top of page

J.C. Pamies. "¿Qué significa el resultado de las elecciones del 26J? O por qué un país no cambi

Joan Carles Pamies Palazuelo

Graduado en Ciencia Política (UAB y VU Amsterdam) y Relaciones Internacionales (UAM). Fue becario del Embajador en Misión Especial para el Sahel. Actualmente es doctorando en la UAM.

El resultado de las elecciones del pasado domingo dejó reacciones muy contrapuestas, en buena parte por las esperanzas que los partidos y los votantes tenían puestas en ellas. No obstante, una semana después de la resaca electoral lo fundamental pasa ahora por desgranar las lecciones que aprender y las conclusiones que sacar.


1. Las encuestas fallan tanto como nuestra capacidad de entenderlas


Las encuestas se han movido por la horquilla baja de los intervalos de confianza más conservadores. Si nos fijamos en el gráfico de abajo donde están los resultados finales para el Congreso y lo comparamos con el agregado de encuestas (la tabla de estimación de escaños según Kiko Llaneras es un buen ejemplo) podemos observar que el mejor predictor del voto no ha sido ninguna encuesta, sino las últimas elecciones. El agregado de encuestas ha pronosticado bien solamente con intervalos de confianza del 90%, excepto en el caso de Podemos. Con intervalos más ajustados, los pronósticos han sido bastante malos.

El problema de todo esto no es solamente que esas previsiones hayan sido bastante más desacertadas que en otras ocasiones, sino que también los clientes de las mismas hemos pensado que son infalibles. Y por clientes me refiero a los votantes, pero también a los partidos políticos. Si pensáramos en las encuestas como herramientas que nos ayudan a ver tendencias y no a clavar resultados, muchas personas tendrían sus ánimos mucho más calmados.


2. It was the expectations and not the Brexit, stupid


Una cosa es que el electorado descontento de los partidos políticos tradicionales vea en los nuevos partidos una forma de cortar de cuajo con los vicios adquiridos (elecciones del 20D). Otra muy distinta es pensar que todos los votantes de esos partidos tradicionales estén muy disgustados con los comportamientos éticamente reprobables. Entre otras cosas porque, tal y como decía la cita mal otorgada a Maquiavelo, el fin a veces sí justifica los medios.


Además, las encuestas del 26J han sobrevalorado el cambio político, probablemente porque vieron que en las anteriores elecciones su infravaloración les jugó en ocasiones malas pasadas. Por otro lado, las cocinas electorales no son tan fuertes, así que lo más probable sea una explicación a nivel de voto oculto, y eso lo demuestran las encuestas a pie de urna, que también sobrevaloraron a Podemos e infravaloraron al Partido Popular.


Resumiendo: aunque las encuestas preelectorales tuvieran errores globales inferiores, las encuestas a pie de urna mostraban resultados parecidos a los anteriores (incluyendo, por tanto, los resultados de antes del Brexit).


3. Los nuevos partidos se han consolidado menos que los viejos partidos y la correlación de fuerzas se ha movido hacia la derecha


Las encuestas apuntaban a la consolidación de los nuevos partidos, pero por lo alto. Ciudadanos y especialmente Podemos recibían en las encuestas más votos y escaños de los que finalmente han obtenido. Los partidos emergentes se han consolidado como bisagras para la gobernabilidad, pero el peso de los dos grandes partidos se hace más evidente y por primera vez desde 2008 asistimos a un tímido pero simbólico avance del bipartidismo.


Así, y a falta de encuestas panel que permitan dilucidar realmente el movimiento de votos, parece que el discurso del voto útil del PP habría hecho mella y habría comido terreno a partidos como Ciudadanos o Vox. Si así fuera, partidos que se autoubican en el centro, como Ciudadanos, habrían perdido una importante cantidad de votantes de derechas, lo cual indicaría que su electorado se mueve hacia la izquierda y que por tanto tendrán que tenerlo en cuenta a nivel de su discurso y su política, aunque de momento no parece que sea el caso.


Además, la suma de fuerzas de centro-derecha y derecha se hace más fuerte respecto a la izquierda, en parte debido al efecto del voto útil a través de la ley electoral y en parte por la baja movilización del electorado de Podemos. El bloque de derechas (PP y Ciudadanos) habría ganado 7 escaños con solo 250.000 votos más, mientras que el bloque de izquierdas (PSOE y Podemos) habría perdido 5 escaños, pero más de 1.200.000 votos, aun siendo más competitivos electoralmente fruto de la coalición entre Podemos e Izquierda Unida. Parece que el tiempo dio la razón a Íñigo Errejón. Como anotación personal no puedo evitar decir que tuve serias dudas acerca del desempeño electoral de la coalición, pero el miedo a equivocarme me jugó una mala pasada. Qué mal valorado está el politólogo prudente.


Ahora que se confirma que la decisión del electorado es firme, el terreno de lo posible se dibuja en el lado de regenerar la política más entre bambalinas que delante de los focos.

4. ¿Y ahora qué? Posibles pactos

Finalmente, y tal vez lo más importante a corto plazo, llega el tema de los pactos. En lo sustancial, nada cambia a nivel de primera votación (donde sería necesaria la mayoría absoluta). Ni el PP puede conseguir gobernar en solitario con Ciudadanos aun mejorando resultados (+7 escaños), ni el PSOE con Unidos Podemos. Las únicas opciones pasarían por grandes coaliciones (PP y PSOE), grandes coaliciones reforzadas (PP, PSOE y Ciudadanos) o pactos de mínimos entre fuerzas equidistantes (PSOE, Ciudadanos y Podemos). Pero los discursos, a día de hoy, no parecen apuntar en esa dirección.



En segunda votación las cosas cambiarían, puesto que los votos a favor solamente tendrían que ser más que los votos en contra. Ahí es donde puede suceder algo probable una vez descartadas las terceras elecciones, injustificables a nivel de conocer mejor las preferencias de la población, puesto que los resultados en escaños no han sido tan distintos.


Si contamos con que el PSOE no quiere hacerse definitivamente un harakiri político y volver a perder votos en los próximos comicios gobernando con el PP, una solución sería un gobierno del Partido Popular (y seguramente Ciudadanos) facilitado por la abstención del PSOE. Esto daría margen al PSOE para hacer oposición y poner la carga de la culpa de los posibles próximos recortes en Unidos Podemos al no querer pactar de nuevo con ellos y Ciudadanos. La otra posibilidad sería que el PSOE pactara con Unidos Podemos o con Ciudadanos y forzara la abstención del otro. Finalmente, el otro escenario probable que no contempla el gráfico, sería el pacto entre PP, Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria, que sumarían 175 escaños, uno menos de la mayoría absoluta.


El corolario más importante aquí es que, nuevamente, el PSOE es el partido fundamental en cualquier posible escenario de gobierno en primera votación. Tanto a través del pacto directo tanto con PP como con Ciudadanos y Unidos Podemos, así como a través de la abstención, el PSOE tiene la llave de la gobernabilidad. Esa abstención del PSOE podría ser precisamente una herramienta a considerar, especialmente si se utiliza justificándola en términos de gobernabilidad y de contención del desafío nacionalista por encima de su propio programa social y económico.





Contenido más reciente

Comentarios

bottom of page