificar diferentes factores que puedan explicar las variaciones a corto plazo que se observan en la movilización popular de estos nacionalismos. Por tanto, no se considerarán en detalle factores étnicos, lingüísticos o históricos, que sin duda tienen una relevancia crucial en el origen y configuración de cualquier nacionalismo pero que apenas varían en el corto y medio plazo, por lo que no son relevantes para nuestra pregunta de investigación.


En la siguiente sección, la parte central del artículo, se presentan diferentes factores influyentes en la movilización nacionalista, clasificados en dos grandes grupos, socioeconómicos y político-institucionales, que se analizan en partes diferenciadas, dentro de las cuales cada una de las cinco regiones mencionadas será tratada brevemente de forma individual. Tras este análisis presentaremos las conclusiones del artículo según las similitudes y diferencias encontradas. Por último, se relaciona la bibliografía y fuentes consultadas para la elaboración de este trabajo.


II. FACTORES INFLUYENTES EN LA MOVILIZACIÓN DEL NACIONALISMO


1. Factores socioeconómicos


Indudablemente, los factores socioeconómicos tienen un efecto determinante sobre el comportamiento de la sociedad y por ende, sobre el auge de los nacionalismos. De esta manera, pretendemos entender el efecto que pueden llegar a tener, en uno u otra sentido, variables como los ciclos económicos, el paro, las diferencias económicas entre regiones, las inversiones del gobierno central, o los cambios demográficos producidos por flujos migratorios de entrada y/o salida, entre muchos otros.


Detengámonos precisamente en el primero de estos factores, posiblemente sobre el que más se ha escrito: ¿aumenta el nacionalismo en momentos de recesión económica o, por el contrario, decrece? La aparición de los nacionalismos europeos coincidió con la época de mayor desigualdad económica hasta ese momento, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, tal y como afirma Thomas Piketty en su afamado libro El capital en el S.XXI. Resulta interesante también observar cómo la ola de nacionalismos que estamos viendo actualmente coincide con la época de mayor desigualdad económica tras la Europa del romanticismo que, por supuesto, ha venido motivada en gran medida por la crisis económica iniciada en 2008. Por tanto, la situación económica de estas regiones podría ser un factor determinante para explicar este reciente auge de los movimientos nacionalistas. De hecho, muchos defienden que el nacionalismo se nutre de la acumulación de capital durante los periodos de bonanza económica y aparece en los momentos de crisis económica. Según este argumento, no es de extrañar que muchas de estas regiones sean más ricas que el conjunto del Estado al que pertenecen. Tal es el caso de las cinco regiones aquí estudiadas, todas del orden de un 20 a un 30% más ricas que la media nacional en cuanto al PIB per cápita. Siguiendo este razonamiento, el nacionalismo suele aparecer en la escena política durante de un ciclo económico recesivo, y es entonces cuando surge el debate sobre si las transferencias de fondos hacia otras regiones menos ricas es excesivo o si se debería tener un sistema fiscal propio para controlar los ingresos generados e invertirlos de manera independiente. De la misma manera, la destrucción de capital que viene de la mano de las crisis económicas, provoca una brecha en la desigualdad de todas las regiones afectadas y en esas circunstancias resulta útil la búsqueda de un enemigo común fuera del territorio para alejar la vista de los problemas internos. Este marco explicativo está muy extendido por ejemplo cuando se habla del caso catalán, pero ¿se corresponde con la realidad?, ¿es aplicable a otros casos de nacionalismos subestatales europeos?


A continuación detallaremos éste y otros factores socioeconómicos que han afectado y que afectan al auge del sentimiento nacionalista dentro de las cinco regiones estudiadas.



Esto es sólo una parte, puedes leer el artículo completo descargando el siguiente archivo en PDF: En Profundidad. Diciembre '15. Nacionalismos


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[1] Anderson, B. (1983). Comunidades Imaginadas, p. 19.

[2] Ídem, p. 23.

[3] No obviamos la existencia de otros muchos casos de nacionalismos subestatales en el resto del mundo, sin embargo, hemos considerado oportuno restringir nuestro estudio al ámbito de Europa occidental al estar, tanto los autores como la mayoría de lectores, más familiarizados con el contexto sociopolítico de estos casos de estudio.


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