G. Santacruz. "Dionisos, Partidos y Catalunya"
Guillém Santacruz Gómez
Graduado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universitat Pompeu Fabra. Estudiante de dramatúrgia en el Institut del Teatre de Barcelona. Poeta y escritor.
"Lo que las urnas no nos dieron directamente, ahora se ha tenido que corregir en la negociación". Artur Mas, 09 de enero de 2016.
El proceso catalán hacia la independencia se ha vuelto antidemocrático a causa de que los partidos políticos (Convergència y ERC) lo han utilizado para favorecer sus propios intereses y los demócratas (CUP) no han demostrado tener la fortaleza y valentía suficientes para ser fieles a sus propios principios e impulsar la independencia desde la democracia y no desde la antidemocracia, como está ocurriendo. Si bien el movimiento independentista empezó siendo un fenómeno civil y democrático, hoy se ha vuelto todo lo contrario. Algo dionisiaco interviene en la situación actual de la política en Catalunya. Estos son los puntos que desarrollaré en este artículo.
"Si bien el movimiento independentista empezó siendo un fenómeno civil y democrático, hoy se ha vuelto todo lo contrario"
Referirse a la democracia en este contexto implica discutir el parlamentarismo. Al parlamento se le suponen cualidades representativas del voto individual y secreto que tienen efectos democráticos. Al proceso de elección y de actividad en el parlamento se le puede llamar democracia siempre que la representatividad tenga lugar. Cuando esto no ocurre, el parlamentarismo se vuelve antidemocrático. Es imposible asegurar el máximo representativo. Pero esto es natural: para que el todo parlamentario sea democrático se deben admitir pequeñas partículas antidemocráticas rápidamente absorbidas por ese todo democrático. Lo realmente terrible ocurre cuando la representatividad es corrompida por los representantes y el parlamento no representa plenamente a los representados. Todo esto puede aplicarse a Catalunya. También, puede resumirse como la cualidad dionisiaca del parlamentarismo.
En la antigua Atenas, un dios muy popular fue Dionisos. Es un dios que muere y renace, que es uno y es muchos y que es símbolo de la democracia. Por lo tanto, decir que el parlamentarismo tiene una cualidad dionisiaca significa que lo democrático, la representatividad, muere y revive y que lo colectivo se fija en lo individual. Como ya he dicho, en el parlamento hay momentos antidemocráticos inevitables (en que los representantes actúan en contra de los intereses de sus representados por x razones) que son absorbidos por el total democrático (el bien común). Sin embargo, estos momentos antidemocráticos pueden convertirse en surcos gigantescos y acabar convirtiendo el parlamento en una institución antidemocrática (que legisla a favor de una parte no mayor a las otras). En Catalunya se ha abierto un surco enorme de este tipo.
"Decir que el parlamentarismo tiene una cualidad dionisiaca significa que lo democrático, la representatividad, muere y revive y que lo colectivo se fija en lo individual"
Empecemos por examinar si en el Parlament de Catalunya los representados se corresponden con los representantes. Si esto fuera así, el porcentaje de voto a un determinado partido y el porcentaje de escaños en el parlamento tendrían que ser iguales o extremadamente similares. Este cuadro lo muestra:
Como se puede observar, hay sobrerrepresentaciones e infrarrepresentaciones. Lo cierto es que las diferencias entre los porcentajes no son muy exagerados, excepto en el caso de J X SÍ, que está sobrerrepresentado en 5 puntos. Las consecuencias de esto, en circunstancias normales, equivaldrían a esas partículas antidemocráticas que después son absorbidas por el total democrático. Pero las circunstancias presentes no son normales. Estos cinco puntos han permitido transfigurar la realidad política de la sociedad catalana. Atendiendo a los votos, que son los que realmente reflejan los resultados electorales, y no el reparto de escaños, se observa que si bien los no independentistas no son mayoría, tampoco son mayoritarios los independentistas. Lo que hay es un empate. Sin embargo, esos 5 puntos, esos escaños de más, han creado una mayoría ficticia para los independentistas en el Parlament. Mayoría ficticia que es su principal baza para tirar adelante el proceso hacia la independencia. En pocas palabras: una de las partes en un empate se alza con una victoria injusta merced de una artimaña parlamentaria. Es decir, el parlamento se comporta antidemocráticamente puesto que no solo la proporción de representantes y representados es desigual sino que además esa ventaja técnica se aprovecha para proclamar mayoría a quien no lo es y para que una mitad se imponga a la otra.
Examinemos el segundo aspecto: los representantes han puesto por delante los intereses de partido a los del bien común y con ello se ha roto el nexo entre representantes y representados puesto que la actitud partidista es contraria a una actitud encarada al bien general, es decir, el referéndum.
"Una de las partes en un empate se alza con una victoria injusta merced de una artimaña parlamentaria"
Los representantes del Parlament se han comportado de dos maneras durante los últimos meses. Por un lado, Convergència y ERC han antepuesto sus intereses partidistas al bien general. Si el compromiso de estos dos partidos con el referéndum hubiera sido tan firme, hubieran decidido hacer un alto en el proceso de independencia y apoyar la opción de Podemos de conseguir un referéndum desde Madrid. En su lugar, se han contentado con el proceso participativo del 9N en el que participó un porcentaje de gente menor al que lo hizo en Catalunya para las elecciones europeas (47,63) y con unas elecciones autonómicas de carácter plebiscitario cuyos resultados, como se ha demostrado, no reflejaban la realidad política con toda su exactitud.
El interés de Convergència se centra en la refundación de su partido, es decir, de la derecha catalana. Carles Puigdemont es la persona que Mas ha señalado para acometer esta tarea. El 20D, un partido que ha reconstruido el espacio de la izquierda en Catalunya, En comú podem, ganó las elecciones en Catalunya con claridad y es un actor político que en breve, si la tendencia continúa, se hará hegemónico en Catalunya. En aquellas elecciones, Convergència quedó en cuarto lugar. Para seguir dando sensación de hegemonía y atrincherarse en el poder, no podían entregar la presidencia a alguien de la izquierda (Raúl Romeva o Muriel Casas). La necesitan en su poder para reforzar su papel hegemónico y hacer frente a la nueva izquierda. Por eso tampoco quieren un referéndum: saben que lo perderían y que auparía a En comú podem, como fuerza de izquierdas catalanista, hasta la presidencia de la Generalitat. Además, anegada por la corrupción, la independencia es la oportunidad de la derecha catalana para hacerse un lavado de cara. No es casualidad que el proyecto de Democràcia i llibertat se haya puesto en marcha ahora, justo cuando el caso Pujol y el caso Palau se clavan en la vergüenza de Convergència.
"Convergència y ERC han antepuesto sus intereses partidistas al bien general"
El caso de ERC es más simple. Ha sido un partido sin aspiraciones. Su estrategia ha consistido en el silencio, en "no molestar". No han arriesgado. No han competido por el electorado de En comú podem potencialmente independentista y han hecho de comparsas de Convergència en todos los números. Su interés ha sido el de la conservación. Un referéndum supondría jugarse a los dados su pequeña parcela de poder e ir en contra del mandato de Convergència.
Por otra parte, la CUP, en un principio, tomó las decisiones en base a procesos de democracia interna que reflejaban la opinión de los representados y que se suponía que los representantes tenían que acatar en el Parlament. Sin embargo, los representantes de la CUP no han sido capaces de hacer valer con valentía el mandato de los representados, que no solo consistía en no investir a Mas, sino a ningún candidato de Convergència. Por consiguiente, han adoptado la forma de pensar y proceder actuales de ERC y Convergència, esto es, el cálculo y la ambigüedad (propio de las partículas antidemocráticas de las que antes se hablaba) y han dejado de lado los principios democráticos de debate y de nexo fuerte entre representados y representantes que habían guiado hasta entonces su manera de actuar. Además, no hay nada más antidemocrático en un parlamento que el transfuguismo y en ello se basa el acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP.
"España debe ser un Estado plurinacional. La otra opción es convertir Catalunya en una nación sometida y sin autogobierno"
De lo dicho se desprende que el movimiento independentista ha sido capturado por la derecha catalana. No ha ocurrido lo mismo con el catalanismo. La izquierda catalana está ya en reconstrucción a través de En comú podem y su eje principal es el derecho a la autodeterminación y, por consiguiente, la celebración de un referéndum, pero no la independencia.
Así las cosas, ya que la democracia indirecta ha demostrado su incapacidad en resolver la cuestión de la independencia, quizás el referéndum puede resolver este momento antidemocrático que se está viviendo en Catalunya. La otra opción, la aplicación del artículo 155 de la Constitución, sería antidemocrática y violenta. España debe ser un Estado plurinacional. La otra opción es convertir Catalunya en una nación sometida y sin autogobierno. Sin lugar a dudas, la única manera de mantener España unida por vías democráticas es el referéndum celebrado solamente en Catalunya. El independentismo puede desinflarse pero no la enorme mayoría existente a favor del derecho a la autodeterminación. Y es que la mayoría existente en Catalunya se refiere a la celebración de un referéndum, no a la proclamación de la independencia, que es lo que se dará antidemocráticamente si el Estado no reacciona pronto. Referéndum en el que, por cierto, seguramente ganaría el "no".
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