L. Cid. "Sobre terrorismo y orientalismo"
Leticia Cid Prieto
Licenciada en CC. Políticas con especialidad en Estudios Internacionales (UCM) Alumna de Máster en Estudios de Asia Oriental, Universidad de Tokai.
Tras los atentados contra el World Trade Center de Nueva York en 2001 se abrió paso a un nuevo período en las Relaciones Internacionales que muchos académicos definen como “mundo post 11/S” y, aunque si bien tal nuevo mundo como término es discutible, no se puede negar que el terrorismo, como fenómeno, ha tenido desde entonces un impacto definitivo en la agenda de Seguridad de Estados y Organizaciones Internacionales. En consonancia, hemos asistido a lo que hoy se señala ya como la lacra del siglo XXI; el terrorismo se sitúa entre una de las diez primeras preocupaciones en sociedades occidentales, como Estados Unidos.
Sin embargo, el terrorismo, como un método de influencia social y política data del siglo XI y han existido ya diferentes tendencias fatales según objetivos, tácticas y doctrinas, teniendo todas ellas en común cambiar o reinventarse pasadas determinadas décadas.
Pero, tras años de experiencia y categorizaciones, ¿sabemos conceptualizar hoy en día el terrorismo? Cómo identificamos uno de nuestros mayores miedos, cuando en todo el mundo no existe aún una definición común aceptada, es uno de los principales problemas a los que no se le ha dado la importancia merecida.
Aunque cada lengua pueda tener una concepción en cierta medida de terrorismo, no ponernos de acuerdo a la hora de definir dicho concepto tiene consecuencias importantes, como en ámbitos tales como la Cooperación Internacional. Los listados oficiales de grupos terroristas de países u Organizaciones Internacionales no cuentan todos con categorizaciones y difieren en muchos casos unos de otros, por lo que a la hora de tomar medidas judiciales eleva el riesgo de que se cometan abusos por parte, entre otros, de gobiernos autoritarios que buscan sus propios fines a la hora, por ejemplo, de impedir extradiciones o juzgar a presos políticos.

"Mi saludo de amistad y respeto a todos los que hablarán de mí" (Jean Baptiste Huynsmans)
Otro tipo de problema es el uso sin filtro alguno del concepto de terrorismo por los medios de comunicación. los cuales influyen diaria y directamente en la opinión pública. Por poner un ejemplo del poder de los persuasión de los medios, según una encuesta realizada entre la NBC News y el Washington Post en 2015, en un país tan representativo como Estados Unidos la población teme más un ataque del Daesh (47%) que uno de sus seres queridos se vea envuelto en una masacre con armas de fuego (38%), suceso que, irónicamente, es tremendamente más común en el país.
Es en esta línea donde, desde 2001, encontramos el fenómeno del orientalismo entremezclado con el terrorismo. El Orientalismo latente, término acuñado por Edward Said en 1978, pone de manifiesto las corrientes tradicionalistas que condicionan el pensamiento y forman ideas y creencias por parte de las sociedades occidentales, influyendo enormemente la hora de tratar y analizar todo aquello que sucede y/o proviene de Oriente; en el caso del terrorismo actual, desde el mundo islámico. Como no estamos familiarizados con dicho mundo, acrecentamos en percepción todo aquello que pueda suponer una amenaza para nosotros y nuestras sociedades (esto es, lo conocido).
La alarma política y social en occidente ante el terrorismo islámico, junto con los constantes fallos en la lucha contra dicho fenómeno, ponen de manifiesto el gran desconocimiento que todavía existe a la hora de analizar y actuar frente a problemas y consecuencias que tienen su raíz en otras culturas. El orientalismo latente en nuestras sociedades da lugar a una serie de suposiciones que peligrosamente son tomadas como ciertas cuando hablamos de terrorismo. Una de ellas es la de que el terrorismo islámico es predominantemente antioccidental. La alarma llegó con la propaganda de grupos radicales donde se toma la yihad como una misión legitimada de “conquistar” territorios de no creyentes, infligiendo pérdidas civiles y poniendo la diana sobre todo en Estados Unidos y en Europa. Esto es lo que se difunde, pero según las principales instituciones de Defensa y Seguridad, como el USA National Counterterrorism Center (NCTC), lo cierto es que los ataques terroristas siguen la tendencia de producirse en Oriente, siendo del 82 a un 97% de sus víctimas a nivel mundial musulmanas. Incluso en países como Irak, Afganistán o Nigeria, los ataques de grupos islamistas son dirigidos en mayor parte contra civiles y no contra tropas extranjeras. También, y según informes anuales del Department of State of USA, la mayoría de ciudadanos estadounidenses que mueren en el extranjero (contando los militares) lo hacen a causa de accidentes de tráficos o enfermedades intestinales. Dentro del país, por otra parte, las personas tienen las mismas probabilidades de ser aplastados/as por sus muebles que de morir en un ataque terrorista.
"El orientalismo latente en nuestras sociedades da lugar a una serie de suposiciones que peligrosamente son tomadas como ciertas cuando hablamos de terrorismo"
Es cierto que la retórica puede ser predominantemente antioccidental, pero a día de hoy la gran mayoría de las víctimas del terrorismo islámico no son occidentales ni la gran mayoría los ataques se producen en territorio occidental. El Global Terrorism Index de 2015 vuelve a avalar dicha información poniendo en evidencia que sólo el 2’6% de muertes por terrorismo desde el año 2000 ha tenido lugar en Occidente. El tipo de terrorismo predominante en esta parte del globo, y que ha acumulado gran cantidad de víctimas, sigue siendo tanto el terrorismo separatista como el de extrema derecha (sobretodo en Noruega o Suecia, donde existen programas contra la radicalización), o de extrema izquierda.
"A día de hoy la gran mayoría de las víctimas del terrorismo islámico no son occidentales ni la gran mayoría los ataques se producen en territorio occidental"
Para avalar la creciente alarma social que existe con el terrorismo, en otro informe del National Consortium for the Study of Terrorism and Responses to Terrorism (START) de 2011, donde se analiza el número de ataques terrorista por año a nivel mundial desde 1991 a 2010, se pone de manifiesto la evidencia empírica de que aunque hemos atendido a un mayor número de víctimas por ataque terrorista de cualquier naturaleza, no existe la tendencia real de que este fenómeno mate más personas cada año; así, en el futuro puede crecer como volver a bajar de nuevo.
La amenaza existente de ataques terroristas es, indudablemente, muy real, pero la alarma social es peligrosamente exagerada en comparación, lo que da lugar a que en parte ayudemos a los terroristas con su propaganda, pero no sólo eso: el orientalismo en el campo del terrorismo ha propiciado la generalización y profundización de estereotipos sobre comunidades musulmanas; ha provocado que percibamos ciertos grupos antioccidentales más grandes de lo que en verdad son; ha ayudado a formar una lucha entre cristianismo (occidental) e islam (oriental); y ha contribuido, por tanto, a hacer más verídica la noción de choque de civilizaciones de Huntington.
"La amenaza existente de ataques terroristas es, indudablemente, muy real, pero la alarma social es peligrosamente exagerada en comparación"
En Occidente debemos empezar a ser conscientes de que si bien el terrorismo debe formar parte de la agenda política de nuestros Estados y gobiernos, hemos de tener cuidado con las armas legislativas con las que dotamos a los mismos. Bajo lo que puede denominarse “Defensa de la seguridad” en algunos casos encontramos numerosos recortes de derechos y libertades para los miembros de la ciudadanía.
En décadas de vida de terrorismo religioso de diferente naturaleza, éste ha demostrado ser exitoso a nivel táctico, esto es, en ganar atención, intimidar, causar alarma y reclutar a personas; en su peor versión arrastra a costosas guerras a países y aliados, pero a largo plazo raramente ninguno de estos grupos tiene ni tendrá éxito en sus objetivos políticos. De hecho, los grupos de terrorismo islámico como Al Qaeda o el Daesh no son recientes; con diferentes métodos de financiación, mejores estrategias de comunicación o nuevos modelos de organización, poseen una misma ideología – con pocos cambios – que no ha dejado ni dejará de reagruparse bajo distintos nombres si seguimos dando protagonismo a los instrumentos militares como única lucha contra el terrorismo. Intentando progresar en la lucha contra Al Qaeda, de hecho, RAND Corporation publicó en 2008 un estudio sobre el declive de grupos terroristas desde 1992 a 2006, y descubrió que sólo el 7% de los mismos dejaron de existir gracias al uso de fuerza militar. Aún con el despliegue de tropas y acabando con los líderes de estas organizaciones a día de hoy únicamente seguimos poniendo parches al problema. Como bien inciden profesionales españoles de la lucha contra el terrorismo como Jesús Núñez Villaverde, tampoco podemos seguir garantizando la estabilidad de Oriente Medio y otros países según el modelo de interés tradicional, esto es, apoyando dictadores represivos que no tienen interés en su propia población. Los Estados occidentales deben dejar atrás la visión orientalista del terrorismo y coordinar esfuerzos diplomáticos, económicos y socioculturales para eliminar los prejuicios que arrastramos y fomentamos de diferentes formas, dando paso así a la capacidad de resolver radicalmente problemas reales a los que nos enfrentamos en el campo de la seguridad internacional.
"Aún con el despliegue de tropas y acabando con los líderes de estas organizaciones a día de hoy únicamente seguimos poniendo parches al problema (...) Los Estados occidentales deben dejar atrás la visión orientalista del terrorismo y coordinar esfuerzos diplomáticos, económicos y socioculturales para eliminar los prejuicios"
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Bibliografía:
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2. De la Corte, L. Explaining Terrorism: A Psychosocial Approach, Perspectives on Terrorism. Journal of the Terrorism Research Initiative and the Center for Terrorism and Security Studies, ISSN 2334-3745.
4. Jones, Seth G. y Lebicki, Martin C. How Terrorist Groups End, RAND Corporation, 2008 PDF disponible en www.rand.org/content/dam/rand/pubs/monographs/2008/RAND_MG741-1.pdf
5. Jordan, J. When Heads Roll: Assessing the Effectiveness of Leadership Decapitation, Security Studies Volume 18, Issue 4, 2009 Routledge Taylor & Francis Group, ISSN: 0963-6412 print / 1556-1852.
7. Núñez Villaverde, Jesús, ¿Qué sacamos de París?, El Confidencial, 17 de noviembre de 2015.
8. Said, E. (2013). Orientalismo, Debate. ISBN: 9788483069837
9. Schmid, A. P. The Revised Academic Consensus Definition of Terrorism, Perspectives on Terrorism Journal. Terrorism Research Initiative and the Center for Terrorism and Security Studies, ISSN 2334-3745
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