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A. Rico. "Sobre el apoyo de parte de la izquierda occidental a Bashar Al-Assad (I)"

Alejandro Rico Freeman

Desde el comunista pro-ruso entendidillo de turno en su muro de Facebook hasta Javier Couso, eurodiputado de Izquierda Unida, visitando personalmente a Bashar al-Assad en julio de 2016, cuando ya estaba a las claras que se trataba de un dictador genocida al que no le importaba masacrar a su pueblo. El apoyo de una parte de la población española y europea integrada en ese espectro tan abstracto como lo es la izquierda a un dictador genocida y a sus aliados es completamente incoherente, difícilmente explicable y profundamente preocupante.

Con este artículo se pretende dar una serie de datos para así resquebrajar las ya de por sí frágiles argumentaciones de esos izquierdistas pro-Assad. Además, se pretende hacer ver que nos encontramos ante un conflicto geopolítico y geoestratégico en el que la intervención extranjera está puramente impulsada por la salvaguarda de sus intereses económicos, más que ideológicos.

La Siria de los Assad

Para entender cómo hemos llegado a la situación en la que nos encontramos hoy día debemos obviamente mirar hacia atrás y ver cuál ha sido la historia de este país. Para el objetivo de este artículo, el primer hecho que debemos de conocer es cómo llega la familia al-Assad al poder, ya que no es Bashar sino Hafez al-Assad, su padre, quien da un golpe de Estado en 1971.


Este personaje histórico muere en el año 2000, por lo que es muy anterior al estallido de la guerra civil siria. Sin embargo, cabe destacar algunos aspectos y sucesos de su dictadura, ya que suponen la implantación de unas características sociales, políticas y económicas que serán parte de las reivindicaciones de las revueltas iniciadas en 2011.


Hafez Al-Assad, ex-presidente de Siria y padre de Bashar. Fuente: http://stateofthenation2012.com/?p=13286.



En primer lugar, no hay ninguna duda sobre el desprecio que tenía Hafez al-Assad hacia cualquier tipo de régimen democrático que pudiera disminuir su poder. Prueba de ello eran los sospechosos resultados electorales que obtenía cada año, todos por encima del 90%, llegando incluso al 99’99%, de los votos y sin ningún otro candidato con el que medirse.


Además, este dictador no es conocido precisamente por llevar a cabo una política pacífica y de laissez faire de la población. En cambio, es conocido por su agresiva oposición tanto al Partido de Acción Comunista como a los Hermanos Musulmanes, un movimiento político de orientación islamista extendido por todo el mundo árabe, que fueron duramente perseguidos. De hecho, dentro de esta política de persecución se produjo la matanza de Hama, en la que murieron entre 10.000 y 40.000 civiles y que se configura como uno de los grandes puntos ciegos de la historia siria contemporánea.


En el año 2000, Hafez al-Assad muere y es sustituido por su hijo Bashar, el oftalmólogo. Se inicia, por tanto, una dictadura continuista que se mantendrá como el gobierno soberano hasta el comienzo de las revueltas en 2011 y todavía como un actor político y militar de peso en la actualidad.


Desde que llega al poder, Bashar al-Assad no hace más que continuar con el legado de su padre e incluso recrudece la represión social. Cabe destacar en este punto la temida mujabarat, una especie de policía política secreta al servicio del régimen que estaba dividida en 17 secciones, lo cual muestra la gran institucionalización y profesionalización de la persecución política en la Siria del s. XXI.


Un testimonio de primera mano sobre esta espeluznante persecución política nos la da Hala Doudieh, refugiada palestino-siria que tuve el placer de conocer en su lucha por poder continuar sus estudios de Bellas Artes en España. La mujabarat estaba infiltrada en las clases de la universidad, obstaculizando la libre circulación de ideas y pensamientos. Es decir, privando a la vida universitaria de su esencia.

Del régimen de Bashar al-Assad también cabe mencionar un espectacular enchufismo crónico en puestos de poder político y militar. Así, al clan de los Assad los tenemos al mando de la Dirección General de Seguridad de Damasco (Hafez Majluf, primo del dictador), la Inteligencia Militar (Asef Shawqat, cuñado del dictador y que también sería viceministro de Defensa), la Guardia Republicana y IV División Armada (Maher al-Assad, hermano del dictador), la guardia personal del presidente (Dhu al-Himma Shalish, otro primo del dictador) [1], la Seguridad Política (Atef Nayib, otro primo más) [2]…


Por tanto, en el año 2011, Siria es el segundo país árabe más autoritario, solo superado por Arabia Saudí según The Economist Intelligence Unit’s Index of Democracy. La población está profundamente controlada por las mujabarat y no goza tampoco de buenas condiciones de vida, ya que las reformas económicas llevadas a cabo por Bashar están más encaminadas a beneficiar a las grandes fortunas del país, como la de su otro primo Rami Majluf, propietario de Syriatel (compañía de telefonía móvil) y el conglomerado Cham [3].


Bashar Al-Assad. Fuente: http://www.elintransigente.com/mundo/internacionales/2017/2/7/assad-los-europeos-hacen-indican-eeuu-422239.html.


Como justificación a su defensa de un régimen claramente autoritario y represivo, esos izquierdistas pro-Assad argumentan que éstos han sido defensores del secularismo y de la lucha del pueblo palestino. Estas argumentaciones son muestra de la simpleza de miras y de la nula profundidad de análisis de estas personas, ya que caen por su propio peso.


En una entrevista a esta misma revista, Luz Gómez García, profesora titular de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid y férrea defensora de la causa palestina decía que “Palestina cada vez es menos un “asunto árabe” que una moneda de cambio de los distintos regímenes en su relación con Occidente.”. Este hecho se ve todavía más claramente si tenemos en cuenta las dos últimas veces que Siria intervino directamente en relación al conflicto palestino-israelí: la Guerra del Yom Kippur de 1973 y la invasión del Líbano en 1982. Es decir, desde hace más de 30 años Siria no ha hecho más que mantener una simbólica enemistad con Israel, sin que esto haya supuesto una ayuda real al pueblo palestino.


En cuanto a su defensa del secularismo, ésta es absurda. Es cierto que Hafez al-Assad emerge dentro del Partido del Renacimiento Árabe Socialista (Baaz), partido nacionalista pan-árabe uno de cuyos pilares fundamentales era el secularismo. No obstante, el primer Assad cuando se da cuenta de que esta ideología está prácticamente hundida tras las desastrosas guerras contra Israel de 1967 y 1973 y con la invasión de Kuwait por parte de Irak como remate [4], hace un gran viraje político para buscar apoyos en otros sectores y en otros elementos identitarios dentro de la sociedad siria. De hecho, Michel Aflaq y Salah al-Din al-Bitar, los fundadores del partido Baaz, son perseguidos bajo el mandato de Hafez, teniendo que exiliarse y llegando a ser asesinado el segundo de ellos. [5]

Por tanto, a partir de este momento, la política social de Hafez al-Assad se basa en un profundo sectarismo. Entendiendo sectarismo por llevar a cabo políticas y actitudes que propician la división y el enfrentamiento entre distintos segmentos sociales, como dice Yassin al-Hajj Saleh.


[1]Álvarez-Ossorio, Ignacio (2016), Siria. Revolución, sectarismo y yihad. Catarata, Madrid. Pág. 22.

[2] Ídem. Pág. 30.

[3] Ídem. Pág. 23.

[4] Hinnebusch, Raymond (2009), “The Politics of Identity in Middle Eastern International Relations” en Fawcett, Louise (ed.), International relations of the Middle East, Oxford University Press, Oxford. Págs. 151-169.

[5] Álvarez-Ossorio, Ignacio (2016), Siria. Revolución, sectarismo y yihad. Catarata, Madrid. Pág. 15.

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