F. Benayad. “Feminismo islámico: el derecho de ser mujer, musulmana y feminista”
Fátima Benayad
Estudiante del Grado en Estudios de Asia y África (UAM)
Desde finales del siglo XIX y principios del XX el feminismo fue teorizado en Europa y en EEUU, aunque mucho antes de esta sistematización ya existía la lucha de las mujeres en todo el mundo, no sólo en Occidente. El feminismo ha ido adquiriendo cada vez más fuerza y ha conseguido adentrarse en las diferentes esferas de nuestra vida y, al ser un movimiento tan heterogéneo, se ha ido desarrollando de manera muy diferente y particular en cada sociedad. Así, cada mujer habla desde su propio contexto.
Tanto las sociedades como las formas de vida son muy dispares y distintas, al igual que las necesidades y los intereses de las mujeres, por lo que se han ido desarrollando un gran abanico de corrientes feministas: ecofeminismo, afrofeminismo, feminismo lésbico, ciberfeminismo, o el feminismo islámico, entre otros.
Cuando hablamos de feminismo islámico nos referimos a un movimiento de reforma y de protesta que aboga por la igualdad de género y la justicia social. Esta justicia social se centra en la comprensión del mandato coránico, llevada a cabo por hombres y mujeres musulmanas dotadas del conocimiento lingüístico y teórico necesario para desafiar las interpretaciones patriarcales y ofrecer una lectura alternativa encaminada a conseguir la igualdad de derechos. Y, al mismo tiempo, intenta refutar los estereotipos occidentales y la supuesta ortodoxia fundamentalista islámica.
Las personas que conforman el feminismo islámico son aquellas que leen y encuentran en el Corán un mensaje de igualdad esencial para todos los seres humanos, incluyendo tanto la igualdad de género como la racial, y elaboran un feminismo basado en esta lectura. De igual manera, encontramos a hombres y mujeres de cualquier parte del mundo, no necesariamente musulmanes, que aceptan y comparten este pensamiento y emplean este discurso.
El feminismo islámico se ha convertido en un desafío de las mujeres frente a los análisis esencialistas y simplistas, y frente a la imagen estereotipada de la mujer musulmana como una víctima oprimida y pasiva. Cuando se habla de feminismo islámico se reconoce que, al igual que en Occidente, las mujeres musulmanas parten de situaciones de discriminación y realidades de opresión, y es por ello que se manifiestan a través de sus demandas como mujeres musulmanas y feministas.
El principal objetivo del feminismo islámico es poner en práctica los derechos, las libertades y la justicia para todos los seres humanos, en la totalidad de su existencia. Las feministas islámicas son críticas con la posición social de las mujeres, con el estatuto legal, y especialmente con los códigos de familia y con aquellas reformas que restringen los derechos humanos de las mujeres en algunos países de población musulmana. Además, rechazan la idea de que el Islam sea el causante de esta opresión o esté implicado de alguna manera en ello. Argumentan que el Islam ha sido interpretado a lo largo del tiempo, especialmente en la era contemporánea, de forma patriarcal y, a menudo, misógina.
Este movimiento se originó de manera simultánea en los años 90 en países como Irán, Marruecos, Túnez, Egipto, Turquía, Indonesia y Malasia. Del mismo modo, surgió en otros países donde hay comunidades importantes de musulmanes, como es el caso de Estados Unidos y Europa, donde la mayoría de las mujeres acceden a la educación y tienen estudios superiores. Fue la continuación del feminismo regionalista árabe, que tuvo mucha importancia en la década de los años 40 y 50, años en los que las mujeres lucharon juntas por la descolonización. Pero, al conseguir la independencia, las mujeres fueron marginadas y el feminismo nacionalista desapareció. En los años 50, surgió otro feminismo, el feminismo laico, con gran influencia de la izquierda radical, pero que finalmente no tuvo mucho éxito debido al fuerte vínculo de gran parte de la sociedad con el Islam.
Efectivamente, el feminismo islámico reivindica la protección de los derechos de las mujeres y la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida social, política y jurídica, al igual que lo intenta el feminismo a nivel mundial. Sin embargo, para el feminismo islámico la religión se transforma en el mecanismo mediante el cual las mujeres pueden luchar por la igualdad.
Desde su propio posicionamiento denuncian la opresión que ejerce el sistema del patriarcado sobre las mujeres, y reivindican su derecho a liberarse de toda discriminación. Rechazan el machismo y el sexismo que existe en sus respectivas sociedades, pero no quieren renunciar a su identidad de musulmanas. Así nos lo confirma Asma Lamrabet, feminista y directora del Centro de Estudios Femeninos e Islam en Rabat: “Las mujeres musulmanas tenemos derecho a tener nuestro modelo de feminismo. Cada mujer habla desde su contexto. Y mi contexto es un país y un mundo donde la religión es un marco de identidad muy fuerte, donde además soy discriminada en nombre del Islam. Mi lucha está dentro de este Islam. Yo quiero, con el argumento islámico, luchar por la igualdad”.
La perspectiva occidental que ve en el abandono del Islam la única manera que tienen las mujeres musulmanas de liberarse revela una posición etnocéntrica y un imperialismo cultural por parte de occidente hacia las sociedades musulmanas. Es hora de dejar a las mujeres decidir por ellas mismas desde qué postura quieren reivindicar y ejercer sus derechos. Esta opresión, que no las deja avanzar por sí mismas ni tomar sus propias decisiones, puede ejemplificarse con el mediático debate sobre el hiyāb; ¿quiénes son los Estados para decidir qué partes del cuerpo debe cubrirse una mujer, y si debe llevar velo o no?
El feminismo islámico es un feminismo como lo conocemos en el resto del mundo, con unos principios universales, que reivindican la libertad, la dignidad y la emancipación de las mujeres. Es islámico porque hace referencia a unos principios religiosos, relativos al mensaje espiritual que encierra el Islam, que, al contrario de lo que se dice, es liberador para las mujeres. La reivindicación de los derechos a partir de este mensaje espiritual pretende luchar también contra las instituciones religiosas, que son las responsables de las lecturas patriarcales. De esta manera, las mujeres musulmanas reclaman un estatuto de pleno derecho de su ciudadanía y exigen el acceso a las mezquitas, pasando a formar parte integrante de ellas.