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J. Lorente. "Izquierda y derecha. La gran dicotomía del siglo XX… y, tal vez, también del XXI&q

Javier Lorente Fontaneda

javier.lorente@uam.es

Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales

Universidad Autónoma de Madrid.



Con este artículo me sumo al debate iniciado por Víctor de Domingo el pasado 29 de diciembre. En él, Víctor apuntaba a algunas razones por las que la división izquierda-derecha no lo explica todo. Aunque estoy de acuerdo en esa afirmación, yo añadiría que si bien no lo explica todo sí que lo explica casi todo. Gracias a algunos de sus argumentos puedo aclarar algunos puntos y aportar nueva información para tratar de demostrar por qué la división izquierda-derecha es la gran dicotomía del siglo XX (Lukes, 2008).

¿QUÉ ES LA DIVISIÓN IZQUIERDA-DERECHA?

Lo primero que debe hacerse a la hora de hablar de izquierda y derecha es tratar de definir qué es. La división izquierda-derecha es una metáfora que sirve para simplificar el universo político y crear relaciones de proximidad entre cada individuo, los conflictos políticos con los que convive y otros actores políticos como los partidos (Mair, 2007). A través de las etiquetas de izquierda y derecha los ciudadanos resumen todas sus preferencias políticas dotándolas de cierta coherencia al representarlas en una única dimensión. Esto no implica que la división izquierda-derecha tenga un único significado primario, sino que cada ciudadano entiende los conceptos de izquierda y derecha de forma distinta, aludiendo a distintos temas y otorgándoles distinta importancia en su definición (Freire, 2015). Para algunos ciudadanos son los conflictos morales los que definen qué es ser de izquierdas o derechas en la España actual (p.ej., la posición de los ciudadanos y los partidos sobre el aborto, los derechos de los homosexuales o la eutanasia); y para otros, tendría más importancia la economía, las memorias del pasado o sentirse parte de un determinado grupo social.


A veces se olvida que la división izquierda-derecha no significa nada por sí sola, sino que necesita de referentes de significado para que sea posible comprender cómo funciona políticamente. Esto es, los conceptos de izquierda y derecha necesitan ser analizados dentro de un contexto temporal y geográfico para que podamos entender qué significan. Esto implica que la división izquierda-derecha, aunque sirve para resumir la ideología de los individuos, es insuficiente para comprender familias ideológicas, los ismos que conocemos como las doctrinas ideológicas clásicas: liberalismo, conservadurismo, socialismo, comunismo, ecologismo, feminismo o anarquismo.

EL ORIGEN DEL CONTENIDO DE LA DIVISIÓN IZQUERDA-DERECHA.

Víctor sitúa el significado de la división izquierda-derecha en relación con los grandes cleavages o clivajes, fracturas sociales de origen histórico que son el origen de los grandes conflictos políticos del siglo XX. De nuevo acierta, porque si bien la división izquierda-derecha surge en la Francia revolucionaria del siglo XVIII, su popularización se produce en el siglo XIX cuando emergen los grandes clivajes sociales a medida que la democracia se extiende. Autores como Lipset (1960), Lipset y Rokkan (1967), Fuchs y Klingemann (1989) o Bartolini (2000) coinciden en señalar que el origen del significado de la división izquierda-derecha guarda relación con esas grandes divisiones históricas. De hecho, algunos de los autores que acabo de citar entienden que el clivaje capital-trabajo o de clase social es el que más impacto tiene en el significado de la división izquierda-derecha. Particularmente, en cómo esta división acaba representando las posiciones de los individuos y otros actores políticos en torno a la igualdad: las posiciones de izquierda demandarían más igualdad, mientras que las de derecha incidirían más en mantener las cosas como están (Lipset et al., 1954). Aunque hay evidencia de que los factores estructurales están en decadencia para explicar la relación de los ciudadanos con la política (Franklin, Mackie y Valen, 1992), si se tiene en cuenta el elemento identitario que los clivajes tienen, su papel sigue siendo relevante (Freire 2006).


Centrarse en el conflicto de clase (léase actitudes hacia la desigualdad económica) como el conflicto principal que representa la división izquierda-derecha tiene sus problemas. Estudios sobre la división izquierda-derecha que incluyen preguntas abiertas (sin codificar, en las que los encuestados responden libremente) sobre qué se entiende por izquierda y derecha contienen un amplísimo número de temas (Klingemann, 1979; Sani y Montero, 1986; Fuchs y Klingemann, 1989; Medina, 2015) que no siempre pueden reducirse al binomio igualdad-desigualdad, y mucho menos a la igualdad económica. ¡Izquierda y derecha significan casi todo! Desde la preferencia por sociedades más igualitarias hasta la simpatía por el pueblo palestino, pasando por referencias afectivas, insultos, menciones a líderes, partidos, pasajes históricos concretos o valores abstractos.


El primer estudio que definió qué era izquierda y derecha señalaba que existían dos grandes conflictos que dotan a la división de significado (como también señalaba Víctor de Domingo en su artículo del especial de invierno en Ágora): preferencias en cuanto a los fines que se persiguen (más o menos igualdad) y sobre cómo llegar a ellos (más o menos cambio político y social). Algo no idéntico pero sí similar al gráfico de Nolan. Los estudios con preguntas abiertas, sin embargo, incidirían en que la división izquierda-derecha no es bidimensional; es decir, que no se articula en torno a dos conflictos, sino que hay muchos más (Medina, 2015). Esto implicaría que un mapa cognitivo que expresa numerosos conflictos, se articula en torno a una única dimensión (Freire, 2015). La división izquierda-derecha es un único eje que contiene dentro muchos más.

MUCHOS SIGNIFICADOS, UNA DIMENSIÓN: EL PROBLEMA DEL LIBERALISMO.


¿Cómo salir de este embrollo? A pesar de las críticas que la división izquierda-derecha ha despertado desde los años sesenta (véase Jost et al., 2003), en torno al 85 por ciento de los ciudadanos la utilizan para interpretar la política y definir sus preferencias. Y, también, continua siendo el factor explicativo del voto más importante en Europa occidental (van der Eijk, Schmitt y Binder, 2005), aunque se aprecie un ligero descenso entre las cohortes más jóvenes (van der Brug, 2010). Muchos de sus detractores han señalado que la política es demasiado compleja para reducirla a un eje (Kitschelt y Hellmans, 1990), pero pasan los años y ahí sigue. ¿Cómo es posible que una única dimensión contenga tantos significados que son (o pueden ser) por sí solos suficientes para definir la ideología de los ciudadanos? Trataré de responder a esta pregunta en tres apartados.

A) Quienes se definen en términos de izquierda o derecha suelen compartir actitudes hacia distintos temas.


El ejemplo práctico es que, quienes defienden mayores cuotas de igualdad económica y para ello la intervención del estado en la economía, también suelen tener preferencias más favorables hacia el aborto o el matrimonio homosexual. Por ejemplo, la correlación entre aceptación del derecho de los homosexuales a la adopción y las preferencias por que el Estado privatice o nacionalice empresas, es de 0.14 (sig, p=0.000), utilizando datos para España en 2008 de los European Value Studies.

B) Los ciudadanos priorizan los distintos temas a la hora de definirse ideológicamente.

Cada individuo se define en términos de izquierda y derecha en función de los muchos significados que, en una sociedad y durante un contexto temporal determinado, tiene la división izquierda-derecha. Pero cada ciudadano dota de mayor importancia a determinados temas al definirse ideológicamente. Si bien esto sólo puede analizarse con técnicas cualitativas, a nivel de país esto puede comprobarse fácilmente. Mientras que para los ciudadanos de Suecia, Finlandia y Noruega los temas económicos tienen una relación muy intensa con la división izquierda-derecha (en torno a una correlación de 0.6), en España esta relación es bastante más débil (en torno al 0.2). Lo contrario ocurre cuando enfrentamos a España y los países nórdicos en temas morales.

C) Los individuos hacen medias de sus posiciones para definirse ideológicamente.

Aunque la mayoría de los ciudadanos mantengan un nivel alto de coincidencia política en orientaciones políticas, otros no. Hay individuos que tienen preferencias económicas liberales; esto es, que no apuestan por un papel del estado para reducir las desigualdades. Y que, a la vez, defienden el derecho de las mujeres a decidir si interrumpen o no su embarazo. Este perfil ideológico correspondería al espacio liberal, que en España no ha gozado de éxito electoral. ¿Dónde se ubican estos individuos? El estudio de Torcal (2015) muestra que estos ciudadanos se ubican ideológicamente haciendo una especie de “media ideológica” con sus preferencias enfrentadas. Un ciudadano que fuera intensamente partidario del libre mercado y a la vez defensor del aborto libre, se ubicaría en posiciones centradas ideológicamente. Serían los ciudadanos de centro. Los datos del barómetro de julio de 2016 del CIS permiten llegar a esta conclusión.

Gráfico 1. Media ideológica (1, izquierda – 10, derecha) por etiqueta ideológica (julio 2016).

Esto no quita para que, si existe cierto consenso social sobre qué elementos son más importantes a la hora de dar significado a la división izquierda-derecha, quienes mantienen esta posición ideológica serán calificados como de derechas o de izquierdas según el caso. Al existir otros significados relevantes, los ciudadanos buscan pistas en las actitudes políticas que entienden relacionadas con la división izquierda-derecha para identificar la ideología de los demás: preferencias por cambios radicales o moderados, el gran tema de la inmigración, la posición sobre acontecimientos pasados, etc. Por ejemplo, ¿qué opinión tiene un liberal sobre la Guerra Civil? Tal vez su respuesta ayude a sus conciudadanos a identificarle ideológicamente en términos de izquierda-derecha.

NACIONALISMO Y PARTIDOS CENTRADOS EN UN TEMA.

Víctor hablaba también de los partidos nacionalistas y de los single-issue parties (partidos que se centran en un único tema, como los ecologistas o el partido pirata) como un desafío a la división izquierda-derecha. Esto tampoco es del todo cierto, aunque ciertamente supongan un reto. Los propios fundadores de la teoría de clivajes, Lipset y Rokkan (1967), explicaban que los conflictos se superponen entre sí, y que un único clivaje no lo explicaba todo. Estos interaccionan. De este modo, en aquellos lugares en los que el clivaje centro-periferia está activo no desplaza a la división izquierda-derecha sino que se superpone a ella. Eso explica que haya partidos nacionalistas de izquierda y de derecha en los sistemas de partidos catalán y vasco.

Además, algunas investigaciones han mostrado que la división izquierda-derecha también contiene entre sus significados algunos relativos al debate territorial en España. Dinas (2012) muestra que las preferencias por la descentralización en España se asocian con la ubicación de los ciudadanos en la división ideológica. Y Martín y Cordero (2011) muestran que el orgullo nacional está claramente más extendido entre los ciudadanos que se ubican en la derecha del espectro político.

Sobre los partidos temáticos es más difícil. En primer lugar, cabría decir que son partidos relativamente pequeños que concentran pocos votos, con excepción de momentos puntuales y de los partidos ecologistas. Estos últimos sí que han suscitado apoyos nada desdeñables en el contexto europeo. Sobre los partidos verdes y sus votantes hay más escrito. Se sabe que quienes se ubican ideológicamente en la izquierda son más favorables a primar la protección del medioambiente sobre otras políticas. Y, también, que los votantes de los partidos verdes se definen, en su mayor parte, como de izquierdas (Close y Delwit, 2016).

EN RESUMEN...

Es cierto que existen otros factores distintos a la división izquierda-derecha que son importantes para explicar cómo los ciudadanos se relacionan con la política. Pero muchos de ellos aparecen representados, en mayor o menor medida, por la división izquierda-derecha. Es difícil saber si la dicotomía política del siglo XX también lo será del siglo XXI pero, por el momento, no hay datos que apunten a su desaparición, sino más bien a un proceso de adquisición de nuevos significados asociados a los términos políticos de izquierda y derecha. Veremos si la crisis y la emergencia de nuevos partidos desplazan a este eje de competición por otros (¿nuevo-viejo? ¿élites-pueblo?). Aunque no es casual que la aparición de un nuevo partido como Podemos que trata de imponer el esquema nuevo-viejo, no haya superado el binarismo izquierda-derecha, como mostró la emergencia de Ciudadanos pocos meses después.


 

BIBLIOGRAFÍA:

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