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A. Salamanca. "¿Hasta qué punto hay un conflicto entre suníes y chiíes en Oriente Medio?"

Alejandro Salamanca Rodríguez


En los últimos años, nos hemos acostumbrado a leer en la prensa análisis sobre la situación de Oriente Medio basados en un supuesto conflicto religioso entre suníes y chiíes. Es una forma elegante y sencilla de explicar las alianzas y rivalidades regionales y la multitud de conflictos bélicos que asolan la región, y además resulta familiar a los europeos, pues nos recuerda a las guerras de religión que asolaron nuestro continente en los siglos XVI y XVII. Según esta narrativa, las dos principales potencias regionales, Irán y Arabia Saudí, cuyos gobiernos además hacen derivar su legitimidad de la voluntad divina, son los líderes del mundo chií y del mundo suní, respectivamente. Así, Irán apoya en Siria al régimen chií de Bashar al-Assad, en Iraq al gobierno chií, en Líbano a las milicias chiíes de Hezbollah, y en Yemen a los rebeldes houthis (chiíes para más señas). Arabia Saudí, por su parte, está detrás de las milicias islamistas (suníes) que luchan contra al-Assad, de la insurgencia en el oeste de Iraq (mayoritariamente suní) y del gobierno de Yemen, también suní.


Bajo esta perspectiva, los conflictos en Oriente Medio son simples manifestaciones de un enfrentamiento que comenzó tras la muerte de Mahoma, entre los partidarios de la sucesión electiva (suníes) y los que creían que el califato debía permanecer en la familia del profeta (chiíes). Esta explicación es tentadora y, en algunos casos, útil[1]. Sin embargo, en este artículo voy a tratar de matizarla y señalar algunos de sus límites. Mi crítica a la interpretación “sectaria” se centrará hoy en las enormes diferencias doctrinales entre actores de la misma “confesión”.


ALIANZAS Y ENEMISTADES POLÍTICAS, NO CONFESIONALES


Si de verdad existiese una división profunda entre chiíes y suníes, estas comunidades deberían estar internamente cohesionadas y formar un frente unido frente a la secta contraria. Por el contrario, los distintos actores chiíes y suníes creen en cosas muy distintas y, en ocasiones, contradictorias.


Los chiíes


En Irán y el Oeste de Iraq predomina en chiísmo duodecimano. El régimen iraní basa su legitimidad en la doctrina del velayat-e-faqih, o gobierno del jurista[2]. Sin embargo, Ali al-Sistani, el principal gran ayatolá o marya iraquí[3], se opone rotundamente a tal doctrina y al gobierno clerical iraní. Sistani es iraní, así que sus diferencias con el gobierno de Teherán no se deben a su identidad nacional, sino a su propia interpretación religiosa. En Iraq, los chiíes se dividen políticamente entre pro y anti-iraníes.

Bashar al-Assad, el presidente de Siria, es alauita. Los alauitas son nominalmente chiíes duodecimanos, pero su adscripción a la doctrina oficial es más bien dudosa. Así, no cuentan con un amplio estamento religioso, y su sincrético sistema de creencias roza lo herético, ya que consideran que Alí tenía carácter divino. Más allá de eso, el régimen sirio no es religioso, sino laico. Al-Assad no hace derivar su legitimidad de Dios, sino de la ideología que defiende el partido Baath, el nacionalismo árabe laico. El régimen iraní no le apoya por afinidad confesional, sino por conveniencia estratégica. Siria e Irán son aliados desde la guerra entre Irán e Iraq, cuando Hafez al-Assad apoyó a los iraníes en contra de su compañero de partido y rival, Sadam Hussein (en este caso, la enemistad personal y la lucha por el liderazgo del Baath pesaron más que la coincidencia ideológica).


Finalmente, los rebeldes houthíes de Yemen son chiíes, pero no duodecimanos sino zaidíes. Los zaidíes no creen en los doce imames, tan solo en los cinco primeros, y su fiqh (jurisprudencia) es más parecida a la corriente suní hanafí que al chiismo iraní. Es decir, que desde un punto de vista duodecimano ortodoxo, son herejes. El apoyo (más moral que material) del gobierno iraní a la rebelión de Yemen no obedece de nuevo a afinidades teológicas, sino a cálculos políticos.


Fuente: Libération

Fuente: proyect Gulf2000. (adaptación)
El poder de los mapas y la simplificación.
Suníes

Por el lado suní, tampoco existe una visión homogénea del islam. A las cuatro escuelas de jurisprudencia tradicionales habría que sumarle las sincréticas órdenes sufís y movimientos neo-tradicionalistas como los salafistas. En general, el estamento religioso suele estar cooptado por el Estado, que privilegia a los clérigos que mejor defienden sus intereses. No obstante, la adscripción religiosa no es un buen indicador de las alianzas y enemistades entre estados, a pesar de que los distintos actores políticos del “mundo suní” persiguen objetivos diversos apoyándose en interpretaciones religiosas enfrentadas.


Desde su origen como entidad política, Arabia Saudí se apoya en la interpretación wahabí del islam, adscrita a la corriente hanbalí. Los Hermanos Musulmanes, cuyo objetivo es establecer lo que ellos consideran como un sistema islámico legítimo mediante la vía política, cuestionan la legitimidad religiosa de la monarquía saudí, a la vez que condenan el gobierno militar egipcio y los estados laicos como Siria. La Turquía de Erdogan, así como Qatar (que controla la cadena Al Jazeera), apoyan a los Hermanos Musulmanes. A causa de esto, Egipto, enfrentado a los Hermanos Musulmanes desde la época de Nasser, mantiene relaciones frías con Turquía y Qatar y simpatiza con Arabia Saudí. Al mismo tiempo, el gobierno egipcio se esfuerza por conservar el apoyo de los clérigos de la universidad de al-Azhar, que se oponen radicalmente a la interpretación wahabí del islam, a la vez que mantiene una relación ambigua con los Hermanos Musulmanes[4].


Al margen de los actores estatales, los grupos de adscripción salafista critican y cuestionan tanto a las monarquías del golfo como a los partidos islamistas, al considerar que están utilizando el nombre de Dios en vano y sustituyendo las leyes divinas por las humanas. Igualmente, rechazan las escuelas de jurisprudencia tradicionales[5].


RESUMEN Y CONCLUSIONES


Podemos ver, por tanto, que la geopolítica regional en Oriente Medio es extremadamente compleja y no obedece a criterios estrictamente confesionales. Turquía e Irán mantienen una relación cordial, a pesar de perseguir objetivos enfrentados en Siria y de pertenecer a distintas confesiones religiosas[6]. Arabia Saudí y Qatar, a pesar de ser monarquías suníes, compiten política y religiosamente. Como ya indicó Alejandro Ciordia en un artículo de esta revista para el caso egipcio, la religión no es la causa de los enfrentamientos políticos, sino un instrumento propagandístico más[7]. En el plano diplomático, las divisiones doctrinales son secundarias: lo que prevalece son los intereses políticos y económicos. La religión es tan solo una justificación más para políticas interesadas y pragmáticas.


Más allá de la alta política y la geoestrategia hay un aspecto igualmente relevante para criticar la narrativa suní-chií, aunque no me he centrado en ello por mantener la brevedad del texto: las identidades. La confesión religiosa es tan solo uno de los aspectos que conforman la identidad de un individuo de Oriente Medio. A esta habría que sumarle la adscripción nacional, la ascendencia familiar o tribal, las comunidades étnicas y lingüísticas a las que pertenezca y, no menos importante, la ideología política. El rasgo que prevalezca dependerá mucho del contexto histórico y de las circunstancias de cada individuo y comunidad. Definir a las comunidades de Oriente Medio únicamente como suníes o chiíes oscurece la diversidad étnica, lingüística y cultural de la región, y puede dar pie a serios errores interpretativos.

 

[1] En su último libro, Pierre-Jean Luizard utiliza el marco sectario para explicar la descomposición de los estados de Iraq y Siria. Si bien las tensiones se deben más a factores económicos que doctrinales, es indudable que en las últimas décadas las comunidades religiosas han protagonizado la vida política de los dos países árabes. Pierre-Jean Luizard, La Trampa Daesh, Madrid, 2016.

[2] Sobre el gobierno del jurista, véase Alejandro Salamanca, “La Revolución Islámica” en Desvelando Oriente. «https://desvelandooriente.com/2016/01/23/especial-acuerdo-nuclear-parte-3»

[3] Sobre la jerarquía del chiísmo duodecimano, véase Alejandro Salamanca, “¿Qué es un ayatollah?” en Desvelando Oriente. «https://desvelandooriente.com/2016/02/01/que-es-un-ayatollah/»

[4] Véase “Al-Azhar’s relations with other Sunni groups” en Islamopedia Online. «http://www.islamopediaonline.org/country-profile/egypt/al-azhar-and-dar-al-ifta/al-azhar%E2%80%99s-relations-other-sunni-groups»

[5] Alejandro Salamanca, “¿Qué es el salafismo?” en Desvelando Oriente. «https://desvelandooriente.com/2016/06/01/que-es-el-salafismo/»

[6] Irán fue el primer país en apoyar a Turquía tras el golpe. Véase Ali Hashem, “Why Iran stood with Erdogan“ en Al-Monitor. «http://www.al-monitor.com/pulse/originals/2016/07/iran-reactions-turkey-coup-attempt-zarif-erdogan.html»

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