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A. Rico. "Árabe, musulmán e islamista: Aclaración de conceptos"

Alejandro Rico Freeman



Vivimos en una época que seguramente será recordada, entre otras cosas, por el auge de un terrorismo de repercusiones globales. Desgraciadamente, este terrorismo es desarrollado mayoritariamente por personas que dicen ser fieles seguidores de Mahoma y de su religión –cosa que, por sus acciones, no son- y que por ello emprenden la llamada “yihad”, desvirtuando así el verdadero significado de esta palabra. Me estoy refiriendo a grupos conocidos por todos, como Boko Haram, Al-Qaeda, Al-Nusra, DAESH o los ya más olvidados muyahidines o talibanes afganos.


Como ya he dicho, este terrorismo tiene cada vez más una dimensión global, por lo que son ya habituales las constantes noticias sobre nuevos atentados o células terroristas a punto de atacar detectadas; y también empiezan a proliferar los documentales, las películas y las obras divulgativas sobre este tema. Sin embargo, el problema que surge cuando se escribe y se habla tanto y tan apresuradamente en algunos casos sobre un tema tan sensible como es el del terrorismo –y más si éste tiene una supuesta motivación religiosa- es que se cometen errores y confusiones con los términos que se manejan. Así, en este caso en concreto, es constante la mezcla de la identidad cultural, la identidad religiosa y la identidad ideológica, creando una gran confusión en el ciudadano de a pie y provocando que se identifique a los sujetos equivocados con esta desgracia.


Por una parte, la confusión más extendida en mi opinión es la sinonimia que se establece entre “árabe” y “musulmán”. Según Luz Gómez en su Diccionario de Islam e islamismo, “árabe es todo aquel que hable la lengua árabe y siente que pertenece a la cultura por ella configurada, que tiene el islam como uno de sus rasgos definitorios”[1]. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, árabe es en lo que nos atañe 1) natural de Arabia; 2) lengua semítica occidental, originaria de Arabia. Mientras que musulmán es “aquel que profesa la religión de Mahoma”, es decir, el Islam. Por tanto, lo árabe hace referencia a una cultura y una lengua que se originaron en Arabia y que se expandieron por los países que hoy día tienen una mayoría árabo-parlante y, por ello, identificamos como árabes; y musulmán hace referencia a una creencia religiosa.


Así, árabe y musulmán no son de ninguna manera sinónimos, sino más bien conceptos históricamente relacionados, ya que fue en Arabia donde surgió el Islam, que, además, adaptó el árabe como lengua oficial y sagrada de esta religión. Es por ello que no es ninguna paradoja que existan cristianos árabes -véase el caso del Líbano con alrededor de un 40% de población cristiana en la actualidad, que fueron precisamente los impulsores del nacionalismo árabe contemporáneo- o judíos –diseminados en un pasado por todos los países árabes y concentrados hoy mayoritariamente en Israel. Tampoco debería sorprendernos, por tanto, que sea Indonesia el país con mayor número de musulmanes en el mundo (unos 400 millones), seguido por Malasia, Bangladesh o Pakistán, de los cuales ninguno es un país árabe.

Fuente: Ángeles Ramírez, Diagonal.

Por otra parte, resulta quizás más peligrosa incluso la confusión entre los términos “musulmán” e “islamista”, ya que mezcla política y religión. Dicha confusión llega al punto de que el Diccionario de la Real Academia Española establece Islam e islamismo como sinónimos, algo totalmente erróneo. Como ya he explicado, musulmán hace referencia al seguidor de Mahoma, al igual que quien es cristiano, judío o budista. Sin embargo, en la definición dada por Richard C. Martin y Barzegar Abbas:


“El islamismo se refiere a: Movimientos sociales musulmanes definidos por las actitudes que abogan por buscar soluciones islámicas más puras, alejadas de las influencias foráneas, incidiendo para ello en la política, en la economía y en la cultura musulmana contemporánea”[2].


Manuel González Hernández también apunta que:


“…el objetivo (del islamismo) es hacer de este (el Islam) un código de conducta aplicable a todos los aspectos de la vida, donde la política constituye tan solo un apartado más dentro de su enfoque global. Por tanto, esta visión integral implica que el islamismo no plantee la separación entre “Iglesia” y Estado, al basarse en la aplicación de la “sharía”, entendida como un “código divino””[3].


Así, el islamismo se configura como una ideología, una forma de entender la vida en la que el Islam es el poder regulador absoluto. Por lo tanto, para ser islamista se debe ser en primera instancia musulmán, pero no todo musulmán es per se islamista. Al mismo tiempo, existen diversos grados de islamismo ya que no tienen nada que ver el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) turco considerado islamista moderado e integrado en un sistema democrático con los ya mencionados DAESH o Al-Qaeda, representantes del islamismo más extremista.


Por último, una tercera confusión algo menos extendida pero igualmente relevante es la existente entre “islámico” e “islamista”. Lo islámico hace referencia a todo aquello relacionado con el Islam, por lo que, por ejemplo, existe la arquitectura islámica o la literatura islámica. E islamista es aquello relacionado con el islamismo, que ya hemos visto lo que realmente es.


En conclusión, este artículo pretende otorgar al lector una información que en numerosas ocasiones se malinterpreta o se manipula por aquellos medios que se supone que deben informarnos. Además, las diferenciaciones aquí expuestas son especialmente importantes teniendo en cuenta el auge de un terrorismo al que se está identificando como musulmán e, incluso por algunos medios increíblemente manipuladores, como árabe. Esto genera un discurso del miedo altamente contradictorio cuando la gran mayoría de las víctimas en atentados terroristas -aunque no tengan un hashtag de apoyo propio- son también musulmanas y/o árabes. Así, las personas musulmanas y árabes son víctimas, primero, de los ataques terroristas en sus lugares de origen, y, después, del racismo y la islamofobia.


El terrorismo es una lacra que vamos a tener que descubrir cómo erradicar, ya que las medidas actuales se han demostrado en diversas ocasiones ineficaces e incluso reaccionarias. El primer paso para ello es, en mi opinión, tener claros los términos y conceptos para así saber realmente lo que significa ser árabe, musulmán e islamista y conocer las diferencias fundamentales de estos términos. Si no, si se sigue por parte de los medios de comunicación mal informando y confundiendo a la opinión pública, acabarán por pagar las consecuencias justos por pecadores.


 

[1] Gómez García, L. (2009). Diccionario de islam e islamismo. Madrid: Espasa.

[2] Martin, R. & Barzegar, A. (2010). Islamism. Stanford, Calif.: Stanford University Press.


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