J.C. Pamies. "Partidos bisagra, equilibrio electoral y el germen de Ciudadanos"
Joan Carles Pamies Palazuelo
Graduado en Ciencia Política (UAB y VU Amsterdam) y Relaciones Internacionales (UAM). Fue becario del Embajador en Misión Especial para el Sahel. Actualmente es doctorando en la UAM.
El clima político en 2015 en España fue dibujando un escenario de alta incertidumbre. Las opciones eran múltiples y las proyecciones escuetas y conservadoras, lo cual demostraba la reticencia a hacer pronósticos sobre un futuro del que muy poco se sabía. La mayoría de analistas solamente se atrevían a vaticinar que el Partido Popular sería el ganador de las elecciones, y que este no tendría mayoría absoluta. Pero poco o nada se sabía con confianza sobre qué lugar ocuparían los tres siguientes partidos, si bien se conocía que iban a ser el PSOE, Ciudadanos y Podemos.
El colofón a esta situación de bullicio fueron las pasadas elecciones generales del día 20 de diciembre, que han sido las más reñidas de todas las celebradas después de la Transición. Los dos primeros partidos (PP y PSOE) consiguieron, en conjunto, los peores resultados de su historia. Descartadas las posibilidades de formar un gobierno estable entre dos partidos, a excepción de una improbable gran coalición entre el Partido Popular y el PSOE, la única opción de gobierno pasa por un pacto como mínimo a tres bandas o por la convocatoria de nuevas elecciones. Las preguntas que se derivan de este escenario son muchas, pero nos centraremos en una: ¿qué sucede con el equilibrio electoral en España?
Los partidos bisagra como forma de asegurar la gobernabilidad
El equilibrio electoral en España tras la restauración de la democracia ha pasado por un sistema de partidos reconfigurado a partir del sistema electoral de 1985 fundamentado en la Ley Orgánica del Régimen Electoral (LOREG). Este equilibrio político, a nivel de gobierno, se ha caracterizado por un modelo bipartidista con un partido conservador y un partido progresista, los cuales han gobernado en solitario (a través de mayorías absolutas de iure como la del PSOE en el 1982 y el 1986 o el PP en el 2000 y de facto, como la del PSOE en el 1989) o mediante el apoyo de partidos de ámbito estatal (Alianza Popular) y de ámbito no estatal (Convergència i Unió, Partido Nacionalista Vasco, Coalición Canaria y Partido Andalucista).
"Este equilibrio político, a nivel de gobierno, se ha caracterizado por un modelo bipartidista con un partido conservador y un partido progresista, los cuales han gobernado en solitario [...] o mediante el apoyo de partidos de ámbito estatal y no estatal"
Este equilibrio se entiende en la medida en la que el diseño de las circunscripciones que recoge la LOREG premia a los grandes partidos estatales y a los grandes partidos en provincias grandes. La ley electoral, que no la fórmula d'Hondt, sobrerrepresenta los partidos grandes de ámbito estatal puesto que en las circunscripciones pequeñas (como Soria, Huesca o Guadalajara) se escogen entre dos y tres diputados. Esto hace que las probabilidades de los partidos pequeños de obtener representación sean muy bajas, puesto que los escaños se los llevan el primer partido y el segundo. De este modo, independientemente de que las cláusulas de barreras legales bloqueen solamente a los partidos que tienen menos del 3% de los votos, muchos partidos siguen quedándose fuera. En el mismo sentido, los partidos de ámbito no estatal se han visto beneficiados por la ley electoral ya que concentrando su electorado en pocas provincias, especialmente en aquellas fuertemente pobladas, han conseguido mejor conversión de votos a escaños.

A veces sucede que cuando hablamos de equilibrio electoral pensamos erróneamente que se trata de algo que no se ha movido, que lo interpretemos como una foto fija. Muy al contrario, el equilibrio se ha conseguido mediante una constante presión al sistema, ya sea a través de los partidos políticos existentes o incluso a través de los poderes económicos. Todos estos actores, en su intento de aumentar su cuota de poder, tratan de moldear el sistema con sus acciones. Así pues, los partidos buscan modificar las leyes para contentar o defender sus intereses, como fue en el caso de los partidos constituyentes que redactaron las bases de la LOREG en la Constitución Española, o de Izquierda Unida, que se ha visto sistemáticamente perjudicada por la ley electoral y que ha llevado recurrentemente la propuesta de modelo de circunscripción única en su programa electoral.
Una cuestión importante a señalar es la de que cambiar la ley electoral, en esencia, es un proceso complicado. Al ser una Ley Orgánica, una modificación de la LOREG requiere de una mayoría absoluta en el Congreso, cámara en la cual es difícil que el partido o coalición que busque llevarla adelante tenga más de 175 escaños puesto que, si así lo fuera, se vería beneficiado por ella y debería renunciar a perder poder. Así, modificar la ley electoral para mejorar la proporcionalidad afectaría necesariamente a la gobernabilidad. Cualquier cambio legislativo en este sentido, para analistas como Jose Luis López González, resultaría en el viejo dilema de la manta corta: si te tapas los pies, no consigues taparte la cabeza.
Los poderes económicos también han tratado de ejercer influencia; no tanto para cambiar el sistema electoral, sino para sacar partido a su funcionamiento. La reconfiguración del equilibrio por parte de los poderes económicos ha ido de la mano, en los dos casos más significativos, de proyectos liberales catalanes: el Partido Reformista Democrático de Miquel Roca Junyent y Ciudadanos – Partido de la Ciudadanía.
"La reconfiguración del equilibrio por parte de los poderes económicos ha ido de la mano, en los dos casos más significativos, de proyectos liberales catalanes"
Proyectos de partidos bisagra de ámbito estatal
El Partido Reformista Democrático, también llamado Operación Roca, fue un proyecto político nacido en 1984 para disputar el espacio político, hasta entonces monopolizado por el Partido Socialista. Ese PSOE, que venía de expropiar forzosamente Rumasa, no agradaba a muchos grandes empresarios del país. Con Suárez en horas bajas y una Alianza Popular que parecía haber tocado techo, los poderes económicos que auparon el partido de Roca – entre los que se encontraba Florentino Pérez, su secretario general – no encontraban la forma de ver mejor representados sus intereses que 'creando' un partido nuevo. El partido no era nuevo, como tampoco lo es Ciudadanos, nacido en 2006 para combatir al nacionalismo catalán. El PRD era, en esencia, un proyecto para que los grandes empresarios, cómodos con el programa de Convergència i Unió, tuvieran una plataforma a nivel nacional donde defender sus propuestas económicas más efectivamente.
Los resultados del PRD, como los de Ciudadanos, no fueron los esperados, si bien en el caso de Ciudadanos fueron bastante mejores. El PRD se quedó con un 1% de los votos en las elecciones generales de 1986 y no consiguió representación parlamentaria alguna. Ciudadanos, también aupado por las grandes empresas (conviene recordar el discurso de Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell), obtuvo el 13.9% de los votos y unos nada desdeñables cuarenta escaños, si bien muchas encuestas le asignaban hasta 83 escaños, y mejores resultados que Podemos, que terminó quedando por encima, en tercer lugar.

¿Que a qué se deben esos buenos resultados electorales de Ciudadanos, si es un partido tan parecido al Partido Reformista Democrático? Nadie lo puede decir a ciencia cierta. No obstante, sí sabemos que ni la crisis a distintos niveles que vive España, ni el contexto actual de fractura del sistema de partidos es equiparable. Ciudadanos, apoyado por los poderes económicos y también por los medios de comunicación – actores a veces indistinguibles - ha sabido aprovechar la situación para hacerse un hueco en el panorama político. Su discurso, además, se ha adecuado a las necesidades del electorado: un electorado que buscaba caras nuevas en la primera línea de la política. El hecho de que los resultados no fueran los esperados tal vez tiene una explicación sencilla: igual las expectativas eran exageradamente altas.
"Ciudadanos, apoyado por los poderes económicos y también por los medios de comunicación – actores a veces indistinguibles - ha sabido aprovechar la situación para hacerse un hueco en el panorama político"
El equilibrio histórico del sistema español, aunque ahora mismo parezca roto al haberse reconfigurado, crea las condiciones para que nuevamente se tienda al sistema bipartidista imperfecto que hubo hasta este pasado año. En ese sistema, los proyectos de partidos bisagra como Ciudadanos - y el Partido Reformista Democrático, su germen - van a seguir teniendo sentido en la política española.
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