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FACTCHECKING - ¿Son los asentamientos un obstáculo para la paz?

Camino Bustinduy de la Guerra

Iris Gacho Ramírez

Nerea Gándara Guerra

María Sánchez Gracia

Oriente Próximo convulsiona, y Trump no lo tiene nada fácil. La nueva administración que dirige Estados Unidos tiene una ardua tarea en lo que se refiere a las relaciones diplomáticas en el territorio. Mientras el anterior Gobierno quiso ser fiel al proteccionismo que obra con Israel desde antes de su creación en el período de entreguerras, aunque no siempre Obama salió bien parado a causa de su excesivo corte diplomático; Trump no es el favorito de un Gobierno israelí que mira con desesperanza la decisión del electorado estadounidense. La nueva cabeza del país, que se hará efectiva el próximo enero, cuenta con un presidente inexperto en temas extrafronterizos, que sabe qué quiere pero no qué cuesta. Es por ello que en este contexto, Trump hace eco de la famosa frase “ten a tus amigos cerca, pero a tus enemigos más”.


El consejero de Trump, Jason Greenblatt, comentó el pasado noviembre en la radio Army de Israel que “las dos partes van a tener que decidir cómo lidiar con esa región, pero definitivamente no es de la opinión del Sr. Trump que los asentamientos deberían ser condenados, ni de que son un obstáculo para la paz.” (T. literal).

Es por eso que desde Ágora nos hemos preguntado:

¿Son los asentamientos un obstáculo para la posible paz en Palestina?

La pregunta es, como dice Haizam Amirah, cómo influirá Oriente Próximo en la promesa de Trump de "hacer América grande de nuevo". Trump sabe quién es su aliado, y con quién flaquean sus relaciones. Israel es de los segundos. Los asentamientos israelíes en territorio palestino han dado mucho que hablar en la comunidad internacional, y estas afirmaciones entran en conflicto con una desaprobación casi total de las colonias ubicadas en territorio reconocido como palestino. ¿Sirve este guiño a la comunidad sionista como apoyo a sus políticas invasivas? ¿Es realmente una idea que podría convertirse en un apoyo real a la hora de regularizar esos asentamientos? Primero, hagamos un repaso a las diferentes colonias, de dónde vienen y cuál es el rumbo.



LOS ASENTAMIENTOS, ORIGEN Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA

Cuando debemos tratar una cuestión tan polémica como ésta, conviene empezar desde el principio, para contextualizar el conflicto de los asentamientos en su marco histórico: ¿Cuándo comenzó el problema?¿Cómo? ¿Por qué? Aunque en el En profundidad se trata globalmente el conflicto árabe-israelí con mayor detalle, en esta sección queremos hacer un breve repaso del tema a modo de introducción para entender mejor el origen y evolución de los asentamientos.



Para dar respuesta a las preguntas que planteábamos al principio, nos remontamos a poco después de la II Guerra Mundial, a 1947, cuando Gran Bretaña decidió abandonar su mandato en Palestina, donde ya existían enfrentamientos entre los palestinos autóctonos y sionistas europeos que se habían asentado allí con la esperanza de crear un 'hogar nacional judío'. La ONU formó entonces una comisión que elaboró un Plan de Partición de Palestina en dos Estados: uno árabe y otro judío, dividiendo el territorio según se extendía la población de ambos pueblos. La Asamblea General de la ONU aprobó el plan el 29 de noviembre de 1947 y puso fin al mandato. El 14 de mayo de 1948, conforme a la decisión de la ONU, Ben Gurion, líder de la comunidad judía, declara la independencia del Estado de Israel.

En la noche del 14 al 15 de mayo, da comienzo la Guerra de la Independencia, si bien los árabes palestinos la recuerdan como la "Naqba" (“La Catástrofe”). 5 estados árabes – Egipto, Líbano, Siria, Jordania e Irak – con sus ejércitos regulares, atacaron e invadieron al joven Estado judío desde el norte, sur y este. Arabia Saudí envió a sus fuerzas bajo mandato egipcio y se encontraban también contingentes de Sudán.


El 7 de Enero de 1949, después de 13 meses de guerra, incluyendo 61 días de combate continuo, se estableció un alto al fuego. Desde el 24 de febrero al 20 de julio de 1949, se firmaron los armisticios de Rodas,entre Israel, y Egipto, Líbano, Jordania y Siria sucesivamente. Irak se negó a firmar tales acuerdos, retiró sus tropas y dejó el control de Judea y Samaria y de Jordania a la Legión Árabe.


La guerra acabó dejando a medio millón de árabes palestinos desplazados, otros 160.000 dentro de Israel, cerca de un millón de judíos expulsados de los países árabes en los cinco años siguientes, y unas nuevas fronteras no definitivas. Gaza quedó bajo soberanía egipcia y Cisjordania bajo soberanía jordana, Jerusalén dividida en dos y la parte este, donde está la Ciudad Vieja, en manos jordanas. La OLP (Organización para la Liberación de Palestina), que aglutinó a todas las agrupaciones palestinas con reivindicaciones nacionales, nunca efectuó reclamaciones territoriales a Egipto o a Jordania, su misión entonces era la lucha armada contra Israel y establecer el Estado de Palestina en todo el territorio.




De 1949 damos un salto hasta casi dos décadas después-1967- cuando Israel y los países árabes volvieron a enfrentarse en la Guerra de los Seis Días. La victoria de los israelíes fue arrolladora y conquistaron toda Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza, además de la península del Sinaí (de Egipto) y de los altos del Golán (perteneciente a Siria). Tras la guerra, la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU pide a Israel retirarse de los territorios conquistados, al mismo tiempo que aboga por que sus fronteras sean seguras.



Es a partir de entonces cuando empiezan a construirse las famosas colonias o asentamientos en los territorios, con el permiso y apoyo de los sucesivos gobiernos israelíes. Excepto Hebrón y barrios de Jerusalén Este, todas las colonias repartidas por Cisjordania son asentamientos autónomos, separados de las ciudades y poblados palestinos, pero en territorio palestino.


Durante la Guerra del Yom Kipur (1973) Egipto y Siria se ponen de acuerdo para lanzar una ofensiva en el desierto del Sinaí. Años después, Israel devuelve a Egipto la península del Sinaí en dos fases (Israel finalizó la evacuación del Sinaí, 7000 colonos, en la primavera de 1982,), y Siria recupera parte de los Altos del Golán. En 1980, Israel aprobó una ley en la que hacía explícita su anexión del este de Jerusalén. Asentamientos judíos rodean ahora los perímetros norte, este y sur de la ciudad, creando una barrera física entre los palestinos que viven en Jerusalén y los que viven en el resto de Cisjordania.



En 1988, Arafat renunció públicamente al terrorismo y reconoció a Israel. Cinco años más tarde, Israel, con Isaac Rabin a la cabeza, y la OLP firmaron los Acuerdos de Oslo, llamados así porque las negociaciones secretas en la capital noruega sentaron las bases para un acuerdo por el que Israel devolvería de forma gradual el control de los Territorios a los palestinos, comenzando por las ciudades de Cisjordania y Gaza.

Yasir Arafat llegó a Gaza para liderar la nueva Autoridad Palestina (AP) en julio de 1994. En los siguientes años Israel devolvió gran parte de Gaza y las ciudades más importantes de Cisjordania a los palestinos, pero los Acuerdos de Oslo no propiciaron la paz, sino que más bien incitaron a sus opositores a más violencia. Hamás y la Yihad Islámica recrudecieron sus ataques suicidas contra israelíes e Israel respondió con el asesinato de líderes de Hamás y la Yihad Islámica, a menudo junto al de víctimas civiles. Se intensificaron las incursiones militares y la violencia de los colonos contra los palestinos, que vieron truncadas sus expectativas.


Antes de la Desconexión llevada a cabo en 2005, los asentamientos israelíes en la Franja de Gaza y Cisjordania —con origen en la Guerra de los Seis Días— eran más de 140. Unos 200.000 colonos judíos entre más de tres millones de palestinos. Aunque oficialmente ocupaban el 1,8% de estos territorios, los límites reales de las colonias se extendían hasta el 6,8% del terreno. El Instituto de Investigación Aplicada Jerusalén (ARIJ, por sus siglas en inglés) señala que el territorio palestino anexionado por los asentamientos israelíes ha pasado de 69 km2 en 1990 a 194,7 km2 en 2012. El número de colonos israelíes ha pasado de 240.000 a 693.000 en el mismo periodo de tiempo, lo que representa un incremento del 189 por ciento.




A pesar de que gran parte de la comunidad internacional siempre ha considerado ilegales estos enclaves, como se estudiará más adelante, los distintos gobiernos israelíes han defendido a ultranza su permanencia, alegando que esto respondía a su afán por garantizar la seguridad del Estado de Israel (aunque el control de los recursos acuíferos que existen en el subsuelo es la causa principal). Los enfrentamientos en estos territorios son una constante desde hace décadas: los grupos terroristas palestinos dirigen sus atentados contra los habitantes judíos, quienes son abastecidos con armas por el Gobierno israelí.


La Hoja de Ruta, el último plan de paz, apadrinado por la ONU, EEUU, Rusia y la Unión Europea establecía como primer paso el desmantelamiento de los asentamientos construidos, a partir de la segunda Intifada palestina. En 2005, comenzó la evacuación de 25 asentamientos judíos en territorio palestino, 21 en la franja de Gaza y cuatro en Cisjordania y en agosto de este mismo año se completó la polémica evacuación de los 8600 colonos israelíes.


Cerca de 500.000 israelíes y 2,5 millones de palestinos viven en Cisjordania y el este de Jerusalén, zonas que Israel capturó en la guerra de 1967. Los palestinos quieren el territorio para un estado independiente que incluya a la Franja de Gaza, controlada por Hamas. Es el hogar de un millón 178 mil palestinos, 33% de los cuales viven en campos de refugiados de las Naciones Unidas. Gaza es también el lugar donde viven 6.900 colonos judíos.


Aunque Israel ha ido cediendo terreno, por un lado, la significación de Cisjordania (Judea y Samaria para los israelíes) en el imaginario colectivo y la percepción de que entregar más tierras no traería la paz, por otro, hacen que para los israelíes no sea tan fácil salir de algunas ciudades como Hebrón, o el bloque de colonias de Gush Etzion. Israel cita lazos históricos y bíblicos con Cisjordania y dice que la situación de los asentamientos debería decidirse en las negociaciones de paz. Los palestinos, por su parte, al menos la Autoridad Nacional Palestina (Hamás no contempla otra salida que la guerra total y la desaparición de Israel), desde 1988 reconocen la existencia del Estado de Israel pero reclaman todo lo que se considera Cisjordania o Margen Occidental ('West Bank') como territorio del futuro Estado palestino, y Jerusalén Este como capital, sin abrir la posibilidad de que los colonos judíos vivan bajo el nuevo Estado palestino. Los palestinos dicen que los asentamientos, considerados ilegales por la Corte Internacional de Justicia, el mayor organismo legal de la ONU para disputas, les negarían un Estado viable por impedir la continuidad territorial.



SITUACIÓN ACTUAL

Como podemos ver en el siguiente mapa, el Plan de Partición que aprobó la ONU el 29 de noviembre de 1947 consideraba:


  • La creación de un Estado árabe y un Estado judío.


  • La división de Palestina en ocho partes: tres del estado árabe, tres del judío, y Jaffa que pertenecería al estado árabe aún encontrándose en el estado judío.


  • La octava parte de Palestina, Jerusalén, la administraría el Consejo de Administración Fiduciaria de las Naciones Unidas.











Más en detalle podemos observar la situación en la ciudad de Jerusalén, que comenzó siendo un enclave y actualmente es uno de los territorios en los que más claro se ve el avance de la población israelí hacia terrenos que en un principio no eran suyos. Como podemos ver en el siguiente mapa, los asentamientos israelíes (en azul) sobrepasan la línea del West Bank o Cisjordania, territorio ocupado por el país hebreo pero donde viven muchos palestinos, en condiciones bastante negativas dado que tanto ellos como desde Israel se procuran ese territorio como suyo.


Antes del acuerdo de Oslo en 1993, tanto Cisjordania como Gaza permanecían bajo el control administrativo civil de Israel. Fue entonces cuando se acordó que la Organización de Liberación Palestina (OLP) se encargaría de la administración burocrática de los territorios ocupados mientras que Israel sería responsable de la seguridad. Como consecuencia, se dividió Cisjordania en tres áreas diferenciadas en el tipo de administración regulada por los mencionados anteriormente.

El Área A comprende el 18% del territorio de Cisjordania y se encuentra bajo la autoridad y control civil y de seguridad de las autoridades palestinas. La comprenden ciudades palestinas, controladas bajo el Estado Israelí a través de checkpoints, asentamientos y puestos fronterizos controlados por militares. Los palestinos que deseen viajar a cualquier punto del Área A o salir de la misma han de pasar por estos puntos.


El Área B forma el 22% del West Bank, donde el control administrativo lo tienen las autoridades palestinas pero el control de seguridad lo tiene Israel con la cooperación de la policía palestina. Estas tierras de cultivo y más de 400 pueblos se encuentran amenazadas con la expansión de los asentamientos israelíes.


Finalmente, el Área C comprende la mayor parte de Cisjordania (60%) y se encuentra bajo la autoridad y control civil y de seguridad de las autoridades israelíes. Las autoridades palestinas tienen autoridad únicamente en lo que se refiere a educación y sanidad de la población palestina que mayoritariamente se encuentra en esta zona. Es el área con mayor número de asentamientos israelíes, con la excepción de Hebrón.


A finales de 2013, se contaron 125 asentamientos aprobados por el Gobierno israelí en Cisjordania (sin incluir el resto de Jordania y Hebrón), además de 100 asentamientos proclamados ilegales. Estos asentamientos carecen de aprobación por parte del Gobierno aún habiendo sido asistidos durante su fundación. En total, cuentan con 547.000 colonos en toda Cisjordania. Estos datos provienen de la CBS (Central Bureau of Statistics), a finales del 2013, se contaron 350.010 viviendo en los asentamientos de Cisjordania, a excepción del este de Jerusalén.

Según la CBS, la tasa anual de crecimiento de la población colona (de nuevo, a excepción del este de Jerusalén) en 2013 era más del doble que la de la población total de Israel: 4,4% y 1,9%, respectivamente.


Condiciones precarias que están afectando la calidad de vida, por el cambio de tiempo este otoño-invierno.


Estos asentamientos, a lo largo de las décadas han conllevado una serie de consecuencias en la calidad de vida de los desplazados. Este último semestre se han dado condiciones como las explicadas a continuación: El Shelter Cluster ha identificado sobre 900 familias (aproximadamente 4,5000 personas) viviendo en caravanas en zonas de desplazamiento temporal que están expuestas especialmente a condiciones temporales extremas, una preocupación para el próximo invierno.


Cortes de electricidad:




PROBLEMAS QUE PLANTEA LA CONTINUIDAD DE LOS ASENTAMIENTOS

Cualquier proceso de paz que se lleve a cabo entre Israel y Palestina implica una negociación sobre los asentamientos judíos: la convivencia de los dos Estados se haría muy difícil con la presencia de los colonias, ya que dividiría el territorio del futuro Estado Palestino e implicaría problemas de seguridad para ambas poblaciones, y sin embargo, ninguna de las rondas de negociaciones ha llegado a abordar seriamente el tema (Arestizábal, 2011). La experiencia más reciente de una retirada en el conflicto fue en 2005, con la evacuación de 8.800 colonos en la franja de Gaza por orden de Ariel Sharon. Ni fue fácil ni pacífica, y a día de hoy muchos de sus habitantes siguen sin tener un hogar. Por tanto, ¿quién podría asumir la decisión de desalojar las colonias de Cisjordania?


Conscientes de su delicada posición, la población colona es un actor clave en la política interna israelí, que presiona para hacer de los asentamientos algo irreversible. Los colonos no han dejado de aumentar, incentivados tanto por las buenas condiciones socio-económicas de los asentamientos, reciben un 22% más de subvenciones que el resto de ciudadanos con carencias, como por motivos religiosos, ya que Cisjordania forma parte del bíblico "Gran Israel" (Zajac, 2006). Además, muchos asentamientos se han construido en zonas ricas en recursos, como es el caso del Valle del Jordán, donde se controla la parte fértil del río y la frontera con Jordania. Se han convertido en una parte importante del electorado, y confían en que ningún político asumirá la responsabilidad del desalojo. A esto se le suma la necesidad de coaliciones para formar gobierno, por lo que pequeños partidos que representan los intereses de los colonos se han convertido en imprescindibles.


Como ejemplo tenemos las recientes elecciones israelíes de 2015, donde la defensa de los asentamientos fue uno de los motivos de la victoria de Netanyahu. Uno de sus últimos actos de campaña fue en la colonia Har Homa, ubicada en Jerusalén Este, el lugar que los palestinos consideran su capital, donde aseguró que bajo su mandato no existiría un estado Palestino. Entre sus socios de gobierno se encuentran Casa Judía, Shas y Judaísmo Unido de la Tora, todos ellos partidos profundamente sionistas y contrarios al fin de la ocupación (Álvarez-Ossorio, 2015).


Al margen de maniobras electorales, lo cierto es que esta declaración de intenciones del gobierno sólo continúa con la línea política de Israel desde el fracaso de Camp David II (Márdero, 2016). En un escenario político dominado por el Likud (Gómez, 2013), partido de Netanyahu y al que también perteneció Ariel Sharon, el Estado Israelí ha apostado por su expansión mientras se aleja de una posible resolución del conflicto. Lo cierto es que este status quo les favorece: mientras que el grueso de la población palestina vive recluida en Gaza, de la que Israel ya no es responsable, y la ANP es cada vez más débil, se continúa con los asentamientos tanto en Cisjordania como en Jerusalén Este, consolidando la ocupación. Por tanto, quizás debemos preguntarnos si la solución del conflicto sigue pasando por “dos estados para dos pueblos”. Los acuerdos de Oslo y los referentes históricos de la línea verde marcada tras el armisticio, que delimitaban las fronteras de Palestina, cada día se difuminan más. Salvo que la construcción del Estado Palestino se realice en el corto plazo, lo que parece muy improbable, la política de hechos consumados será más fuerte que las exigencias formales: no se puede reclamar una Cisjordania mayoritariamente habitada por judíos o una Jerusalén Este cada vez menos árabe.



OPINIÓN INTERNACIONAL

1. Europa y la Unión Europea

Los diversos ataques del ejército israelí hacen que las relaciones diplomáticas entre la Unión Europea e Israel se endurezcan. Jefes de Estado y de Gobierno ya han dejado constancia en diversas ocasiones su preocupación por el territorio y la necesidad de hacer una partición del mismo, así como «el carácter “ilegal” de los asentamientos judíos en territorios ocupados, que Bruselas condena con relativa frecuencia». También se les impone medidas restrictivas, como negar las ayudas que parten desde Bruselas a aquellos territorios que están ocupando ilegalmente territorio extrafronterizo.


En materia jurídica, como ya explicó nuestra compañera Elisa Llop en su artículo para esta misma revista, “¿Hacia un Estado Palestino?”, el Parlamento Europeo aprobó en 2014 una resolución, por la cual reconocía la división del territorio en conflicto en dos Estados, Israel y Palestina, y una vuelta a las fronteras de 1967. Esto tenía una condición, y es que al ser una resolución no vinculante (es decir, con la necesidad de ser ratificada después por cada uno de los Estados Miembros), se hace necesario el reconocimiento de todos ellos, a través de los mecanismos reservados en sus propios ordenamientos jurídicos, del Estado palestino. Actualmente, dentro de los miembros de la Unión, siete son los países que han reconocido la autonomía de ese territorio. Los demás países, como España, Irlanda o Reino Unido, aprueban proposiciones no de ley (en nuestro caso) o decisiones de carácter no vinculante sin llegar a tomar ninguna decisión firme al respecto.

El Parlamento Europeo decide, en esa misma resolución, verter esfuerzos en consolidar la autoridad del Gobierno de consenso palestino y su administración en los diversos territorios con completa autonomía dentro del territorio. Así se puede concluir del punto 4: “[El Parlamento Europeo] subraya que los asentamientos son ilegales con arreglo al Derecho internacional”.


La Delegación de la Unión Europea en Asuntos Exteriores (EEAS) en Oriente Medio, respaldando la decisión de la ONU, aboga por la solución de crear dos Estados, con un Estado palestino independiente, democrático, viable y adyacente que viva codo con codo en paz y seguridad con Israel y sus otros vecinos, evitando iniciar cualquier proceso de paz sin que las ocupaciones hayan terminado.


2. ONU

Como ya hemos dicho anteriormente, la ONU aprobó el Plan de Partición del territorio el 29 de noviembre de 1947, con un enclave en la ciudad de Jerusalén y tras rechazar la posibilidad de crear un Estado Federal (Bastener, 2002). Esa partición es violada desde su creación por Israel, puesto que los asentamientos van creciendo en número y en expansión de forma ilegal (Castillo et al., 1996).


A pesar de ello, el 11 de mayo de 1949, después del armisticio entre las líneas de Jordania e Israel, éste último ingresa como Estado Miembro de la ONU. Dos años después, el Parlamento israelí aprueba el asentamiento en la ciudad de Jerusalén, enclave entre los dos pueblos. Esta ocupación se extendió hasta 1967 y derivó en conflictos contra las poblaciones árabes como la Guerra de los Seis días.


Todo esto tuvo gran repercusión en la sede de las Naciones Unidas, desde donde se impulsaron una serie de sanciones y órdenes de retirada de los asentamientos israelíes en la ciudad (ibíd.). Según Emilio Arias Castillo (2007), fueron impulsadas un total de diez resoluciones de condena durante la década de los 70.

De más actualidad es la reciente decisión de la ONU de conceder a Palestina la condición de Estado observador no miembro de las Naciones Unidas, el 29 de noviembre de 2012. En 2014, Palestina anunció que iba a presentar una resolución ante la ONU para que se le reconociera plenamente como Estado. Israel, ante esa posibilidad negó rotundamente su aceptación ante el Organismo por una decisión semejante.


3. EE.UU.

EE.UU. fue el primero, junto a la Unión Soviética, en reconocer el Estado de Israel en cuanto la partición aprobada por la ONU fuera una realidad.

Momento del Saban Forum 2016, con John Kerry y el moderador.

Así pues, siempre se ha reconocido a Estados Unidos como protector de Israel, y a Israel como su protegido. Pero actualmente las relaciones no son muy fluidas. A pesar de que la alianza entre los dos países se mantiene firme, con unas declaraciones de Obama nada equívocas diciendo que comparte el grueso de los argumentos de Israel y desautoriza la iniciativa palestina, ha intentado un diálogo bilateral con el fin de re-encarrilar las negociaciones de paz en el territorio, y lejos de algún resultado, el jefe de estrategia de Trump ha sido tildado de “intolerante y antisemita” por personas cercanas al Primer Ministro israelí. Israel no cede, y la potencia americana, como protector, tampoco puede ceder.


Del 2 al 4 de diciembre de 2016 ha tenido lugar el encuentro anual Saban Forum, este último dedicado a los desafíos de la administración Trump sobre Oriente Medio. El Secretario de Estado John Kerry, acerca del conflicto, ha declarado que “Israel es nuestro aliado y nuestro amigo, y si te preocupa Israel, te preocupa la paz.”


CONCLUSIÓN

El problema que puede suponer para Israel esta posición beligerante es la diplomacia internacional o las reticencias de su principal aliado, EEUU (como podía verse con la relación tensa Obama-Netanyahu), pero con la victoria de Trump el camino parece estar despejado. Por otra parte, si se sigue así, Israel sería un Estado-apartheid (para algunos ya lo es actualmente, dado que Israel decide quien tiene status de palestino y quien no, y establece de facto las fronteras), lo que estaría muy lejos de suponer la finalización del conflicto.

Y, quizás porque desde el Gobierno de Israel no son ciegos a las continuas sanciones y tensiones desde un panorama internacional cada vez más unido ante causas contrarias a los Derechos Humanos, el 5 de diciembre de 2016, la Kesnet (el Parlamento israelí), aprobó en una lectura preliminar la regularización de los cientos de asentamientos propagados por territorio palestino, considerados ilegales por casi la unanimidad de la comunidad internacional. Pretenden regularizar las colonias que están en terreno común, y también de territorio privado palestino previa compensación económica, aunque éste último inciso parece que va a ser tumbado sin dificultad. Sin embargo, la regularización y la no dispersión de las colonias sigue siendo algo inconstitucional ya que sea territorio público o privado, debe ser de total uso y propiedad del pueblo palestino. Así pues, esta primera lectura del documento parece ser un paso desde el Gobierno israelí para que la ley ampare y legitime los asentamientos: nada parece que vaya a ser una solución legal, legitimada por la comunidad internacional y que vaya a dar mejores condiciones a los palestinos a los que se les ha expropiado el terreno.


Por lo tanto, después de todo lo expuesto y de razonar la información que hemos encontrado para realizar el trabajo, podemos concluir que los asentamientos son un gran obstáculo para la paz.


 

BIBLIOGRAFÍA

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-Álvarez-Ossorio, I. “¿Qué es la Hoja de Ruta del Cuarteto?”, El Mundo. 23-04-2003. http://www.elmundo.es/elmundo/2003/04/23/internacional/1051110621.html

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