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A. Rico: "Sobre el apoyo de parte de la izquierda occidental a Bashar Al-Assad" (II)

Alejandro Rico Freeman


El estallido social


Esta tensa situación social se vería trastocada con el estallido de unas revueltas transnacionales en el marco del mundo árabe, empezando con la muerte de Muhammad Bouzizi, un joven tunecino que se quema a lo bonzo en protesta por la corrupción institucionalizada y las injusticias hacia su pueblo. Esto es lo que se daría a conocer como las Primaveras Árabes, que tuvieron destinos muy distintos dependiendo del país. Sobre estos acontecimientos en general me gustaría poner sobre la mesa unas cuantas cuestiones.


En primer lugar, hay que tener claro que estas revueltas árabes fueron un movimiento espontáneo que surgió debido al efecto contagio, efectivo gracias al uso extendido de las redes sociales especialmente por parte de los jóvenes y a la existencia de una realidad socio-política muy similar en todos estos países. Que Bouzizi, el joven tunecino, se quemara a lo bonzo en medio de la calle como señal de protesta por las injusticias burocráticas y la falta de libertad en su país no puede ser considerado una estrategia de Occidente, como defienden algunos; eso es llevar las teorías de la conspiración a otro nivel.


Además, es bastante incoherente pensar que Occidente quería que sucedieran estas revueltas si tenemos en cuenta que con las dictaduras de Ben Ali, Mubarak, Gaddafi y demás mantenían un statu quo perfectamente establecido. Obviamente, Occidente influye desde hace siglos en la región por cuestiones de interés geopolítico y geoestratégico. No obstante, esta vez los sucesos pillaron desprevenidos hasta a los expertos en la región.


Otra prueba de la espontaneidad de estos acontecimientos es que fue gente normal, obreros, pescadores, costureras, profesores, médicos los que salieron a la calle reclamando el fin de las injusticias. De hecho, las reclamas primeras en todos estos países era “basta ya”, “libertad”, “el pueblo quiere la caída del régimen”. Es decir, era gente de la calle reclamando libertad, justicia e igualdad.


Por otra parte, el hecho de que las revueltas árabes estuvieran integradas por personas de todos los estratos sociales supuso también que la heterogeneidad ideológica fuera la norma. Así, es cierto que hubo islamistas extremistas y terroristas que se aprovecharon de la situación de caos y protesta, pero también hubo un grueso de laicos, seculares, demócratas, librepensadores. Considerar que las Primaveras Árabes no son legítimas porque suponían la elección entre un “mal menor”, las dictaduras existentes; y un “mal mayor”, la toma del poder por parte de extremistas religiosos; es absurdo y demuestra una gran falta de análisis, ya que las opciones políticas eran múltiples y variadas.


Fuente: http://es.globedia.com/masacres-siria-solidaridad-libertaria-legitima-revolucion-pueblo-sirio.



Otro de los argumentos utilizados por esa izquierda pro-Assad para deslegitimar las Primaveras Árabes son las teorías de la conspiración que establecen que Occidente está detrás de este estallido social. Todas ellas se sustentan en la idea de que el pueblo árabe por sí solo no es capaz de rebelarse con un poder autoritario impuesto desde hace 20, 30 o 40 años. Esta idea es profundamente orientalista y paternalista, suponiendo un principio de racismo; ya que considera al pueblo árabe como un ente en estado permanente de minoría de edad, que se encuentra en el mundo sin un rumbo establecido por sí mismo y que, por tanto, es fácilmente manipulable.


Esta idea también se puede observar en la reacción por parte de buena parte de la opinión pública occidental ante la victoria por mayoría absoluta –no perdamos esto de vista- de Ennahda en Túnez y los Hermanos Musulmanes en Egipto en 2011, dos partidos de ideología islamista moderada. El primero ganaría con un 31% de los votos de una participación del 54’1% [6] y el segundo con un 36’6% de una participación del 62%. Como dice Sami Naïr, esto muestra que la opción islamista, ya sea moderada o extremista, no es mayoritaria en la sociedad de estos países, sino en unas elecciones con una excesivamente baja tasa de participación para cualquier sociedad democrática [7]. De todas formas, las elecciones en estos dos casos concretos fueron perfectamente democráticas y justas, por lo que los resultados fueron plenamente legítimos.


Además, debemos tener en cuenta que estos partidos islamistas son moderados, reconocen y respetan el sistema democrático hasta que se demuestre lo contrario. Su proyecto, la inserción del islam en la sociedad como eje fundamental de toda relación política, social y económica, es por tanto una opción perfectamente factible y digna. No obstante, muchas voces desde Occidente, en algunos casos las mismas que ahora apoyan a Bashar al-Assad, lanzaron el grito al cielo considerando estos sucesos como una falta de cultura y poco menos que un atentado contra la democracia.



La guerra civil siria


Una vez expuesto el pasado reciente de Siria y aclaradas algunas puntualizaciones sobre las Primaveras Árabes que se aplican perfectamente al caso sirio, me gustaría centrarme en exponer las complejas correlaciones de fuerzas tanto internas como externas en el conflicto.


En el plano interno nos encontramos por un lado con las fuerzas leales al régimen, que en mi opinión fueron legítimas hasta que quedó probado el uso de armas químicas y de la táctica de tierra quemada por su parte. Este frente se nutre de la minoría shií alauí, aunque también de cristianos y drusos; y políticamente de una mayoría de altos cargos de la administración y el ejército. En 2012 las fuerzas leales al régimen se institucionalizan como Fuerzas de Defensa Nacional (FDN).


Frente a este grupo que podríamos considerar bastante homogéneo está toda la oposición a las fuerzas leales al régimen. Este grupo de oposición es absolutamente heterogéneo y diverso. En él, encontramos a laicos, seculares, comunistas, marxistas, liberales, demócratas, islamistas moderados y extremistas, fundamentalistas y yihadistas. Es decir, se trata de un frente cuyo único punto en común es la voluntad de poner fin al régimen de Bashar al-Assad, lo que ha supuesto que con el paso del tiempo y el recrudecimiento de la guerra civil se hayan ido alejando unos de otros e incluso se hayan llegado a registrar enfrentamientos violentos entre ellos. La oposición, por tanto, está completamente dividida.


En el plano internacional es donde empieza a complicarse el juego. Turquía tuvo un papel fundamental en el apoyo a los rebeldes desde el comienzo de las revueltas en 2011. De hecho, es en su territorio en el que se crea el Ejército Libre Sirio y desde donde se organiza.[8] Además, junto a Arabia Saudí ha proporcionado armamento y apoyo logístico a los rebeldes [9]. EE.UU. también ha mostrado su apoyo a los rebeldes sirios con armamento y desde septiembre de 2014 realiza numerosos bombardeos contra el Estado Islámico y las fuerzas leales a Assad.


Por otra parte, Rusia e Irán han sido y siguen siendo los dos grandes aliados de Bashar al-Assad en su lucha por mantenerse en el poder. La intervención militar de ambos países se estipula que comienza a finales de 2015 con el envío de la aviación rusa y la Guardia Revolucionaria iraní. Además, la milicia terrorista shií Hezbollah, a la cual se la considera bajo el amparo de Irán, [10] llevaba actuando sobre el terreno desde el comienzo de la guerra en 2012. [11]


La Guardia Revolucionaria iraní. Fuente: http://geopolitico.es/la-guardia-revolucionaria-de-iran-lista-para-intervenir-en-siria-salvar-a-assad/.


Una vez expuestas de manera muy breve las amistades y enemistades en la guerra civil siria, voy a explicar por qué no tiene ningún sentido el apoyo de izquierdistas occidentales a al-Assad y sus aliados.


Uno de los argumentos en este sentido que me he encontrado reiteradamente se enlaza con las teorías de la conspiración occidentales ya mencionadas. Viene a decir que los rebeldes son peleles en manos de Occidente, que les ha dado armas para que le hagan el trabajo sucio y que lo único que quiere es derrocar a Al-Assad para instaurar un gobierno que responda al modelo y a los intereses occidentales, puesto que Bashar a los ojos de estas personas es uno de esos mártires anti-occidentales, seculares y socialistas/marxistas/comunistas.


Sin entrar en las teorías de la conspiración occidental ni en la figura de Bashar al-Assad –puesto que lo he tratado ya en este artículo- quisiera lanzar una reflexión para todos aquellos que consideran que este es un argumento sólido. ¿No es perfectamente legítimo y lógico que un pueblo en lucha, que lo único que quiere es en definitiva liberarse del yugo opresor, libertad, justicia, democracia e igualdad, coja la única arma que le ofrecen –en este caso procedente de Occidente- para defenderse, para sobrevivir ante el ataque indiscriminado y genocida de las fuerzas del opresor?¿No haríamos lo mismo nosotros si sucediera algo parecido en nuestro país?¿No actuaron, de hecho, con la misma lógica en 1936 las fuerzas republicanas?¿Somos tan hipócritas de exaltar a las sin duda alguna legítimas y heroicas fuerzas republicanas españolas de 1936 pero a la vez denigrar y oponernos a las fuerzas rebeldes sirias de 2011 poniéndonos del lado del opresor?


Creo que la única forma de explicar esta incoherencia es volviendo a la idea que lancé más arriba. Y es que los que defienden estos argumentos consideran que el pueblo árabe es un menor de edad, un ente sin conocimiento, sin cultura, sin responsabilidad. Por tanto, a diferencia de los republicanos españoles de 1936 que estaban comprometidos, eran responsables y conscientes; los árabes no pueden moverse sin ser empujados por una fuerza mayor. Reitero el profundo paternalismo y racismo que se infiere de este tipo de pensamientos.


Otro de los argumentos con los que he tratado es ya un clásico: si Rusia ha intervenido es para frenar al imperialismo y a EE.UU., porque Rusia es la defensora de las buenas causas. Querido amigo comunista pro-soviético, la Guerra Fría ya acabó, la Unión Soviética ya cayó y, por mucho que duela en el alma, Rusia ha demostrado con sus actos ser igual de imperialista y paternalista que EE.UU.


Dejémonos de tonterías, Rusia intervino en Siria por motivos puramente geopolíticos y geoestratégicos. Rusia intervino en Siria para mantener al único régimen árabe aliado que tiene en la región, una región en la que tiene intereses históricos y que siempre de una manera u otra se le ha resistido. Rusia intervino en Siria en apoyo a Bashar al-Assad porque éste le permite prácticamente carta blanca a Gazprom –gran empresa rusa de extracción y comercialización de gas- para actuar en su territorio y porque le permite tener la base naval de Tartus, la única que poseen los rusos fuera de sus fronteras. Por tanto, Rusia no interviene en Siria porque considera que Bashar al-Assad es el legítimo soberano de Siria, eso le da absolutamente igual a una Rusia que lo único que busca es maximizar sus beneficios en la región para no descolgarse en la carrera económica.


Por otra parte, ¿Qué hay que decir de Irán, el otro gran aliado de Al-Assad, un régimen autoritario islamista que se configura como el máximo exponente del islamofascismo actual? ¿Nos oponemos a EE.UU., que sin ninguna duda tiene muchísimo que criticar, pero podemos aliarnos con una teocracia retrógrada, que asesina a homosexuales o les obliga a cambiarse de sexo a la fuerza para mantener la vida? [12] ¿Deslegitimamos a los rebeldes sirios por considerar que en su mayoría son yihadistas y fundamentalistas y, por tanto, religiosos que quieren imponer el islam en nuestras vidas, pero no vemos ningún problema en ser “amigos” de un régimen que ya ha llevado este hecho a la práctica?


En definitiva, lo que con este artículo se quiere expresar es la desidia que produce que personas que se consideran demócratas, feministas, progresistas y laicas defiendan a opresores genocidas y retrógrados por no querer ver el cuadro completo, por quedarse exclusivamente con una visión ideologizada y sesgada del conflicto. No podemos simplificar un conflicto en el que actualmente están implicados más de 3 o 4 grupos y fuerzas –redondeando por lo bajo- que buscan objetivos completamente distintos los unos de los otros. No podemos hacer esto menos todavía si en el camino caemos en retóricas xenófobas y orientalistas.


Esto no es una defensa de Occidente, ni de los grupos terroristas, ni de la oposición islamista, ni siquiera de la oposición secular y progresista. Esto es una defensa del pueblo árabe, de su capacidad de revolución, de su capacidad de éxito y de su legitimidad para hacerlo.

[6] Sami Naïr (2013), ¿Por qué se rebelan? Revoluciones y contrarrevoluciones en el mundo árabe. Clave Intelectual, Madrid. Pág. 164.

[7] Ídem. Pág. 164.

[8] Álvarez-Ossorio, Ignacio (2016), Siria. Revolución, sectarismo y yihad. Catarata, Madrid. Págs. 123-125

[9] Ídem. Págs. 118-121

[10] Ídem. Pág. 114

[11] Ídem. Pág. 117

[12] Sobre la transexualidad en Irán: Asfaneh Najmabadi (2013). Professing Selves: Transsexuality and same-sex desire in contemporary Iran. Duke University Press. y https://www.youtube.com/watch?v=MfME86HvOoU

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