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ENTREVISTAS - Tatiana Nuño: "La Cumbre de París nos deja un sabor de boca agridulce entre esper

Celia Morillo García​

Alba Pérez Pérez

Alberto Rosado del Nogal


Tatiana Nuño es la actual responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace. Licenciada en Ciencias del Mar y con un máster de Gestión Integrada de Zonas Costeras, empezó en la campaña de sensibilización y captación de fondos hace unos 6 años. Al poco tiempo de iniciar su andadura en Greenpeace se embarcó como voluntaria en el Esperanza y se fue al Ártico durante tres meses. Tras volver, comenzó el doctorado en Oceanografía en Granada, y reanudó su actividad en Greenpeace para trabajar en la campaña de Costas. Ha pasado por muchas de las campañas que se han llevado a cabo, como por ejemplo la campaña del Ártico.


 

PREGUNTA: Como responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace, ¿en qué aspectos está actualmente centrando su labor? ¿Cuáles son los desafíos a los que ahora mismo se enfrenta en su trabajo diario?


RESPUESTA: Como responsable de la campaña de Cambio Climático estoy siguiendo, sobre todo, las negociaciones climáticas a nivel internacional. Estuve hace dos años en la COP de Lima y el año pasado en la COP de París, que es donde salió el acuerdo internacional sobre el clima que da continuidad al protocolo de Kioto. Allí estaba con otras personas que tienen el mismo puesto que yo pero de otras oficinas de Greenpeace de todo el mundo. Seguíamos las negociaciones dentro de la cumbre, trabajando cada uno a nivel de sus gobiernos para que aumentase la ambición y saliese un buen acuerdo internacional. Sobre todo, también de cara a llevar ese contenido -que es muy técnico y difícil de seguir- a los periodistas, y estábamos como representantes de la sociedad civil con acceso a estas negociaciones de alto nivel, donde hay jefes de estado, técnicos y ministros. Además trabajamos mucho fuera, en las movilizaciones sociales que hubo no solo en París, sino antes de empezar la COP, especialmente la de Madrid que fue muy grande. En este ámbito la labor se hace junto con otras organizaciones, por ejemplo, en España, Alianza por el Clima representa a más de 400 organizaciones que coordinan, gestionan, ayudan, etc., a que se lleve a cabo la tarea que nos une.


"El problema es que el Acuerdo de París es poco ambicioso y preciso en cuanto a qué van a hacer los países y cómo lo van a hacer"


P: Comencemos hablando sobre un tema ineludible actualmente, la COP21. Según el analista ecológico-social George Monbiot la COP21 “en comparación con lo que podría haber sido, es un milagro; en comparación con lo que debería haber sido, es un desastre”, ¿cuáles son los aspectos positivos que se han conseguido alcanzar, y por el contrario, aquellos que se han quedado fuera de este acuerdo aún resultado esenciales para combatir el cambio climático? ¿En qué aspectos podrían haber hecho un mayor esfuerzo los Estados?


R: Esta frase desde luego representa muy bien nuestra postura al respecto, es lo que decimos desde Greenpeace: la Cumbre de París nos deja un sabor de boca agridulce entre esperanza y frustración. El acuerdo son 40 páginas en total pero la parte vinculante son solo 18. El primer aspecto importante es el que marca los esfuerzos de los países para que no aumente la temperatura más allá de 1,5ºC. Otra parte es el compromiso de que los GEI -el balance neto- sea 0 en la segunda mitad de este siglo. Esto es importante porque si queremos cumplirlo las emisiones de CO2 (no de todos los gases) deberán reducirse a 0 en el año 2050. El problema es que el acuerdo es poco ambicioso y preciso en cuanto a qué van a hacer los países y cómo lo van a hacer, en marcar las hojas de ruta, obligaciones, penalizaciones, en garantizar un seguimiento, en ver cómo se va a garantizar esos fondos para los países en vías de desarrollo, cuánto va a poner cada país, cómo se va a invertir… Tiene un lenguaje muy abstracto y amplio que marca cosas importantes pero que no precisa el camino concreto. Si lo comparamos con el protocolo de Kioto donde solamente Europa tenía compromisos (que ya los tiene cumplidos: reducción de emisiones para 2020 cumplido en 2015), ahora 195 estados más la UE forman parte del acuerdo, es un gran avance. Sin embargo, sí que deja la responsabilidad al final en los países, que son los que van a tener que llevar a cabo políticas nacionales que garanticen que se va a cumplir este objetivo a largo plazo. Si aterrizamos en España, por ej., las políticas energéticas van a tener que cambiar para alinearse con los objetivos de París pero no tienen un mandato internacional que regule, apoye o ayude a garantizar que esto se cumpla sino que va a tener que ser una demanda a nivel nacional de los gobiernos. Otro problema es que el acuerdo no entra en vigor hasta 2020. De aquí a ese año otra vez la pelota está en el tejado de los países que deben empezar a trabajar desde ya en su ambición y en sus políticas. En caso contrario, no lograremos garantizar la no superación de ese grado y medio. Ya hemos emitido las tres cuartas partes del presupuesto que se supone que tenemos de emisiones de CO2 para garantizar lo acordado en París.




Otro aspecto flojo es que no deja claramente delimitado el principio de que quien contamina paga: quiénes son los mayores responsables que deben garantizar no solo que los países en vías de desarrollo lo puedan hacer en base a un sistema sostenible -energías renovables, etc.- sino que además reconozca valores específicos de equidad, igualdad, etc. Sí es positivo que en el acuerdo se haya reconocido, por primera vez, la parte de pérdidas y daños, pero de nuevo no es lo suficientemente preciso en cómo se van a abordar problemas, por ej., de la gente que se ve obligada a desplazarse por los efectos del cambio climático o con problemas en su territorio como en la agricultura por déficit de agua, etc. De nuevo el lenguaje es abstracto y no lo suficientemente estricto.


"Ya hemos emitido las tres cuartas partes del presupuesto que se supone que tenemos de emisiones de CO2 para garantizar lo acordado en París"


En resumen, desde luego, la frase entre milagro y lo poco que se ha conseguido es completamente compartida desde Greenpeace.


P: Otros temas de actualidad: la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 (ONU), permite solicitar asilo a una persona por “fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas”, obviando claramente la crisis climática y sus efectos en los flujos migratorios y provocando que las millones de personas que migran por razones climáticas se enfrentan a un vacío legal, político y social. ¿Cuales podrían ser las medidas que permitan mejorar la situación de estas personas?


R: En concreto, la definición de “refugiado” del Estatuto de los Refugiados es una terminología -lo de refugiado climático- que cada vez está más ampliamente aceptada. Sin embargo, en la definición de refugiado no quedan especificadas las personas que se sienten obligadas a dejar sus territorios debido a los efectos del cambio climático, desastres naturales, etc. En ese sentido sí que hay una gran movilización y presión para que estas personas, que suelen ser las más vulnerables y con menos recursos, puedan pedir asilo. Los países con mayores recursos de adaptación deberían facilitar y tender la mano a las personas y países más castigados, incapaces de abordar esta situación. Por el contrario sí hay otros marcos de actuación como el Marco de Sendai de Naciones Unidas, que sí trabaja este tema de reconocimiento de estas personas obligadas a desplazarse o la Iniciativa Nansen de Noruega o Suiza. Cada vez se trabaja más esta problemática en marcos europeos o internacionales. Volviendo al acuerdo de París, este es también muy flojo en cuanto a esta temática.


P: Con su campaña “Salvemos el Ártico” Greenpeace intenta frenar el deshielo que sufre esta zona a causa del cambio climático, queriendo convertirlo en santuario global, algo que ya se consiguió en 1991 con la Antártida. ¿Qué soluciones hay y qué se está haciendo desde la ONG para intentar conservar esta zona clave para el mantenimiento del clima del planeta?


R: En la campaña de Salvar el Ártico, lo que hacemos primero es detectar el problema. El Ártico se está derritiendo a una tasa mucho mayor de lo que reproducían los estudios anteriores. De hecho, el último Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático de Naciones Unidas afirma y destaca que los hielos del Ártico, de los glaciares, de la zona de Groenlandia, se derriten mucho más rápido de lo esperado. En 2012 tuvimos un mínimo histórico de hielo en el Ártico desde que se tienen registros y los datos de este último enero también han sido alarmantes. Con esta campaña hemos sacado varios informes para acercar el Ártico a las personas, a la gente común que está tan lejos pero que a la vez, lo que le sucede a él nos sucede a todos. El Ártico es como el refrigerador, el aire acondicionado de nuestro planeta. Aunque pudiera parecer que no nos afecta, cambia las corrientes oceánicas, atmosféricas, etc. Cada vez los datos son peores por el aumento de las temperaturas y desde Greenpeace vimos que este deshielo era visto por las empresas como una oportunidad para llegar cada vez a zonas más lejanas, donde antes no se llegaba porque estaban todo el año cubiertas por un hielo más grueso y amplio. Shell, Repsol, etc., tienen trozos de él y pretenden repartírselo, así como los países que tienen acceso: EEUU, Canadá o Rusia que quieren imponer su soberanía para su gestión. Una gestión que no solo sirve para sacar petróleo y gas sino también para pesca industrial.


"El Ártico es como el refrigerador, el aire acondicionado de nuestro planeta"


Desde Greenpeace vimos imprescindible la creación de un santuario como objetivo principal de esta campaña, tal y como se hizo con la Antártida, garantizando la no realización de actividades industriales o la intromisión del ser humano en un espacio natural protegido con un ecosistema tan único.


P: ¿Qué jurisdicción existe en el Ártico para que una multinacional pueda presentarse allí y realizar explosiones, prospecciones, etc.?


R: Es diferente a la Antártida precisamente porque el Ártico es mar helado rodeado de continentes, y ahí regula la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Hay diferentes normativas que regulan la soberanía y las competencias de los propios países sobre esas aguas que podrán desarrollar actividades varias (perforación, etc.). A Altamar puede llegar allí un país y llevar a cabo las actividades industriales que considere simplemente si pone la infraestructura necesaria. Sí existe un instrumento, el Consejo Ártico, cuya presidencia actual la tiene EEUU, pero que se creó más que con objetivos de conservación o medioambientales, con otros bien diferentes: repartirse el pastel de un mar sin dueños. En los mapas que aparecen en los informes de Greenpeace aparecen estas reparticiones. Greenpeace trabaja para que se reconozca que ese terreno es especial y que el Consejo Ártico establezca una zona de conservación donde nadie tenga competencia o soberanía sobre otro. En definitiva, un santuario del Alto Ártico, las aguas que serían de Alta Mar.


"El Consejo Ártico, cuya presidencia actual la tiene EEUU, se creó más que con objetivos de conservación o medioambientales, con otros bien diferentes: repartirse el pastel de un mar sin dueños"


A nivel europeo, sí que se están haciendo avances importantes porque existen convenios europeos donde se está trabajando precisamente la parte de Europa que tiene salida al Ártico, ver cómo se regula ahí y si podría ser que Europa sea la primera que regulase dentro de sus aguas, y destinarlo a lo que decida. Europa en su territorio de Ártico puede y tiene soberanía para regularlo, y podría considerarlo reserva y decir que allí no se puede hacer nada. Por eso es diferente el caso al de la Antártida, porque ya hay competencias repartidas en muchas de estas zonas, y el organismo que podría decir que esto es intocable y es una zona ambientalmente protegida es el Consejo Ártico en principio se formó para otros objetivos diferentes.




P: La entrada de Greenpeace como accionista en la petrolera Shell en 2010 fue muy controvertida para la opinión pública y los medios de comunicación. No obstante, Greenpeace tenía el objetivo verde de influenciar desde dentro a la inversión en energías renovables, ¿estos objetivos han sido conseguidos?


R: En alguna ocasión se han comprado acciones pero para participar en los Consejos de Consulta, o incluso muchas veces nos han cedido acciones, porque accionista puede ser gente diversa. Incluso a veces, si van a tratar temas específicos, o en el Consejo Anual, o para ver en qué se iba a invertir, nos han cedido acciones. Como solamente puede ir la gente que tiene acciones en ocasiones nos han proporcionado el poder de participar sin necesidad de comprar acciones, pero en el caso de haberse comprado no ha sido con fines especulativos.


"En alguna ocasión se han comprado acciones pero para participar en los Consejos de Consulta, o incluso muchas veces nos han cedido acciones [...] pero en el caso de haberse comprado no ha sido con fines especulativos"


De esta forma sí se consiguen los objetivos que se marcan, mediante esas inversiones muy pequeñas y simbólicas que al final nos llevan a poder cumplir las metas que tenemos de campaña para poder cambiar, dar conocer o denunciar desde dentro qué es lo que está pasando. Tenemos clarísimo cada cosa que hacemos, en todos los países y cada persona que trabaja en Greenpeace sabe que todo lo que hacemos es gracias a nuestros socios, somos completamente independientes económicamente lo cual nos da muchísima capacidad de decisión. Somos muy conscientes de qué nos gastamos el dinero y tenemos claro que es gracias a los socios y que al final tenemos que responder a nuestros socios sobre lo que hacemos.


P: ¿Qué autocrítica destaca, como parte de una asociación ambiental, habida cuenta del escaso calado que el discurso ecologista tiene en las mayorías sociales? Como dato: la preocupación por los problemas medioambientales siempre quedan, en el CIS, relegados a las últimas posiciones y solo entre el 0 y el 2% de la población los incluyen entre los tres primeros.


En las dos últimas encuestas que se han hecho a nivel europeo los españoles son de los más preocupados por el cambio climático. Yo haría la pregunta al revés, ¿no cala en la sociedad o las políticas y los políticos no escuchan a la sociedad? En los últimos años, y ahora con la Cumbre de París tan cercana, yo creo que realmente se ha oído mucho sobre la reforma del sistema eléctrico, la penalización al autoconsumo, la paralización de las inversión en las energías renovables, las enormes campañas que se han hecho el Gobierno para desprestigiarlas y decir que son las culpables de la subida de la luz. Las organizaciones lo que hemos hecho ha sido desmontar este argumento que tenía el Gobierno, mediante informes que demuestran que no es así, decir que las energías renovables abaratan los costes de la luz, que la eficiencia energética es muy importante, y abordando la pobreza energética. Es sorprendente que si miras las encuestas, el cambio climático queda en un puesto alto de preocupaciones de la sociedad europea. Los españoles en concreto están entre el segundo y tercer puesto, son conscientes y les resulta preocupante, y también tienen muy presente que la solución al cambio climático pasa por las energías renovables.


"Desde luego que estamos completamente disgustados con todas las políticas energéticas y climáticas del Gobierno en esta legislatura y te podría decir que en general de todas las leyes ambientales y sociales que se han hecho en los últimos 4 años, han ido completamente hacia atrás"


Lo que realmente me sorprende y me preocupa es, cuando oímos hablar a los políticos, observamos las políticas que ha hecho el PP en los últimos 4 años y que en los debates de gobierno, no hemos oído hablar de medio ambiente, ni de la Cumbre de París, mientras estaba sucediendo aquí los políticos estaban en sus campañas electorales, en concreto la Ministra de Medio Ambiente Tejerina estaba aquí en su campaña electoral en vez de estar en París en la Cumbre Internacional de Clima, y en el último debate debate de investidura ha habido dos menciones al cambio climático, una de Pedro Sánchez y otra de Alberto Garzón. Greenpeace con la campaña de niños políticos precisamente lo que quería era resaltar que tenemos un oportunidad de hablar a la gente de clima, de medio ambiente, de cómo van a ser las políticas que garanticen la mejora social y la mejora de salud mediante políticas medioambientales. Por ello a mi preocupa es que no seamos capaces de hacer de puente entre la sociedad y sus demandas y los políticos y sus propuestas.


P: En el CIS de diciembre había mucha parte ambiental, y tienes mucha razón en lo que decías sobre que la gente está preocupada por el medio ambiente. Si la pregunta era cuánto le importa los problemas ambientales o su urgencia, hay un 70% más o menos de consenso en la sociedad en que sí está a favor del carácter urgente y que le importa incluso que se informa, pero luego cuando hay otra pregunta exactamente en el mismo periodo que habla de varios problemas sociales como refugiados, corrupción, empleo, problemas de medio ambiente, etc, el medio ambiente tuvo aproximadamente un 1,5%. ¿Por qué en una lista muy amplia de problemas nunca obtiene buen resultado?


R: Por supuesto que podríamos pensar en una crítica de cómo podríamos hacerlo mejor las organizaciones para llegar más a la gente, pero también depende mucho de la evolución de las sociedades. Se necesita un tiempo largo para cambiar los valores de la sociedad. Es importante cambiar esto de base, a lo mejor lo más importante no es cualquier empleo a toda costa, sino que tenemos que hacer un cambio mucho más profundo y decir que no nos vale cualquier empleo, quizás tenemos que trabajar menos horas, ganar menos dinero, vivir de otra manera, consumir menos, pero con empleos dignos que no supongan el sufrimiento de otra persona. Esto es cambiar unos valores mucho más profundos que no solo corresponde a las organizaciones sino que corresponde a toda la sociedad. Creo que ya está sucediendo esta humanización de las sociedades, pero es lento, y no es de un momento para otro.


P: En octubre del pasado año se aprobó el Real Decreto al que coloquialmente nos referimos como “impuesto al sol”, aunque el actual Gobierno prefiere llamarlo “peaje solidario”. ¿A quién favorece esta medida?


R: Desde Greenpeace creemos que esta penalización que se está haciendo al autoconsumo es vergonzosa y algo que solo pasa en España. No está para nada alineado con los acuerdos internacionales y los convenios internacionales, como por ejemplo el Acuerdo de París, porque está frenando un consumo responsable y un consumo más por comunidades en el que el usuario es el propio gestor de su energía y le das competencia y soberanía al propio autoconsumidor. El hecho de que se esté bloqueando e impidiendo esto lo que vuelve a hacer es favorecer a las grandes eléctricas, que obtienen sus beneficios del carbón, del petróleo y del gas, y las está favoreciendo para entrar en el mercado, para que sea esta la electricidad que consumimos, para garantizarles un marco legal estable que no garantiza a las energías renovables ni por su puesto ahora con esta normativa al autoconsumo y se vuelve a perpetuar el viejo modelo en el que confiamos que los desarrollos económicos van de la mano de las grandes empresas y en cambio no dejan a nivel más social y más de comunidad a desarrollar nuestra propia energía en base a energías renovables y que seamos nosotros los que regulamos la energía y nuestra forma de consumir. Desde luego que estamos completamente disgustados con todas las políticas energéticas y climáticas del Gobierno en esta legislatura y te podría decir que en general de todas las leyes ambientales y sociales que se han hecho en los últimos 4 años, han ido completamente hacia atrás.




P: La energía del carbón es una de las mayores amenazas con las que tiene que lidiar nuestro clima. El Observatorio de la Sostenibilidad presentó las conclusiones de su informe 'Cambio Climático, 2016. Evidencias, emisiones y políticas. Por una política inteligente contra el cambio climático', en el cual pone de manifiesto que en vez de lograr un modelo productivo y económico que emita menos GEI, se ha profundizado en un modelo "más carbonizado”. ¿Es posible que España deje de financiar el carbón y sustituya este tipo de “energía sucia” por energías como la eólica y la solar?


R: No sólo es posible sino que es absolutamente necesario. Es una absoluta vergüenza que hayamos aumentado el uso de carbón en un 23% el año pasado, la mayoría carbón de importación, y que hayamos bloqueado el aumento del crecimiento de las energías renovables. Una de las cosas que hace Greenpeace es la redacción de informes con la colaboración y apoyo de grupos científicos y universidades.


Sacamos un informe (La recuperación económica con renovables) en el que mostrábamos dónde había que hacer las inversiones, las desinversiones y cómo eran los diferentes escenarios para llegar a 2030 con un sistema eléctrico basado al 95% en energías renovables, lo cual pasaba también por la electrificación de muchas cosas (el transporte eléctrico, nuestros hogares, la industria…), y que esa electrificación se alimente solamente con energías renovables. Uno de los informes más importantes que tenemos es el energía 3.0, en el que precisamente se demuestra cómo es posible satisfacer todo el sistema energético en España para 2050 solamente basado en energías renovables. Esto lo hicimos con consultores, empresarios, gente de derecho, universidades y científicos para ver dónde hay que hacer las inversiones y cómo hay que gestionar las subvenciones. Un sistema eléctrico basado en renovables, garantizaría más de 3 millones de empleos para la instalación y el mantenimiento de las energías y supondría también un ahorro del 34% en la factura de la luz. Precisamente este informe desmonta toda la campaña de desprestigio del gobierno de industria frente a las energías renovables. Claro que es posible, pero hace falta mucha voluntad política, hace falta ser valiente y darle un marco legal estable a las energías renovables y no a las energías sucias.


"Es una absoluta vergüenza que hayamos aumentado el uso de carbón en un 23% el año pasado"


¿Por qué aumentamos el uso de carbón fuera de todo pronóstico y en contra absolutamente al acuerdo de París? Porque es la energía más barata, y esto es así porque no se han puesto mecanismos que penalicen el uso de la misma y porque se garantizan subvenciones y se protege con leyes para prorrogar y perpetuar el uso de las energías sucias.


P: ¿Sólo porque es más barato? ¿o hay también un componente político?


R: La compra del carbón es mucho más barata. Tenemos una sobrecapacidad energética tal que ahora mismo podríamos cerrar todas las térmicas de carbón. Es cierto que cuando vendes las energías renovables salen más baratas pero el sistema está basado en perpetuar los intereses del oligopolio eléctrico, de las grandes eléctricas que tienen el gas y el carbón y las que están en este mercado en el que reciben las subvenciones de las que antes hablábamos.


Además del tema económico hay también influencias políticas, van de la mano. Una de las cosas que denunciamos recurrentemente son las puertas giratorias, vemos continuamente cómo cargos políticos pasan a direcciones de las grandes eléctricas y viceversa. De esta forma se aseguran entre ellos que van a seguir ganando grandes beneficios con este modelo energético que desde luego no está hecho para garantizar la salud o el bienestar de los ciudadanos sino para garantizar sus propios intereses. Es una cuestión de voluntad política y de cambiar los valores y ver a dónde los llevamos.




Con el tema del carbón sale el tema del carbón nacional y de la minería, estamos viendo que no se está trabajando para garantizar unas alternativas al carbón nacional, que no podemos seguir quemando carbón pero no se trabaja en garantizar empleos sostenibles y que garanticen nuestra salud. Al final lo que se está es perpetuando el uso del carbón, además de importación, pero siempre poniendo por delante la defensa del carbón nacional cuando no es real porque las subvenciones al final se las están llevando las empresas propietarias (Endesa, Iberdrola, etc.) para seguir quemando carbón de importación. Lo que hay que hacer es trabajar en dos líneas: garantizar que cerramos las térmicas de carbón y garantizar alternativas y empleos para el sector de la minería nacional.


P: ¿Qué 5 acciones principales debería llevar a cabo el nuevo gobierno para frenar el cambio climático?


Cuando lanzamos la campaña de los niños políticos sacamos también un decálogo en el que exponíamos precisamente las demandas urgentes que hacía Greenpeace a los partidos. Concretamente las propuestas energéticas pasan por promover, garantizar y trabajar para un sistema energético basado al 100% renovables, favorecer y posibilitar el autoconsumo, poner fecha de cierre de las térmicas en 2025, garantizar alternativas para el carbón y proceder el cierre de las nucleares, entre otras.


P: ¿Y qué 5 acciones principales debería llevar a cabo la ciudadanía para frenar el cambio climático?


R: Creo que a título individual es muy importante ser conscientes de nuestro consumo y de nuestra forma de vida. En este ámbito te podría decir un millón de cosas: en nuestro hogar ser conscientes del uso que hacemos de la energía, tener un buen aislamiento térmico y mantener una temperatura adecuada, desconectar electrodomésticos o hacer uso de bombillas de bajo consumo, ser conscientes del uso que hacemos del transporte, evitar el avión, usar el tren y la bici, compartir el vehículo en lugar de ir solos. Por otro lado, en nuestra alimentación podemos reducir el consumo de carne y también comer local y de temporada para no participar del comercio de alimentos que suponen grandes transportes y grandes usos de tierras, de deforestación, de pesticidas y herbicidas.


"Hicimos un ranking de los cinco partidos principales valorando el decálogo de cosas que debían de hacer, y poníamos verde amarillo o rojo en función de lo que decían sus programas electorales. Podemos y Unidad Popular sacaban la mejor puntuación"


Esto son cosas que podemos hacer desde ya y que son muy importantes porque al final son demandas sociales que hacen, por ejemplo, que ahora veamos líneas ecológicas en los supermercados y grandes superficies. Los usuarios tenemos gran poder y debemos ser conscientes de ello y utilizarlo.


P: Para usted, ¿qué partido(s) político(s) tienen más sintonía con los principios ecologistas de Greenpeace? ¿En qué sentido? ¿Cuáles deben mejorar y en qué aspectos?


R: Cuando sacamos la campaña de niños políticos, antes de las elecciones y precisamente para que se abordase el tema medioambiental y de cambio climático en el contexto de las elecciones, también hicimos un ranking de los cinco partidos principales valorando el decálogo de cosas que debían de hacer, y poníamos verde amarillo o rojo en función de lo que decían sus programas electorales. Podemos y Unidad Popular sacaban la mejor puntuación pero lo cierto es que en el debate de investidura hemos oído poco sobre políticas medioambientales, climáticas y energéticas, y además en las negociaciones se están cayendo medidas que deberían ser los pilares fundamentales de cualquier partido. En este sentido, tal y como están los programas ahora, vimos por ejemplo que Podemos al tener una situación diferente en cada una de las regiones, algunas medidas se hacían más débiles en el tema del carbón, y sobre cómo se garantizaba que no se daban más subvenciones al carbón. Esas medidas se debilitaron por la realidad que hay en las cuencas mineras. Por tanto, aunque Podemos y Unidad Popular eran los que mejor nota sacaban cuando hicimos ese ranking los programas han ido cambiando en las negociaciones y se han perdido cosas muy importantes. No podemos olvidar que uno de los pilares de cualquier partido debe ser garantizar la protección medio ambiente.


P: ¿Algún partido en concreto al que haya que darle regañarle especialmente?


R: De las políticas del PP en los últimos 4 años no podemos decir nada bueno que hayan hecho en favor del medio ambiente, desde la Ley de Montes, la Ley de Costas, sistema eléctrico, pesca, el papel que jugamos en Europa siempre a la cola de los países europeos que luchan por unas políticas ambientales que sean más progresistas y que garanticen que está por encima de los intereses de las grandes empresas. Los últimos 4 años en política ambiental han sido horrorosos.


"España ha tratado de debilitar las leyes ambientales que nos marcan desde Europa"


De los nuevos partidos, como se puede observar en nuestro decálogo, hay grandes líneas rojas que tienen que mejorar, cada uno en un tema distinto. Por desgracia ninguno es verde en todo. En general, no están gobernando en base a políticas sociales que garanticen nuestro bienestar, nuestra seguridad alimenticia, de calidad del aire… están gobernando al final en base a grandes empresas y corporaciones.


P: ¿Cómo ve a España, atendiendo a proyecciones de cumplimiento de los objetivos fijados en la COP21 y el Horizonte 2020, en comparación con nuestros vecinos europeos?


R: Cogiendo solamente el dato de que hemos aumentado el 23 % el uso del carbón este año y el año pasado fuimos el único país de europa que lo aumentó (en un 13%) y basándome además en las políticas de los últimos cuatro años y el papel que hemos jugado a nivel europeo nos quedamos muy atrás. España ha tratado de debilitar las leyes ambientales que nos marcan desde Europa. No somos un país como Alemania, Dinamarca o Gran Bretaña, que tienen algunas de las políticas más avanzadas y ambiciosas, sino que estamos más cerca de Polonia en casi todos los aspectos medioambientales.



Queda mucho por hacer pero espero que vayamos mejor ahora que tenemos un Congreso nuevo con más representatividad. Algo que no teníamos antes y es muy positivo es que en muchos de los programas de partidos políticos (Podemos, PSOE, UP) está reflejada la transformación hacia un modelo eléctrico basado en energías renovables. Están pasando muchas cosas y esperamos que dejemos de estar a la cola de los países europeos, que se vayan derogando leyes y aprobando otras nuevas más acordes con el Acuerdo de París.


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