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M. García. "(Mujeres) Heroínas en la ópera del siglo XX"

Mario García Pérez

Historiador del arte y Máster en Estudios Artísticos, Literarios y de la Cultura de la UAM

Lulu, Marie o Katerina Izmáilova se han convertido, por derecho propio, en algunas de las grandes protagonistas de la ópera contemporánea.

Cartel de Lulu para la temporada 2009/10 del Teatro Real. Cortesía del Teatro Real de Madrid


En la creación lírica del siglo XX, nos encontraremos con algunas de las féminas más destacadas de la ópera contemporánea, heroínas que lucharán por su supervivencia frente al machismo imperante. Estos personajes femeninos aparecen dibujados como seres perversos y maquiavélicos, rehenes de su propio y trágico destino. Frente al arquetipo de dulzura, ternura, debilidad y sumisión asociados tradicionalmente a la figura de la mujer (establecidos por el patriarcado), ésta, en cambio, se presenta como en un ser despiadado, ante el cual, el hombre sólo puede ser una víctima que queda a merced de sus malvados comportamientos. Estas heroínas de la ópera contemporánea no sólo lucharán por sobrevivir al poder fálico del machismo sino que, además, serán capaces de enfrentarse al mismo, y hasta combatirlo con sus mismas armas, aunque en la mayoría de los casos, sea en vano.


Inauguramos el siglo XX con Richard Strauss quien creará un prototipo de mujer en clave machista en su ópera Salomé (1905). Strauss nos retrata el perfil de una mujer perversa, despiadada y manipuladora donde Juan el Bautista es una víctima en manos de la caprichosa Salomé. Cuando Juan el Bautista rechaza las pretensiones amorosas de Salomé, ella reaccionará sangrienta y violentamente, decapitando a Juan el Bautista hasta conseguir su objetivo, besar en los labios a su amado. El padrastro de Salomé, un hombre que acosa sexualmente a la protagonista, ordenará que la maten cuando descubre, horrorizado, el crimen que ésta había cometido.


Salomé, interpretado por Nadja Michael. Royal Opera House de Londres, Año 2008.

Fotografía de Clive Barda

Dimitri Shostakovich en su ópera Lady Macbeth de Mtsenk (1934) nos narra la historia de la insaciable y malvada Katerina Izmáilova, una mujer insatisfecha que tiene un deseo sexual desmesurado porque su marido es incapaz de hacerla feliz y complacer todas sus fantasías. Katerina se encaprichará de uno de los empleados que trabajan para su marido, Serguéi, quien primeramente, abusará de Katerina, para convertirse después en su propio amante y así, poder utilizar a Katerina como un mero juguete sexual a su servicio. La protagonista, en manos de Serguéi, se transformará en una criminal, una mujer que mata primero a su suegro, un hombre que la acosa e intenta violarla y, posteriormente, acaba con su propio marido. Serguéi, por su parte, se nos presenta como una víctima en manos de Katerina al convertirse en el cómplice de todos sus crímenes. Serguéi se encapricha de otra mujer y, finalmente, abandona a Katerina, circunstancia que la protagonista es incapaz de soportar. Cuando Katerina intenta matar a la nueva amante de Serguéi, muere en el intento. La narración de la ópera está acompañada paralelamente de escenas de acoso y violencia sexual explícita hacia las mujeres rusas quienes están sometidas al poder fálico. Shostakovich con esta ópera nos habla del machismo al que están sometidas las mujeres rusas.


Katerina Izmáilova, interpretado Eva-Maria Westbroek. Teatro Real de Madrid, Año 2011.

Fotografía de Javier del Real

Otro de los títulos fundamentales de este siglo es Lulu (1935; 1979) de Alban Berg. Al inicio de esta obra, un domador de ferias nos invita a contemplar a una serie de bestias que tiene adiestradas, entre ellas, una peligrosa serpiente que es la reencarnación de la mismísima Lulu, métafora de Eva. En el transcurso de la ópera, Lulu aniquilará, uno a uno, a todos los hombres que se crucen en su camino. Lulu se muestra pasiva e inmoral, sin dar muestras de empatía ante los crímenes que, de manera directa o indirecta, la protagonista comete contra aquellos hombres que se sientan atraídos por su perversa y maquiavélica personalidad. El “ejemplar castigo” que la ópera depara a Lulu es su propia muerte, a modo de “sentencia” por todos los asesinatos que había cometido.


Lulu, interpretado por Patricia Petibon. Salzburger Festspiele, (Festival de Salzburgo), Año 2010.

Fotografía de Monika Rittershaus


Otra de las heroínas por excelencia del siglo XX es el personaje de Marie, protagonista de la ópera Die Soldaten (1965) (Los soldados) de Bernd Alois Zimmermann. Marie aparece en esta ópera como un objeto sexual al servicio de un grupo de hombres que intentan manipularla para ganarse su favor sexual. Marie es víctima de un grupo de soldados- como hace alusión el título- que utilizan a la protagonista en beneficio propio. El primer pretendiente de Marie, Stolzius, abandona a ésta ante el supuesto coqueteo cometido por la protagonista con un oficial del ejército, Desportes, quien posteriormente se convertirá en su segundo pretendiente. Ante los ojos de Stolzius, ella aparece como una mujer que se ha “ofrecido” sexualmente a otro hombre, el peor de los pecados que una mujer puede cometer. Por su parte, Desportes abandona a su vez a Marie y la protagonista queda en manos del Mayor Mary. Marie, gracias a su relación con el Mayor Mary, intentará, sin éxito, obtener noticias de Desportes.


Ante esta situación, la protagonista es abandonada nuevamente por el Mayor Mary y Marie inicia una nueva relación con el hijo de la Condesa la Roche. Stolzius, el primer pretendiente de Marie, se ha convertido en mayordomo para intentar acercarse a los oficiales del ejército y tener noticias de Marie. En ese instante, Stolzius descubre que los oficiales hablan de Marie de forma peyorativa, culpabilizando a la muchacha de su destino por haberse “ofrecido” sexualmente a los hombres del ejército. Los oficiales, finalmente, deciden abandonar a Marie a su suerte dejándola en manos del fusilero de Desportes, un hombre que viola brutalmente a Marie como “castigo” por haberse comportado como una “puta” con los oficiales del ejército. Marie, deshonrada, sólo le queda deambular por los más bajos fondos de la sociedad, un final que la protagonista se “merece” por su comportamiento. La ópera hace alusiones constantes de carácter machista refiriéndose a palabras tales como “pureza”, “horna” y “virginidad”, cualidades que toda mujer debe preservar para evitar caer en desgracia.


Marie, interpretado por Barbara Hannigan. Bayerische Staatsoper de Múnich, Año 2014.

Fotografía de Wilfried Hösl


Salomé, Katerina, Lulu o Marie son sólo algunas de las grandes heroínas presentes en la creación operística del siglo XX, mujeres acosadas sexualmente que están sometidas a poder fálico de los hombres, quienes las retratan como seres maquiavélicos a las que culpabilizar de su propio destino. La realidad es bien diferente, hablamos de mujeres que lucharán por su libertad e independencia frente al machismo, como ya hiciese Carmen, la protagonista de la ópera homónima de Bizet estrenada a finales del siglo XIX, una ópera en la que se aborda la problemática del machismo y la violencia de género hacia la mujer, una lacra social que llega hasta la actualidad.

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